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243. Y puesto que también y principalmente
se usa la unción en el sacramento de la extrema-unción, hay que decir algo de él. La extrema-unción es un sacramento de la nueva ley, instituido
por Cristo el Señor para conferir al hombre enfermo y en peligro de su vida, la salud del alma y del cuerpo, por medio de la unción del óleo y la oración del sacerdote, Trid. sess. 14. de Extr. Unct. cap. 1. Porque esta Sagrada Unción de los enfermos fue instituida como, verdadero y propio sacramento del Nuevo Testamento por Cristo Nuestro Señor, al cual se alude en Marc. 6. 13. Arrojaban muchos demonios y ungían con óleo a muchos enfermos y sanaban. Y se recomienda y promulga por Santiago, apóstol y hermano del Señor, en su Epístola C. 5. v. 14 & 15 diciendo: ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Mande llamar a los presbíteros de la iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor le aliviará, y los pecados que hubiere cometido
le serán perdonados, C. 2. D. 95. Su materia remota es el aceite de olivas bendecido por el obispo, el cual se dice óleo de los enfermos; y por privilegio del pontífice puede ser bendecido por un simple sacerdote, como se hace en la iglesia oriental o griega y aprobó Clemente VIII, el día 31 de agosto de 1595. El crisma no es materia de este sacramento, sin embargo, puede usarse en caso de necesidad, pero entonces, o cuando por error la unción fue hecha con crisma, o con óleo de los catecúmenos, es más seguro repetir la unción,
Lacroix lib. 6. p. 2. ex. n. 2090. La materia próxima es la unción y, para la esencia y valor del sacramento es necesaria y, según algunos, es suficiente
una sola unción. Pero en opinión común de los Doctores los órganos de los cinco sentidos externos deben ser ungidos necesariamente y, de otra manera, no se confiere verdaderamente el sacramento.
Así Soto, Granado, S. Tomás y el Maestro
de las Sentencias, in 4. D. 23. cap. 4. que dice: Como el fin principal de este sacramento sea curar las enfermedades del alma, congruentísimamente se aplica, no a todo el cuerpo que por el alma vive, sino a aquéllas partes de él en las que tienen su fuerza las raíces de los pecados. Porque la raíz primera de nuestras costumbres es el conocimiento, de donde se excita la fuerza apetitiva. Pero nuestro conocimiento,
como lo atestigua Aristóteles, comienza por los sentidos, por lo cual, conforme al rito universal de la iglesia, son ungidos los cinco órganos de los sentidos, como si esto fuera de la esencia del sacramento, a saber:
los ojos, las orejas, la nariz, la boca y las manos, en la pulpa de cuyos dedos reside, principalmente el tacto, Empero, en muchos lugares, por la costumbre de las iglesias se suelen ungir también los pies por la facultad locomotiva y, en algunas también los riñones, por la apetitiva. Sin embargo, en caso de necesidad puede usarse una única unción, bajo la condición de si es válido el sacramento, ungiendo
un órgano, el más obvio, o mejor, la cabeza, donde todos los sentidos operan, o si el tiempo lo permite, unja el sacerdote, con toda presteza, un ojo, una oreja, la nariz, la boca y una mano diciendo,
bajo una forma total: Por esta Santa Unción
y por su piadosísima misericordia te perdone el Señor cuanto pecaste por la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto, por tus pasos y por la delectación de los riñones. Pero, fuera de necesidad, se hace una unción en los ojos a causa de la vista, en las orejas a causa del oído, en la nariz a causa del olfato, en la boca a causa del gusto y de la locución, en las manos a causa del tacto, en los pies a causa de los pasos y en los riñones a causa de la delectación ahí sentida. La unción de los ojos comienza por el ojo derecho en el párpado, por la mano derecha,
etc. Los sacerdotes ungen las manos en su parte exterior, omitida la parte interior, o sea, las palmas. En las religiosas y en las mujeres se omite por decencia la unción de los riñones. No es de esencia que se unjan ambos ojos, ambas orejas, etc. Es suficiente para el valor, ungir uno solo de esos miembros. Y no pertenece a la sustancia que los sentidos sean ungidos en el orden predicho, o que la unción se haga en la forma de cruz; sin embargo, pecará, conforme a la cualidad de la transgresión, el que sin necesidad descuidare algo de estas cosas. A los ciegos, los sordos y los mudos de nacimiento y los mutilados se les debe ungir cerca de los órganos de los sentidos de los que carecen: porque, aunque no por los sentidos externos, pudieron, sin embargo, pecar por las potencias internas a ellos correspondientes. Sin embargo, todas las predichas unciones constituyen
un solo sacramento. Y no sólo la materia y la forma, sino también las materias parciales de este sacramento deben unirse moralmente. Pero es suficiente que la unción se haga con una única gota de óleo. Ni es absolutamente necesario que se haga por contacto inmediato de la mano: así, en una peste fulminante puede hacerse con una varita humedecida con óleo, que si es de plata, se reserva para este uso, si de madera, se quema. En la última unción al menos se confiere la gracia: algunos, sin embargo, dicen que a cada unción corresponde su gracia parcial. Por lo tanto, si el enfermo muriere en la primera unción conseguiría
una gracia parcial. Los griegos ungen en la frente, la barba, ambas piernas, el pecho, las manos por ambas partes y los pies. En caso de necesidad es suficiente un sacerdote sin ministro y entonces él mismo se responderá, no una mujer.
En las enfermedades de larga duración, como en la hidropesía, debe reiterarse la unción, cuantas
veces vuelva el peligro.
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