tangibles e intangibles en escenarios cambiantes

Del 27 al 29 de Octubre de 2004

  • Repaso histórico
  • Antropología y Etnografía de la familia
  • Tendencias demográficas
  • Marcos normativos
  • La familia frente a las nuevas relaciones de género
  • Culturas familiares del trabajo ante la globalización
  • Estructuras familiares en trashumancia
  • Reproducción familiar de patrimonios culturales
  • Representaciones de la familia en la cultura popular

Expo-Feria: libros, manufacturas
Exposición Fotográfica

Presentación

“<<Familia>>, la palabra es de un empleo tan cotidiano en el lenguaje hablado, de un uso tan corriente en los escritos letrados o populares , que apenas podría hacerse un registro de todas sus acepciones. Esta polisemia del término testifica sin duda las variaciones históricas de la institución que denomina. La palabra familia es latina: apareció en Roma como derivado de famulus, servidor, pero no se aplicaba a lo que nosotros entendemos habitualmente por este término. <<Familia debió designar al conjunto de esclavos y servidumbre viviendo bajo un mismo techo, y en consecuencia a la casa entera; amo, por una parte, y mujer, niños y servidores vivendo bajo su denominación […] por extensión del término, familia ha llegado a designar los agnati [parientes paternos] y los cognati [parientes maternos] , y se ha convertido en sinónimo de gens [descendientes de un mismo ancestro], al menos en la lengua corriente>> Casa: conjunto de individuos que viven bajo el mismo techo; gens comunidad formada por todos aquellos que descienden de un mismo ancestro; agnati parientes paternos, cognati, parientes maternos (por extensión entonces, conjunto de los parientes de sangre); estas diversas unidades, nosotros las reunimos actualmente bajo el mismo vocablo de familia

Françoise Zonabend,
Histoire de la Famille1

 

Definir a la familia no es en absoluto tarea fácil, y tampoco parece que convenga una sola forma de definición. Desde su base biológica (que concierne a la mera reproducción, y que se proyecta más allá en lazos de sangre), pasando por la función de asegurar la nutrición y socialización de sus miembros (haciendo continuas referencias al modo y condición de los ancestros), hasta que se asegura la formación de una nueva unidad familiar a partir de la camada subsiguiente, los procesos que atañen a esta red social primigenia son complejos y problemáticos.

Desde el punto de vista ontológico, la familia es un referente que se construye como explicación o marco de existencia del individuo, base para su permanencia y fuente de la orientación en la búsqueda activa de su propia proyección hacia adelante.

Pero más allá de una identidad como miembro de determinado grupo consanguíneo, la familia como comunidad brinda el espacio de emergencia social del ser humano, lo introduce en un ethos fundante que le servirá para interpretar las comunidades con las que se encontrará en momentos posteriores de su desarrollo. No en balde, al investigar una comunidad culturalmente diferente, los etnógrafos averiguan, para empezar, la estructura de los sistemas de parentesco para entender a partir de ahí los tabúes, la moral y las formas de relación social permitidas y no permitidas en su seno. La noción de familia tiene profundas consecuencias respecto de un amplio abanico de circunstancias que van desde el lugar de residencia, pasando por las formas y valores en la educación de los hijos, hasta la prefiguración de las opciones sociales de éstos.

Como espacio originario, la familia tiene una capacidad singular para cualificar procesos y estructuras. Aunque esta cualificación no es determinante y puede ser sustituida en el curso de la vida, suele funcionar como base para interpretar, adoptar o rechazar cosmovisiones, pautas de conducta, estrategias de sobrevivencia y tácticas para el manejo de tensiones con elementos externos.

 

En potencia, la familia es depositaria, agente y transmisora del más consistente repertorio de patrimonios culturales (materiales y simbólicos) a los que puede tener acceso un individuo estándar. Es la sede de todo un caudal de nociones sobre las relaciones generacionales y de género; transmite lengua, valores, costumbres, creencias, conocimientos, habilidades, virtudes relacionales y a veces bienes materiales. A causa de las relaciones de poder que la cruzan, suele ser el referente de las formas de autoridad, y es eventualmente el espejo en donde se contrastan las relaciones de poder que el individuo encuentra en el ámbito colectivo.

