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y víctima, y cuando después de la cena convirtió el pan y el vino en su cuerpo y sangre. Magister in 4. D. 24. q. 1.
207. 9. La materia del episcopado es la imposición de las manos del obispo consagrante y de los obispos asistentes sobre la cabeza del consagrando y la imposición del libro de los evangelios sobre la cerviz y las espaldas del mismo
consagrando y, además se requiere la entrega del báculo pastoral y del anillo, lo cual al menos en la práctica debe observarse, Lacroix lib. 6. p. 2. num. 2148. & alii. La forma es: recibe el Espíritu Santo, etc., o sea, con cierta plenitud de gracia, para todas las funciones episcopales. De lo que ampliamente: Diana Concord. tom. 4. tr. 8. La orden de los obispos es cuadripartita, esto es, formada por patriarcas, arzobispos, metropolitanos
y obispos. Patriarca en griego se interpreta el mayor de los padres, arzobispo en vocablo griego se dice el mayor de los obispos. El patriarca tiene el rango apostólico y preside tanto a los metropolitanos,
como a los demás. Los metropolitanos son llamados así por la dimensión de las ciudades: porque les ha sido encomendado el cuidado de toda la provincia. El obispo se dice como superintendente, a saber: que tiene cuidado de los súbditos: porque en griego se dicen Episkopi, en latín: speculatores o vigía. Porque el vigía es un prepósito en la iglesia, así llamado por el hecho de que vigila y examina las costumbres y la vida de los pueblos puestos bajo su cuidado. El obispo,
también se dice pontífice, como príncipe de los sacerdotes y camino de sus seguidores. También se dice antistes, porque está delante y es el primero en el orden de la iglesia, que no tiene sobre sí a ninguno. Pero, todos éstos con un solo y mismo vocablo son llamados obispos y, por lo tanto, algunos
usan de un nombre privado, a causa de la distinción de los poderes que singularmente recibieron,
C. 1. D. 21., texto que, sacado de San Isidoro,
transcribió el Maestro de las Sentencias, in 4. D. 24. q. 3. Pero, para su inteligencia conviene notar que los arzobispos no se distinguen de los metropolitanos, como dice Barbosa in C. 1. D. 21. y, por tanto, en el texto citado, donde los arzobispos
son preferidos a los metropolitanos, con el nombre de arzobispos se entienden los primados,
como dice la Glosa ibid. v. Archiepiscopis. San Isidoro en el predicho Texto dice: que los metropolitanos
así son llamados por la dimensión de las ciudades y esto, tal vez, porque debían tener bajo su cuidado 10 u 11 ciudades, conforme al derecho antiguo, in C. 2. 6. q. 3. Pero, en verdad, atendida la significación griega y jurídica, más propiamente se dice metropolis: como Matrix Civitas, L. 4. §. 5. L. 7. ff. De offic. Procons. C. 13. D. 12. Lexic. Grec. & sic. com. DD. Y en realidad a mí me parece que la equivocación consiste en la cualidad de la palabra griega. Entre todas estas especies de obispos, el primado, sin duda, lo tiene el obispo de Roma: el único que sobresale tanto entre los demás del universo entero: cuanto sobresalen los cipreses entre los débiles juncos. Este es ciertamente el vicario de Cristo que tiene el lugar de él en la tierra, el sucesor de Pedro, príncipe de los apóstoles, la cabeza visible de la iglesia, el juez de las controversias, por graves que sean, que entre
los fieles puedan suscitarse en materia de fe y de costumbres; el legislador supremo de la iglesia universal y el dispensador del derecho canónico. Este, en nombre griego se llama papa, esto es, padre.
Y aunque antiguamente también los obispos se adornaran con este nombre, ya a ninguno le está permitido usarlo, por disposición de Gregorio
VII. También, por antonomasia se llama pontífice;
aunque aún, tal nombre sea común a otros obispos. Pontífice se deriva de las palabras potest y facere. Y con razón, ciertamente, porque goza en la tierra de la suprema autoridad y potestad, no impropiamente significada en la tiara de triple corona, porque a él le conviene, primeramente, lo que alguno cantó de Júpiter: Júpiter gobierna las ciudades del cielo y los reinos del mundo triforme. El mismo es la cabeza de la iglesia romana, que a todos juzga y por nadie es juzgado y sin el cual ni los concilios generales tienen autoridad. Y la iglesia romana que él preside es la madre y la maestra de todas las iglesias del orbe cristiano entero, a la que todos apelan y recurren. Como ampliamente se tiene in C. 4. C. 6. de Elect. C. 1. D. 17. C. 4. & seqq. 2. q. 6, L. 5. tit. 5. p. 1.
208. Para el valor del sacramento del orden es necesario el contacto, al menos mediato, de la materia entregada por el ordenante, de modo que si alguno toca el cáliz, mediante ello toca la patena puesta sobre él, y no basta el contacto moral, D. Thomas in 4. D. 24. q. 1. art. 1. q. 5. al 3. Ahí: Las mismas palabras de la forma parecen manifestar que el contacto de la materia es de la esencia del sacramento, porque se dice: Recibe esto o aquello. Y como esta sentencia sea más segura que la contraria, debe ser seguida totalmente, después que Inocencio XI condenó esta proposición,
que es la primera: No es ilícito, para conferir los sacramentos, seguir la opinión probable sobre el valor del sacramento, dejada la más segura. Y a la sentencia que dice que para el valor de las órdenes no se requiere contacto físico, al menos mediato, de los vasos o de los instrumentos, la consideran prácticamente improbable Cárdenas y otros, con Lacroix, lib. 6. p. 2. n. 2148. Para la ordenación válida se requiere
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