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Brigitte Boehm Schoendube
(1938-2005)
La comunidad de El Colegio de Michoacán se ve en la penosa necesidad de informar sobre la irreparable pérdida de la Dra. Brigitte Boehm Schoendube quien falleciera el pasado 25 de diciembre en la ciudad de Zamora.
Brixie, como cariñosamente se le llamaba, se incorporó al Colmich prácticamente desde su fundación, en 1980, y fue desde entonces uno de los pilares no sólo del Centro de Estudios Antropológicos, del que llegó a ser Coordinadora entre 1987 y 1991, sino de la propia institución de la cual fue Presidenta entre 1991 y 1997.
Al momento de su fallecimiento se encontraba en la cumbre de una larga, comprometida y brillante carrera académica en la cual llegó a destacar con gran éxito tanto en los rubros de la investigación y la docencia como en los de la difusión y la vinculación.
Su prestigio y su calidad humana trascendieron con mucho las fronteras nacionales y sin lugar a dudas se contaba entre las más prestigiosas científicas sociales de América Latina.
El vacío que nos queda a todos los que la conocimos y tratamos es grande y muy difícil de llenar, y por este conducto queremos extender nuestro más sentido pésame a sus hijas Luisa, Lorenza y Marina, a su hermano, y a todos sus demás familiares, colegas y amigos.
Descanse en Paz.
Dr. Rafael Diego-Fernández
Presidente |
Semblanza | Curriculum | Participación en Cátedra Ángel Palerm
Intervención en el Homenaje a Pepe Lameiras | Curso: Ecología Cultural I
Libros | Colaboraciones en la Revista Relaciones | Fotografías
Ceremonia de instalación de la
CÁTEDRA ÁNGEL PALERM la participación de
El Colegio de Michoacán
Instituciones participantes:
Centro de investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, El Colegio de Michoacán, Universidad Autónoma Metropolitana-lztapalapa, Universidad Iberoamericana.
Lugar y fecha: Auditorio Ángel Palerm, Universidad Iberoamericana, Ciudad de México", 29 de Noviembre de 2005, 11:00 horas.
Palabras de Brigitte Boehm Schoendube1.
Ángel Palerm estuvo presente en El Colegio de Michoacán años antes de que se fundara la institución, cabria remontarnos en el tiempo a su primer exilio de España a México y a la demostración que hizo entonces de una práctica profesional de la Antropología que se mantuvo viva durante su ausencia en los
Estados Unidos y al regreso de su tercer exilio a este país. Permítaseme a nombre de El Colegio de Michoacán y mío propio congratular a quienes tomaron la iniciativa de comprometer a sus instituciones en la creación de la Cátedra Ángel Palerm, como la mejor manera de honrar al maestro y de dar continuidad al compromiso adquirido y heredado por sus alumnos de cumplir con la tarea que nos corresponde como antropólogos y científicos sociales.
Ángel Palerm asistió en octubre de 1979 al primer Coloquio de Antropología e Historia Regionales que desde entonces ha celebrado año con año El Colegio de Michoacán. Lo acompañó el grupo de antropólogos que habíamos interiorizado sus enseñanzas y que fuimos fundadores del Centro de Estudios Antropológicos de esta institución: Jaime Espín, José Lameiras, Guillermo de la Peña, Jesús Tapia y la autora de estas palabras, al que se sumaron Gustavo Verduzco (zamorano nativo y sociólogo recién graduado en la Universidad de Austin en Texas) y Luis María Gatti, procedente de Argentina, también exiliado.
¿Cuáles eran las enseñanzas que habíamos interiorizado? De ninguna manera habíamos aprendido de él a reproducirnos como si fuéramos sus dones. No eran su marco teórico o sus conclusiones analíticas las que habíamos de reproducir de manera dogmática. Nada hubiera sido más contrario a sus intenciones. De hecho, cada año de nosotros era diferente, y era el diálogo entre nosotros el que, en conformidad con su espíritu, nos enriquecía y nos convertía en portadores de ese mismo espíritu. Así nos enseñó a nosotros y así debíamos investigar y pensar como antropólogos y así habíamos de continuar formando nuevos antropólogos.
