 |
|
LIBRO III DE LAS DECRETALESDE GREGORIO IX PONTÍFICE MÁXIMO
TÍTULO I
DE LA VIDA Y HONESTIDAD DE LOS CLÉRIGOS
Como la vida de los clérigos sea como el espejo y la norma de vivir para todo el pueblo, Trid. sess. 22. de Ref. c. 1. L. 57. tit. 5. p. 1. ahí: Cuerdamente deben los perlados traer sus faciendas, como omes, de quien los otros toman exemplo. De aquí que deben no sólo no dar escándalo a otros, sino edificarlos con su ejemplo. Por lo tanto los clérigos, los beneficiados y también los constituidos en menores, para que por la decencia del hábito extrínseco, muestren también la honestidad intrínseca, deben llevar la veste y la corona o tonsura congruente con su orden. Que si no lo hacen, además del pecado grave que regularmente cometen, deben ser castigados con la suspensión de las órdenes, del oficio y del beneficio. Y si una vez corregidos, nuevamente delinquen, deben ser castigados con la privación de los oficios y beneficios, c. 15. h. t. Cl. 2. cod. Trid. Sess. 14. de Ref. cap. 6. Pero para que estas penas lleguen a darse es necesario que el clérigo deje de llevar el hábito de un modo continuo, |