se atiende a la antigüedad, aun por poco tiempo, para esta preminencia o precedencia para sentarse, para firmar, para dar el voto y otras semejantes, C. 1. h. t. C. fin. D. 17. l. fin. C. de Praefect. Praetor. lib. 12. Así antiguamente, en los concilios, los obispos solían firmar no según la dignidad de sus iglesias, sino según la antigüedad de su consagración, como se deduce, claramente, por la firma de los obispos en el concilio de Elvira [300-306]. De donde consta cuánto se respeta la antigüedad, Azevedo in Rubr. tit. 2. lib. 6. R. C. ex n. 113. Sin embargo, es ridículo aquél que, en todas las cosas, atiende a la antigüedad, hasta la superstición. Hay quien estima la virtud por los años, y nada admira, sino lo que Proserpina consagró. E cuanto al asiento, es más distinguido el primero, aunque esté a la izquierda. En cuanto al caminar, la mano derecha es la de más honor. Si concurren varios, el más honorable debe colocarse en medio. Véase González in C. 1. h. t. Y no debe ser criticada la cuestión, o la competencia, sobre la mayoridad y precedencia, aun entre personas eclesiásticas, si con justicia se contiende por ella. Valdes de Dignit. Reg. Cathol. in. Proem., González in C. 1. h. t. n. 7., Villaroel de Regim. Eccl. p. 2. q. 12. art. 2. ex n. 2. & alii. Arg. C. 10. 12. q. 1. Trid. sess. 25. de Ref. cap. 17., donde reprende a los obispos que, olvidados de su dignidad, deshonran el decoro de su grado, por la sumisión excesiva hacia los ministros reales, y les manda que, tanto en la iglesia, como fuera, teniendo siempre ante sus ojos su grado y su orden, recuerden que ellos son padres y pastores, y desea que, como tales, sean también honrados por los príncipes. Y en verdad, así son honrados por nuestros reyes, ya que éstos, de ningún modo permiten que los obispos les besen las manos, Villaroel. p. 2. q. 12. art. 3. n. 16. Por tanto, el clero precede al rey en el acto de recibir las velas, las palmas, la ceniza y la adoración de la cruz, L. 10. tit. 15. lib. 3. R. Ind. y, con mayor razón, a los virreyes, y, ciertamente, los obispos, en Las Indias, cuando en su casa dan audiencia, se sientan bajo Dosel y, fuera de su casa, en todas partes, aun en la iglesia, usan Sitial, y, leído el evangelio, les llevan el misal para que lo besen, y son honrados con otras ceremonias reales, L. 10. tit. 15. lib. 3. R. Ind. En las procesiones, el obispo es preferido al virrey, L. 36. tit. 15. lib. 3. R. Ind. Ahí: En Actos Eclesiásticos, y procesiones el virrey, o presidente vaya con los Oidores solamente y el Prelado delante en mejor lugar, y su Clerecía detrás del Preste: y luego se siga inmediatamente el Presidente, de suerte que en ningún caso se incorpore el Prelado con la Audiencia: pero si fuera de estos actos se juntaren para otra cosa, el Virrey o Presidente solo con el Prelado, y huvieren de salir, vaya a la mano derecha el Virrey, o Presidente, porque representa nuestra Real persona. Primero se rocía con agua bendita al clero, enseguida al gobernador: igualmente, la paz primeramente se da al obispo, si está en la capilla mayor, después al gobernador; si está en el coro, la dan dos clérigos simultáneamente a ambos; L. 23. tit. 15. lib. 3. R. Ind. donde se añade: En los demás Actos Eclesiásticos se ha de llevar la falda al Obispo, aunque vaya allí el Governador, pero solo ha de llevar al caudatario, y quando fuere a las Casas del Governador, se le podrá llevar hasta la puerta del aposento, donde estuviere, y bolberla a recoger donde se quedare el Governador. Que si usa pontifical, puede hacerse acompañar del maestro de ceremonias y de otro capellán, L. 40. Tampoco, ningún prelado, o título, puede sentarse en la real audiencia, juntamente con los oidores en los actos públicos, L. 30. Los visitadores de las audiencias tienen el primer lugar, después del presidente, L. 71. Los oidores, fuera de la catedral, preceden a los canónigos, L. 46. y fuera de un acto de la Inquisición, también a los inquisidores, L. 78. Luego, cuatro o seis canónigos deben acompañar hasta la puerta de la iglesia al presidente, cuando, aun sin la audiencia, entra a la iglesia, y acompañarlo hasta la puerta de la catedral, cuando sale, L. 7. tit. 15. lib. 3. R. Ind. A las ciudades principales se concede llevar ante sí mazas, (o bastones de plata). L. 86. tit. 15. lib. 3. R. Ind., y también las universidades usan de ellas, Dictionaire de Trevoux, v. Masse enterme de blasson. Covarrubias, Diction. V. Maza. Aunque sea ceremonia real, L. 8. tit. 1. lib. 4. R. Cast., como, antiguamente, por delante del magistrado iban los lictores, llevando los fasces y varas, en señal de su jurisdicción, L. 53. C. de Decurion. lib. 10. &. Ibid. Glossa.
353. Por diversos respectos puede uno ser mayor y menor que otro. Así el diácono, aunque respecto del orden sea menor que el presbítero, sin embargo, como delegado del obispo, es preferido a aquél, C. Pen. & fin. D. 93. Y el arcediano, aunque por el orden, sea menor que el arcipreste, por potestad y jurisdicción es mayor que éste, C. 1. de Offic. Archipresbyt. El obispo que delinque en el territorio de un abad exento, puede en él ser castigado, porque en territorio ajeno, es tenido como particular, L. 3. ff. de Offic.