Generosa y pacientemente Ángel Palerm había enseñado el oficio a jóvenes imberbes y propincuos antropólogos en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Universidad Iberoamericana y el entonces Centro de Investigaciones Superiores del INAH (ahora CIESAS), para que, habiendo aprendido a volar, abriéramos nuevos espacios y nuevos campos a la producción de conocimiento sobre la realidad social y cultural y formáramos nuevos especialistas en un país como el nuestro, tan carente de científicos y de oportunidades, en el que la tarea de conocernos y formarnos se confía con demasiada frecuencia a manos extranjeras. Algunos miembros fundadores de la Antropología en el ColMich habían tenido la experiencia previa de abrir espacios y campos en la Universidad Autónoma Metropolitana y en el propio CIS -INAH, además de continuar después de su muerte esta labor en la Universidad Iberoamericana y el CIESAS.
En el ColMich nos tocó en suerte que en su fundador Luis González coincidieran los principios fundamentales de las actividades de investigación y docencia del espíritu palermiano:
1. La ubicación en una ciudad media alejada del poder central brindó la oportunidad de cumplir con la premisa primera de comenzar a conocer al ser humano, que es el objeto de estudio privilegiado por la Antropología y la Historia: el estar muy cerca de e inmersos en la realidad sociocultural que estudiamos, ser parte de ella. (Don Luis hacía el énfasis en los documentos olvidados por otros guardados en los archivos). El compromiso con esa realidad sociocultural no consiste en transformarla a partir de preconcebirla como errada, cual si fuéramos misioneros o administradores, pero de conocerla, pues ese conocimiento nos permite conocernos mejor a nosotros mismos. Desde la provincia conoceríamos mejor y de otra manera al centro del cual veníamos. La cercanía con y la inmersión en la realidad nos provee de información directa y original, que, a su vez, permite reevaluar el conocimiento previo y generar uno nuevo. Esta reevaluación se logra en la discusión abierta y franca con los colegas y los estudiantes y en consulta con los escritos legados por otros forjadores de conocimiento pretéritos y actuales, con los cuales podrá entablarse entonces el diálogo en el mismo nivel universal de la ciencia, a cuyos legados se sumarán nuestros escritos. La coincidencia con los historiadores permitiría abrir el diálogo con los colegas de esta especialidad, pues la antropología es historia, o ¿qué otra cosa podría ser?2
2. A investigar se enseña investigando; el propincuo científico acompaña al maestro en la sumersión en la realidad para conocerla y el maestro acompaña al alumno en su investigación. No hay mayor diferencia entre ellos más que en la relativa frescura e inocencia o en la experiencia acumulada y la pericia adquirida en este tipo de clavados, en la lectura y la discusión y en el entrenamiento de la musculatura cerebral.
Enhorabuena a la Cátedra Ángel Palerm Nuestra expectativa radica en la oportunidad que brinda al reencuentro de quienes aprendimos de él para luego dispersarnos a otras instituciones y a otros espacios del país, poblados ahora también con nuestros alumnos, así como de aquellos que bajo la común inspiración se encuentran en otros países. La oportunidad de evaluar nuestros logros, pero también de confrontarnos con lo que quizá hemos perdido en el camino; la de hacer partícipes de este encuentro a los pimpollos y de seguir consiguiendo adeptos se presenta en un momento de extrema urgencia, un momento en el que las presiones conducentes a abandonar y tirar al olvido nuestras responsabilidades científicas compartidas son extremadamente agudas.
Estamos en una época histórica en la que administradores y misioneros (ambientalistas, feministas, machistas, indigenistas, mercantilistas, partidistas, presupuestistas, etc., etc) quieren y pretenden tener la prerrogativa de diseñar, ordenar y orientar nuestro trabajo como científicos y docentes, en el que nos premian por obtener puntajes -que no por producir conocimiento- en la elaboración de recetas de tecnología social, por trabajar de manera individual y competir, que no colaborar, por formar a ignorantes e inhábiles, siempre que se supediten a sus designios. Resulta sorprendente la rapidez con la que ha cundido la aceptación entre colegas de todos los tintes de los modelos fragmentadores de los espacios, los tiempos y de la propia realidad, buscadores de conocimiento igualmente parcial y fragmentado, que se convierten en evaluadores del quehacer científico y que agregan su manera de presionar.
Hagamos votos por que la Cátedra Ángel Palerm sea el espacio para seguir pensando crítica y libremente y seguir reproduciendo la actividad antropológica y científica en general, que le da sentido a nuestro oficio y a nuestra profesión.
Profesora investigadora del Centro de Estudios Antropológicos de El Colegio de Michoacán, Zamora, Michoacán.
Paráfrasis de Stanlsy Diamond, In Search of the Pritniiive. Nueva Jersey, Transactíon Books, 1974.
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