conforme a los ritos de los hombres, en favor de alguna persona, esta persona sería legítimamente electa, ni por eso mismo. sería verdadero y manifiesto sucesor, o Vicario del apóstol Pedro, o de otro Apóstol en el oficio eclesiástico. De donde, ya sea que los electores hayan elegido bien o mal, debemos de creer a las obras del elegido: porque por el mismo hecho de que alguno trabaja meritoriamente en forma más copiosa para provecho de la Iglesia, tiene de Dios para ésto una más abundante facultad.
27. No hay luz de evidencia, de que sea necesario que haya una cabeza que rija a la Iglesia en las cosas espirituales: que siempre viva y permanezca con la Iglesia Militante.
28. Cristo, sin tales mostruosas cabezas, regiría mejor a su Iglesia, por medio de sus veraces discípulos esparcidos por el mundo.
29. Los apóstoles y los fieles sacerdotes del Señor rigieron esforzadamente a la Iglesia, en las cosas necesarias para la salvación, antes que fuera introducido el oficio de Papa: así hubieran hecho, faltando Papa, muy posiblemente hasta el día del juicio.
30. Nadie es señor civil, nadie es prelado, nadie es obispo, mientras esté en pecado mortal.

122. PROPOSICIONES DE MARTÍN LUTERO Y DE SUS SECUACES, CONDENADAS POR LEON X EN LA CONSTITUCIÓN “EXSURGE DOMINE”, 27 DE JULIO DE 1520

1. Es sentencia herética, aunque recibida, que los sacramentos de la Nueva Ley dan la gracia justificante a aquéllos que no ponen óbice.
2. Negar que después del bautismo permanece el pecado en el niño, es conculcar juntamente a Pablo y a Cristo.
3. La inclinación al pecado, aunque no sea ningún pecado actual, mora en el alma que sale del cuerpo, para entrar al cielo.
4. La caridad imperfecta del que va a morir trae consigo, necesariamente, un gran temor, que por sí solo es suficiente para merecer la pena del purgatorio, e impedir la entrada al Reino.
5. Que las partes de la penitencia sean tres: contrición, confesión y satisfacción, no está fundado en la sagrada Escritura, ni en los santos doctores cristianos antiguos.
6. La contrición que se prepara por el examen, colación y detestación de los pecados, por la que alguno recuerda sus años en la amargura de su alma, ponderando la gravedad, la multitud y la fealdad de sus pecados, la pérdida de la eterna bienaventuranza y la adquisición de la condenación eterna: esta contrición hace a uno hipócrita: y hasta, más pecador.
7. Certísimo proverbio y doctrina la más excelente de todas, las dadas hasta aquí, acerca de las contriciones es: la suma penitencia es no pesar mas: la mejor penitencia es una nueva vida.
8. De ningún modo presumas confesar los pecados veniales, pero ni siquiera todos los mortales: porque es imposible que conozcas todos los mortales. De donde en la primitiva iglesia sólo se confesaban los pecados mortales manifiestos.
9. En tanto que queremos confesar íntegramente todas las cosas, no hacemos otra cosa, que no querer dejar algo a perdonar a la misericordia de Dios.
10. A nadie le son perdonados sus pecados, si no cree que está perdonado por la remisión del sacerdote: más aún, permanecería en el pecado si no se creyera perdonado: porque no basta la remisión de los pecados y la donación de la gracia, sino se necesita creer también que está perdonado.
11. De ningún modo confíes en ser absuelto a causa de tu contrición, sino a causa de la palabra de Cristo: Lo que desatares, etc. (Matth. 16). Aquí, diré, confía, si obtuvieres la absolución del sacerdote y fuertemente creéte absuelto y absuelto verdaderamente serás, sea lo que sea de la contrición.
12. Si por un imposible, el que se confiesa no estuviera arrepentido, o el sacerdote no de verdad, sino fingidamente lo absolviera, sin embargo, si cree que está absuelto, certísimamente está absuelto. En el sacramento de la penitencia y en la remisión de la culpa no hace el Papa, o el obispo, mas que el ínfimo sacerdote: más aún, donde no hay sacerdote, lo mismo hará, cualquier cristiano sólo, aunque fuere mujer, o niño. Nadie debe responder al sacerdote ni el sacerdote preguntar, si está arrepentido. Es un gran error el de aquellos que se acercan al sacramento de la Eucaristía apoyados en que están confesados, que no están conscientes de algún pecado mortal y que dijeron sus oraciones preparatorias: todos ellos se comen y beben su propio juicio. Pero si creen y confían que ahí habrán de conseguir la gracia, esta sola fe los hace puros y dignos.
13. Parece establecido que la iglesia decretó en