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aun antes de que sea consagrado y coronado, es verdadero
pontífice y tiene plenitud de la potestad, dada inmediatamente por Dios, C. 1. D. 23. C. 13. de Judic., que dice: Porque no nos apoyamos en la ley humana, sino más bien en la divina, ya que nuestra potestad no viene del hombre, sino de Dios. Suárez de Fide, D. 10. sect. 4. n. 3. & alii plurimi. Y desde el día de la elección recibe la administración del pontificado, C. 9. D. 74.; aunque de hecho, no comience el pontificado, sino desde el día de la coronación, empero, los que impugnan las letras concedidas por el pontífice
antes del día de su coronación están excomulgados
ipso jure. Extr. 3. de la Sent. excom. int. com., Barbosa de Jur. Ecless. lib. 1. cap. 1. en el n. 118. Además, al elegido se le impone la triple corona o tiara. Esta es una mitra rodeada de tres coronas de oro, en cuya extremidad está el globo coronado de la cruz. Nicolás I, en el año de 858, recibió una corona. Bonifacio VIII, en el año de 1294, añadió otra; Urbano V, en el año de 1362, impuso finalmente la tercera; tal vez en señal de la triple potestad que tiene el romano pontífice, a saber: del orden, de la jurisdicción de la iglesia Universal y de la temporal en el patrimonio de la iglesia. Algunos dicen que los pontífices impusieron
tres coronas para demostrar que ellos son señores del mundo entero que, entonces, se creía que constaba de tres partes, a saber: Europa, Asia y Africa, a las que correspondían las tres coronas. Este nombre de tiara tomó origen de los partos, persas y otros orientales, véase Moreri Supplem. V. Tiara. Diccionario de Trevoux, V Tiare. y otros. El papa, en todo el tiempo del año, usa colores rojo y blanco, porque se viste con una vestidura talar blanca, llamada sotana, sobre la cual se viste el roquete y la capa o muceta. Usa sombrero rojo y zapatos rojos y, encima, una cruz dorada. Desde el sábado santo, después de la misa, hasta el sábado in albis, también después de la Misa, usa sombrero, muceta, zapatos y estola blancos. Tales vestidos son o de seda, o de lana de diversa calidad, conforme a la diversidad de los tiempos. El religioso hecho pontífice no está obligado a retener el hábito regular, pero algunos sumos pontífices laudablemente retuvieron el hábito de su religión, Barbosa de Jur. Ecless. L. 1. cap. 1. n. 121. El romano pontífice debe tener la cátedra de Roma: porque aquella ciudad sacerdotal
y real por la sagrada sede de San Pedro fue hecha cabeza de todo el orbe, C. 17. h. t. in 6. Si el papa, por cualquier causa hubiera sido inválidamente elegido y no quisiera renunciar a su elección y se declarara papa, la causa debería ser discutida en concilio general. Y después de dada la sentencia de nulidad de la elección por el concilio, deberían los cardenales hacer una nueva
elección; a no ser, tal vez, que para quitar un cisma conviniera que el mismo concilio hiciera la elección. Y así fue elegido Martín V por los padres del concilio de Constanza. La elección del romano pontífice puede ser impugnada, si éste sufriera de algún impedimento de derecho natural o divino, v. gr. si fuera infante, hereje, no bautizado, o mujer; o también, por el hecho de que la elección fuera simoníaca, C. 9. D. 79., o lograda por la fuerza. Sin embargo, si es aceptado pacíficamente por la iglesia, como ya por sentencia común es de fe que el romano pontífice aceptado por la iglesia universal es verdadero
pontífice, no hay peligro de que la iglesia consienta en uno que padece un impedimento de derecho natural o divino: y, por lo tanto, se tiene por fábula lo que se dice acerca de Juana la Papisa, Suárez de Fid. D. 10. sect. 5, Marin, Barbosa & alii.
173. Por último, para complemento de este título, diré algo acerca de la elección del emperador,
que es patrono de la iglesia, protector, procurador y defensor jurado, Cl. 1. de Jur. jur. Primeramente, es cierto, se elige al rey de los romanos,
que es el vicario general del emperador y hace sus veces en tiempo de enfermedad y de ausencia
del emperador y, sin una nueva elección, muerto el emperador, recibe el imperio. Vacante pues el imperio, el arzobispo de Maguncia, que es canciller de Alemania, como decano del colegio,
intima por cartas a sus príncipes y a los demás electores la asamblea y un determinado día para la elección; y deben comparecer por sí o por sus procuradores. Cuando concurren a la elección, el primer sufragio lo da el arzobispo de Treveris, canciller de Francia y del Reino de Arles; el segundo, el arzobispo de Colonia, canciller de Italia; el tercero, el rey de Bohemia, archicopero, o escanciador del imperio; el cuarto,
el conde Palatino del Rin, archidespensero; el quinto, el duque de Sajonia, archimariscal o espadero; el sexto, el marqués de Brandeburgo, archicamerario o recamarero; en último lugar el voto lo da el arzobispo de Maguncia. Estos, desde antiguo, fueron designados electores, C. 34. h. t.; después fueron creados: el duque de Bavaria, en el año de 1619, y es pomífero; y el Duque de Hánover, hoy el rey de Inglaterra, en el año de 1698 y es el gran alférez. Hecha legítimamente
la elección, el imperio se encomienda al elegido y después se le corona. La coronación es triple, a saber: la Germánica, la Lombárdica y la Romana:
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