Durante los últimos cuatro siglos en el mundo occidental, y hasta hace algunas generaciones, ninguna otra institución proveía al individuo y a la sociedad del bagaje cualitativo proporcionado por la familia (ya se trate de la familia-casa o de la familia-grupo consanguíneo). El individuo recibía de la institución familiar una serie de contenidos que debía hacer perdurar, en tanto que la casa o el linaje duraran. Regularmente esta “herencia” se transmitía de generación en generación con pocas modificaciones. No obstante, esta situación está cambiando aceleradamente y la familia, como marco de la existencia personal y como instrumento de transmisión de los saberes que importan para la vida, está siendo confrontada. Entre los factores más importantes de ese cambio podemos enlistar:

a) La industrialización, que aleja al individuo del hogar, organiza su vida en función del trabajo asalariado y le enfrenta con otros sistemas, desautorizando la potestad familiar y los valores tradicionales; que lo separa también de las solidaridades tradicionales y de las herencias tangibles que inicialmente aseguraban su subsistencia.

b) La globalización de la economía, que está siendo motivo de desplazamiento de comunidades y de los intereses de las unidades sociales más allá de su entorno de origen.

c) Los cambios en la naturaleza del trabajo y como consecuencia en el sentido del tiempo familiar

d) Los nuevos patrones demográficos, que han alargado la esperanza de vida, cambiado también los márgenes para la convivencia en pareja, la reproducción, la formación de los hijos y el compromiso con los adultos mayores.

e) Los cambios en las relaciones de género.

f) El desplazamiento que de la familia ha hecho la escuela (dentro de un proyecto modernizador del Estado), como medio de transmisión de saberes y habilidades importantes para la vida, y la revolución de los medios de comunicación, que entran en el ámbito mismo de la experiencia cotidiana, acelerando y acortando los tiempos de evolución familiares y proveyendo de formas alternativas de representación, valores, y expresión.

El resultado combinado de estos factores es una ruptura cultural, que está impactando fuertemente la noción y formas de funcionamiento tradicionales de la familia. El nuevo sistema pone énfasis en valores como la libertad, la dignidad personal, la independencia, la privacía, el desarrollo individual, etc., alentando el rechazo de los viejos esquemas.

Dicha ruptura va acompañada de una reconfiguración de la estructura familiar: son cada vez más frecuentes la separación de parejas, el replanteamiento de la consanguinidad entre hijos de distintos matrimonios conviviendo bajo el mismo techo; las familias encabezadas por un solo progenitor; la recurrencia de la procreación extramatrimonial, la asunción tardía de la homosexualidad de uno de los progenitores; las parejas homosexuales, y en general, el replanteamiento de los roles que antes se asumían a partir de la condición femenina o masculina. La familia ya no corresponde a nuestra visión tradicional de ella, y no carece de interés el hecho de que, mientras el efecto de la globalización parece ser la homogeneización de culturas y estructuras, en el caso de la estructura familiar lo que encontramos es una ampliación del espectro.

En este punto es importante hacer algunas puntualizaciones respecto del segundo término de nuestra propuesta. Cuando ponemos el concepto Tradición al lado del de Familia, pensamos sí, en los legados culturales que vienen del pasado y que se van transmitiendo de generación en generación, pero no necesariamente en formas caducas. La tradición se refiere a un tradere (poner en, hacer pasar a manos de otro, transmitir, entregar) y por extensión a aquello que es transmitido, traído de personas antecesoras a las actuales, a menudo por canales aparentemente informales como la información oral, el ejemplo/imitación, el condicionamiento en el hogar, etc.

