de los testigos y su inhabilidad absoluta o respectiva. 2. Por el examen de los mismos. 3. Por lo que declaran. Sin embargo, el juez debe admitir a testigos reprobatorios de los testigos presentados en el negocio principal; y si de nuevo la otra parte quiere reprobar a los testigos reprobatorios, el juez ciertamente admitirá las pruebas contra ellos; pero de tal manera que no es lícito a las partes aspirar ya en adelante a la reprobación de testigos. Por consiguiente, ninguna parte puede reprobar a los testigos reprobatorios de los testigos que han sido presentados en el negocio principal, para que no suceda que al dar licencia a las partes de presentar a cuartos contra terceros y así en adelante, el negocio se prolongue por largo tiempo, c. 49. h. t. L. 37. tit. 16. p. 3. La excepción que se opone contra los testigos, no impide regularmente su recepción, pero el juez puede reservar esa cuestión para el fin del juicio, porque tal vez puede sin sus declaraciones dictar sentencia. Pero sí impide la recepción de los testigos cuando se objeta contra el testigo un defecto notorio o que debe probarse al momento, c. 7. h. t. o que esté excomulgado. c. 1. de Exception in 6., o si se opone una enemistad capital, porque ésta debe juzgarse primero, Menochio de Arbitr. cas. 239. ex n. 7. et alii.
171. Ahora finalmente nos resta decir algo acerca de la pena contra un falso testigo. Quien declara en falso en una causa criminal en la que debía imponerse pena de muerte u otra corporal, es castigado con la misma pena, aunque su dicho no haya surtido efecto. L. 4. tit. 17. lib. 8. R. C. Lo mismo se establece respecto de un falso testigo en una causa de adulterio. Gómez in L. fin. Taur. n. 9. En otros casos se impone una pena arbitraria. En España se le extrae al falso testigo la quinta parte de sus dientes. L. 3. tit. De las falsedades, lib. 4. Fori, la cual ley debe observarse según la costumbre de cada provincia. Ya apenas está en uso; por lo cual, un falso testigo será condenado en pérdidas a favor de la parte, a la pena de ignominia pública y a las trirremes durante 10 años. L. fin. tit. 17. lib. 8. R. C. Pero si la causa fuese criminal, se le ha de azotar o se ha de llevar ignominiosamente por calles y plazas, sacar a la verguenza, y condenar perpetuamente a las trirremes. La falsedad de los testigos se prueba por medio de otros testigos, varios en número. Si se demanda directamente sobre falsedad, se debe proceder de este modo cuanto a la prueba y a las penas. Si sólo incidentalmente se demanda la falsedad, a saber, para que los testigos sean rechazados civilmente como falsos, no se pone mucho empeño en castigar su falsedad, principalmente porque la parte contraria regularmente protesta que ella no se opone a la falsedad con la intención de injuriar o de acusar al testigo, sino sólo para defenderse. Acevedo in L. 4. tit. 17. lib. 8. R. C. & alii. Lo de los testigos lo tratan ampliamente Antonio Gómez Paz in Prax. tom. 1. p. 1. temp. 8. Menochio de Arbitr. en muchos casos. Hevia in Cur. Philip. p. 1. §. 17. Et p. 3. §. 15. Tot. tit. 16. p. 3. t. 6. lib. 4. R. C. Et ibid. Gregorio López et Acevedo. Barbosa et Gónzalez in hoc tit.

TÍTULO XXI
SOBRE FORZAR O NO A LOS TESTIGOS

172. Como interesa a la república que en el juicio no se oculte la verdad, ni la justicia se pierda por falta de testigos, c. fin. h. t., y que los delitos no queden impunes; por lo tanto, cuando algunos no privilegiados se niegan sin causa razonable a dar testimonio, deben ser amonestados por el juez, y si esto no es suficiente, deben ser forzados a dar testimonio. Y, ciertamente, conforme al derecho civil son forzados o por la toma de prendas o por la aplicación de una multa pecuniaria. L. un ff. Si quis jus dicent. L. 35. tit. 16. p. 3. Et ibid. Gregorio López V. Prendar. L. 6. tit. 6. lib. 4. R. C. Conforme al derecho canónico, los laicos son forzados mediante la censura eclesiástica, c. 1. c. 5. h. t. Los clérigos, en cambio, por la suspensión del oficio y del beneficio y por la excomunión; y si son contumaces, su contumacia es castigada mediante la deposición c. 2. h. t., lo que por cierto tiene lugar aunque hubieren jurado no testificar; pues tal juramento no obliga, ni necesita dispensa. c. 4. h. t. c. 18. c. 45. de Testib., porque no testificar va contra el bien público, y contra el mandato de un superior, que ordena dar testimonio; y, por lo tanto, aquel juramento no obliga; por cuanto no debe ser vínculo de iniquidad, c. 18. de Jur. jur. Y el testigo está obligado a obedecer al superior, o al juez, D. Thom. 2. 2. q. 70. art. 1. in corp. Allí: Si se exige el testimonio de algún súbdito por autoridad del superior, a quien se está obligado a obedecer en aquello que se refiere a la justicia, no hay duda que se está obligado a dar testimonio en aquello en que se exige testimonio de él conforme al orden del derecho. Y por lo tanto aquél que oculta la verdad es llamado falso en c. 1. de Crimin. falsi, donde: ambos son reos: tanto el que oculta la verdad, como el que miente; porque aquél no quiere ayudar y éste desea perjudicar. El testimonio, ciertamente, es un recurso muy necesario y, por lo mismo, muy frecuente, L. 1. ff. de Testib. Y, por ende, aun contra su voluntad,