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Afrodescendientes, fandango y mariache.

Álvaro Ochoa Serrano. El Colegio de Michoacán CET

La presente página busca entablar diálogo con interesados e interesadas en el tema para comprender mejor la herencia africana en México. Es una rama del proyecto “Tradiciones Populares y Personajes del Oeste Mexicano” que se lleva a cabo en el Centro de Estudios de las Tradiciones de El Colegio de Michoacán. Busca aportar rudimentos a los estudios étnicos y culturales de dicha región mexicana.

Puesta bajo un enfoque etnohistórico, estudia el mestizaje de la triada india, española y africana que constante e intensamente se produjo y reprodujo a lo largo de la existencia colonial y nacional del país. Trata, sobre todo, a un sector importante de la sociedad anónima cuyos ancestros arribaron vía mercado negro y controlado que, desprendidos de la tierra sin frío, la África lejana, imprimieron de alguna manera honda huella en la estirpe y cultura del occidente mexicano.

La presencia de afrodescendientes en trapiches, haciendas agroganaderas, reales de minas, obrajes y en servicios domésticos fue copiosa en cierto momento y que, en avenencia “con la gran masa india”, obligó a la corona española a fincar en tierra novohispana una estructura social dividida en castas. Pese al cerco de leyes y disposiciones “para mantener una situación de hegemonía [blanca]”, a la prohibición de matrimonios con negros e indios; dada la carencia de mujeres españolas, la falta de respeto a la línea de color, la abundancia y tentación continua de los contactos humanos y culturales con indios y negros, el sistema de castas no funcionó del todo.

Muy tarde en el siglo de la conquista se decía que las indias eran “gente muy flaca y muy perdida por los negros, y así se huelgan más de casar con ellos, que con indios, y ni más ni menos los negros se casan con ellas, antes que con otras negras, por razón de dexar a sus hijos libres” de ahí que los primeros mulatos se criaran con las madres “y dellas ni de los padres no pueden tomar muy buenas costumbres, y como personas, hazen de sí lo que quieren y muy pocos se aplican a officios y casi ninguno a cultiuar la tierra, sino a guardar ganados y otros officios adonde anden con libertad”.

El énfasis en la presente página irá puesto en la diversión, siguiendo el rastro a los intérpretes del más famoso --y al mismo tiempo menos conocido-- Son de la Negra, un antiguo sonecito de la tierra, del país, "arreglado" para el gusto citadino. Aparte de la compostura urbana, se le agregó el modelo coreográfico y espectacular criollo de charro y estilizada china poblana, de ahí que pase inadvertido el toque afro que tanto escandalizó a las buenas conciencias de la era colonial.

La china "del pueblo", familiar de africanos, lució vida y virtudes durante la guerra de intervención francesa al lado del guerrillero chinaco. Todavía en varias partes del país se le dice chino o china a la persona de cabello rizado, nariz chata y labios carnosos. Es más, en algunos lugares ignorados y arrinconados del occidente mexicano --la cuna del mariachi o mariache-- se tamborea el arpa como si fuera percusión africana; se baila vigorosamente sobre artesa o tarima o se canta María Cumbé, el Maracumbé o merecumbé.
En la ciudad empezó a insinuarse que "mariache" venía de la palabra gálica "mariage". Pero desde antes de llegar la milicia de Napoleón III a México (soldados en su mayoría oriundos del norte de África) la palabra mariache recorría baile, tarima, música o grupo en los campos de Colima, Guerrero, Jalisco, Michoacán y el cantón de Nayarit, al unísono del fandango, vocablo africano que con todo y séquito se introdujo de nuestra América mestiza a salas y teatros de España.

Tal vez en un baile, en un fandango... entre tamborazos, zamba, cumbia, bamba, marimba, chamba, chinga y otras africanías; por encima del ambiente mariachero, quepa fijar la vista en estudios sobre la parentela de los africanos en el occidente de México, también padres fundadores de la nación mexicana.

El Colegio de Michoacán, 2005