En ese sentido, entendemos la tradición desde un punto de vista dinámico, pues en la múltiple repetición de los actos de entrega y recepción, el receptor hace suyos los contenidos de lo recibido, se apropia de ellos y los actualiza. Una adecuación o adaptación por parte del receptor es necesaria para que la tradición siga viva.2Pero precisamente por ello, el proceso de transmisión se realiza en permanente tensión con el entorno: el destinatario, en tanto que sujeto social e históricamente determinado “por una parte tiende a conservar lo recibido, como un patrimonio, como un legado… pero por otra parte lo enriquece o reduce o modifica, pues de otra manera [aquél] iría perdiendo su carácter vital”.3 El coloquio “Familia y Tradición” quiere también dar cuenta de las adaptaciones que se están poniendo en marcha, y cuyo éxito no depende sino de una cosa: vayan de acuerdo o a contrapelo con la modernidad, con la lógica racional o con el derecho, esas adaptaciones funcionan para las comunidades que las despliegan.

El Coloquio “Familia y Tradición. Herencias tangibles e intangibles en escenarios cambiantes” quiere dirigir su mirada especialmente a los contenidos cualitativos de los que hemos hablado arriba, y a su destino en los nuevos escenarios. Uno de los objetivos del Coloquio es hacer un balance de los efectos que estas nuevas situaciones están ejerciendo sobre la estructura familiar. Algunas evidencias nos permiten pensar que tales efectos no se están recibiendo ni pasivamente, ni en ausencia de procesos problemáticos: en los mismos escenarios que amenazan la estructura familiar, (los migrantes son un ejemplo notable)4 se nota también la capacidad de adaptación que los grupos despliegan, y la diferente instrumentación de las estructuras familiares en la construcción de nuevas estrategias.

Es probable que muchos saberes y valores tradicionales estén desapareciendo, pero otros están siendo refuncionalizados. El calendario de fiestas que antes era regulado por las temporadas de trabajo en el campo, ahora asegura el regreso de los miembros de la familia que se han desplazado a otras regiones; las estrategias de nupcialidad o de provisión de los mayores que ya no trabajan se planean de forma distinta, pero siguen siendo elemento de cohesión; la transnacionalización de pequeños negocios se apoya exitosamente en la red familiar. Estos fenómenos que hasta ahora no han sido examinados en conjunto, nos hacen pensar que la tradición puede estar viviendo uno de sus momentos críticos, pero por causas que es oportuno dilucidar, no parece estar proceso de extinción.

El evento está pensado como un espacio de discusión interdisciplinario. Su objeto de estudio son las familias mexicanas, en su diversidad regional (incluido el rico mosaico michoacano), pero también se contempla la participación de investigadores que aborden lo que ocurre en otras sociedades y regiones, o exploren casos de importancia histórica, aportando puntos de comparación.

El programa divide las mesas en cuatro bloques: el primero para definir y revisar el proceso histórico de las estructuras; el segundo para asomarse a las estrategias de las familias en los escenarios de cambio aludidos; el tercero para hablar del espacio cotidiano y de la transmisión de herencias culturales y el cuarto para explorar el poder y significado de las representaciones de la familia. Más allá del título, se enlistan en algunos casos preguntas sobre las que se espera abunden las intervenciones


« Bourguière, André, et al., Histoire de la Famille, Tome I, « Mondes lontains, mondes anciens », Préface de Claude Lévi-Strauss, Paris, Armand Colin, 1986, p.19.
Shils, Edward Albert, Traditon, Chicago, Chicago University Press, 1983.
Herrejón Peredo, Carlos, “Tradición, esbozo de algunos conceptos”, Relaciones; Estudios de Historia y Sociedad, Zamora, El Colegio de Michoacán, No. 59, verano de 1994, p. 136.
Mummert, Gail, “Dilemas familiares en un Michoacán de migrantes”, en Diáspora michoacana, Gustavo López Castro, Coordinador editorial, México, El Colegio de Michoacán; Gobierno del Estado de Michoacán, 2003.