L. 8. tit. 16. p. 3., pero en esos casos deben hacer juramento a su modo y según sus ritos, pero ni aun así se les tiene como de fe íntegra. 6. Los padres contra sus hijos no pueden ser testigos aunque quieran, o viceversa. c. 3. 4. q. 3. l. 6. C. h. t. ni los consanguíneos dentro del cuarto grado, ni el suegro contra el yerno, ni la mujer contra su marido, ni el padrastro contra el hijastro, ni viceversa. Tampoco se admiten los libertos contra sus patronos L. 10. tit. 16. p. 3., ni a los abogados contra sus clientes. c. 6. h. t. en la causa que defienden; ni los tutores o curadores contra los menores, ni otros administradores en los negocios que administran. Arg. c. fin. h. t. in 6. La razón de esta prohibición es la especial conexión que existe entre estas personas o la reverencia que se les debe, o el afecto del que se puede temer origine alguna sospecha de falsedad. Pueden, empero, ser testigos en los crímenes exceptuados o para prueba de un inocente o para impedir un pecado, c. 22. h. t., o si no hay más testigos, para que no se pierda la facultad de probar, Arg. c. 38. h. t. si la parte contraria consiente, o donde son suficientes unas pruebas leves. Son ciertamente testigos mayores de toda excepción contra aquel por quien son presentados, ya sea en la misma causa o en otra cualquiera L. 17. C. h. t. pero contra aquel contra quien son presentados no hacen fe íntegra, sino sólo hacen indicio. En España, aunque los ascendientes no puedan ser obligados a testificar en una causa que atañe a los descendientes ni viceversa, sí son admitidos en caso que quieran hacerlo voluntariamente, L. 11. tit. 16. p. 3. donde dice: Pero si alguno dellos de su grado, e sin premia ninguna quisiesse dar su testimonio, quando gelo demandase bien lo podría facer, e valdrá lo que dixere bien assí, como si non oviesse ningún debdo con èl. Et ibid. lo hace notar Gregorio López V. De su agrado. Puesto que con frecuencia se hace mención de crímenes exceptuados, conviene saber que son los siguientes: 1. De lesa majestad. 2. De herejía. 3. De brujerías. 4. De traición. 5. De conjura. 6. De falsa moneda. 7. De latrocinio. Lacroix lib. 4. n. 1418.
155. Ya hemos tratado de los testigos, aunque someramente. Ahora, el orden mismo de la rúbrica nos lleva a tratar de los testimonios, en cuanto éstos conducen a la prueba de las causas. La declaración o testimonio de un solo testigo (aunque sea mayor de toda excepción y aunque no se procese respecto de su ventaja o desventaja) regularmente no es suficiente para hacer fe plena; y por lo tanto, tampoco para que se dicte sentencia. Deut. 19. v. 15. c. 8. 33. q. 2. c. 10. c. 23. c. 28. h. t. L. 9. §. 1. C. Eod. lib. 32. tit. 16. p. 3. Ahí: Mas por un testigo decimos, que ningún pleyto non se puede probar, quantoquier, que sea ome bueno, e honrado, como quier que faría gran presuncion al fecho, sobre que testiguase. Porque un solo testigo fácilmente puede declarar en falso, ya sea por error, ya por malicia. De aquí proviene el refrán común conocido por mendigos y peluqueros [Horacio]: Dicho de uno, dicho de ninguno, que debes entender, respecto a hacer una prueba plena. Se cree el testimonio de uno solo en los siguientes casos: 1. Cuando el supremo príncipe testifica de algún hecho. c. 28. h. t. L. 32. tit. 16. p. 3. Allí dice: Pero si Emperador, o Rey diesse testimonio sobre alguna cosa, decimos, que abonda para probar todo pleyto. Ca debe ome asmar, que aquel, que es puesto para mantener la tierra en justicia e en derecho, que non diría en su testimonio si non verdad, nin querría en tal razón ayudar al uno por estorvar al otro. Pero si del testimonio dado por un príncipe se sigue un daño notable a un tercero en las causas criminales, principalmente en el crimen de herejía, no prueba plenamente, aunque la declaración sea respecto de un hecho propio. Sousa lib. 2. Aphorism. cap. 14. n. 4. Caesar Carena, de Offic. Inquisit. p. 3. tit. 5. §. 13. Mascardo, Deciano, Farinacio et alii Doctores apud citatos. 2. En el foro de la conciencia se le cree a sólo uno, v. g., si alguno asegura que en Manila existe el privilegio de comer lacticinios en cuaresma, se le cree, para que puedan comerse lícitamente. 3. Cuando las causa son leves o de poco perjuicio. 4. Si los litigantes convienen en sujetarse al testimonio o declaración de uno solo. O si quien hace un testamento establece que en lo que concierne a éste o a la herencia se atengan a la declaración de alguno. L. Theopompus, 14. ff. de Dote praeleg. 5. En una causa matrimonial, cuando se trata de impedir un matrimonio por un impedimento dirimente que sólo consta por la declaración de la madre, del esposo o de la esposa, C. 22. h. t. Y lo mismo ha de decirse cuando existe peligro de pecado; porque éste debe evitarse aun con la declaración de uno solo; aunque tal testifique de su propia maldad. c. 12. de Sponsalib. 6. Cuando se trata del favor de uno sin perjuicio de otro, v. g., si se duda si alguien tiene la edad requerida para algún acto, si es clérigo, si está bautizado, si un moribundo pidió la confesión, si una iglesia está consagrada, y otros parecidos, porque en estos casos se cree a la declaración de uno solo, como consta por c. 110. de Consec. D. 4. arg. c. 7. 26. q. 6. c. 14. de Simon. Corvin. Aphor. lib. 3. tit. 27.