Concilio General que los laicos comulgaran bajo las dos especies y que los Bohemios, que comulgan bajo las dos especies, no son herejes, sino cismáticos.
14. Los tesoros de la Iglesia de donde el Papa da las indulgencias, no son materia de Cristo y de los santos. Las indulgencias son fraudes piadosos de los fieles y de la remisión de las buenas obras, y son del número de aquellas cosas que están permitidas, y no del número de aquéllas que convienen.
15. Las indulgencias para aquéllos que las consiguen verdaderamente, no sirven para la remisión de la pena debida ante la divina justicia por los pecados actuales. Son engañados los que creen que las indulgencias son saludables y útiles para el provecho del espíritu.
16. Las indulgencias son necesarias solamente para los crímenes públicos, y propiamente son concedidas sólo a los duros e impacientes.
17. A seis géneros de hombres las indulgencias ni son necesarias, ni útiles; a saber: a los muertos, o a los moribundos, a los enfermos, a los legítimamente impedidos, a aquéllos que no cometieron crímenes, a aquéllos que cometieron crímenes pero no públicos, a aquellos que obran cosas mejores.
18. Las excomuniones son sólo penas externas y no privan al hombre de las espirituales oraciones comunes de la iglesia.
19. Los cristianos deben ser enseñados más a amar la excomunión que a temerla.
20. El Romano Pontífice, sucesor de Pedro, no es Vicario de Cristo establecido en San Pedro, no es el Vicario de Cristo establecido en San Pedro por el mismo Cristo sobre todas las iglesias del mundo entero.
21. La palabra de Cristo a Pedro: todo lo que desatares sobre la tierra, etc. (Matth. 16) se extiende, tan sólo, a las cosas ligadas por el mismo Pedro.
22. Es cierto totalmente que ni la Iglesia ni el Papa tienen facultad de establecer artículos de fe: más aún, ni leyes de costumbres o de buenas obras.
23. Si el Papa, con gran parte de la Iglesia, juzgara de un modo o de otro, y en ello no se equivocara, aún así no sería pecado o herejía pensar lo contrario, sobre todo en cosa no necesaria para la salvación, hasta que fuera, o reprobado lo uno, o aprobado lo otro, por medio de un concilio universal.
24. Se nos ha abierto el camino para debilitar la autoridad de los Concilios y de contradecir libremente sus hechos, y juzgar sus decretos y de profesar confiadamente lo que parece verdadero, haya sido aprobado o reprobado por algún Concilio.
25. Algunos artículos de Juan Hus condenados en el Concilio de Constanza son cristianísimos, muy ciertos y evangélicos, a los que, ni siquiera la iglesia universal, podría condenar.
26. En toda obra buena el justo peca.
27. Una obra buena hecha excelentemente es pecado venial.
28. Quemar a los herejes es contra la voluntad del espíritu.
29. Pelear contra los turcos es resistir a Dios que castiga nuestras iniquidades por medio de ellos.
30. Nadie está seguro de no pecar siempre mortalmente a causa del ocultísimo vicio de la soberbia.

31. El libre albedrío después del pecado es cosa de solo título y, al hacer lo que está en sí es, pecado mortalmente.
32. El purgatorio no puede probarse por la sagradas escrituras, canonicas. Las almas en el purgatorio no están seguras de su salvación, a lo menos todas. Ni puede aprobarse con ningunas razones, o escrituras que ellas estén fuera del estado de merecer, o de aumentar la caridad.
33. Las almas en el purgatorio pecan sin interrupción, mientras que buscan el descanso y temen las penas.
34. Las almas en el purgatorio liberadas con los sufragios de los vivos gozan menos que las que por sí mismas satisfacen.
35. Los superiores eclesiásticos y los príncipes seculares no harían mal si destruyeran todas las órdenes mendicantes.

123. PROPOSICIONES DE MIGUEL BAYO Y DE OTROS, QUE CONDENARON SAN PÍO V, EL DÍA 1 DE OCTUBRE DE 1567. GREGORIO XIII Y URBANO VIII

1. Ni los méritos del ángel, ni del primer hombre todavía íntegro se llaman rectamente gracia.
2. Como una obra mala por su naturaleza es merecedora de muerte eterna, así una obra buena por su naturaleza es merecedora de vida eterna.
3. Para los ángeles buenos y para el primer, si hubiera perseverado en aquel estado hasta lo último de la vida, la felicidad sería un pago y no un gracia.