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cerca del solsticio, por dos horas y cuarto; en febrero y septiembre, por hora y media; en los otros meses, algunas veces por dos horas, o por una hora y tres cuartos. Y por tanto exceptuando Marzo, siempre la aurora dura una hora y media, como de otros deduce Lacroix lib. 6. p. 2. n. 226. Y como la misa puede empezarse antes de la aurora para que termine en su inicio, a cualquier sacerdote le es permitido comenzar la misa dos horas antes de la salida del sol. Y los religiosos que por privilegio pueden celebrar una hora antes de la aurora, pueden decir la misa tres horas antes de la salida del sol, Suárez in 3. p. D. 80. sect. 4, Filiucio y otros. Tampoco se puede diferir el comienzo de la misa hasta después de medio día, sino que debe la misa comenzarse a las doce en punto, como enseña la práctica, a no ser que por razón de una gran solemnidad o por otra justa causa sea necesario diferirla. Los presbíteros
de la Compañía en una y otra de las Indias pueden por concesión de Gregorio XII dada el 5 de Mayo de 1578 mediante la bula Quanta in vinea Domini, celebrar misa una hora antes de la aurora y una hora después de medio día. Y por la concesión de Alejandro VI, del 23 de abril de 1499 y de Clemente VIII, del 30 de Septiembre de 1592, celebrar desde las dos horas después de la media noche, hasta la hora de nona inclusive, como consta Ex Comp. privil. Soc. V. Missae. Y en la noche de la Natividad de Ntro. Señor Jesucristo
puede celebrarse la misa inmediatamente después
de media noche. c. 48. de Cons. D. 1. Y antiguamente,
también en la vigilia de la Pascua de Resurección la misa se celebraba de noche, c. 4. D. 75., porque el Señor resucitó de noche, cuanto
todavía estaban las tinieblas, antes de la manifiesta
salida del sol, como dice Sto. Tomás. Pero ya ahora esto no es lícito porque cesó esta costumbre.
En la capilla papal la misa de la Navidad se celebra casi dos horas antes de media noche, como atestigua Jacobo [sic: Domingo] Macri en Hiero-Lexico, V. Missa Nativitatis. Y lo mismo asegura que sucede en la iglesia de San Marcos en Venecia. Y da la razón, ya que Belén, donde nació Cristo, está a casi 31 gr. de longitud, pero Roma está casi 60 gr. de aquí que la diferencia de Zenit que media entre ambas longitudes proyecta
casi 30 gr. Y como el sol recorre 15 grados cada hora, la media noche de Belén se adelanta por casi dos horas a la noche de Roma y por lo tanto cuando en la capilla papal y en la iglesia de San Marcos (porque casi pasa lo mismo) las misas del Nacimiento se celebran casi dos horas antes de media noche, imitan la media noche física de Belén.
En las otras iglesias a la media noche de cada región se celebra la misa. En otros climas en los cuales la aurora natural no aparece, se ha de atender
moral y políticamente a la aurora, que por lo tanto sera, cuando comúnmente suele terminar la quietud, como está declarado por la Sgda. Cong. Rit. del 18 de Septiembre de 1634. Y esto ciertamente
se entiende de las misas privadas, no de las conventuales, las cuales están obligados a celebrar diariamente los rectores de las iglesias, ya sea con canto, o en privado, según la conformidad del tiempo. La misa conventual y solemne se debe decir en el siguiente orden. En las fiestas dobles y semidobles, en los domingos e infraoctavas, se dice después de rezar en el coro la hora tercia. En las fiestas simples y en las ferias del año, después de sexta. En el Adviento, en cuaresma, en las cuatro
témporas, incluida infraoctava de Pentecostés,
y en las vigilias, en que se ayuna, aunque sean días solemnes, las misas solemnes se deben cantar después de nona, Ex Rubr. Missal. Y así actualmente
todas las misas se dicen después de que el reloj señala la hora nona usual del día esto es a las nueve de la mañana habiendose rezado antes en el coro la hora correspondiente. Aunque antes las predichas misas se decían respectivamente, o a la hora de tercia (que corresponde a las nueve del día) o a la hora sexta (que corresponde a las doce) o a la hora nona (que corresponde a las tres de la tarde), la razón de esto la trae Sto. Tomás en 3. p. q. 83. art. 2. á nobis. y dice: que se celebra la misa a la hora de la pasión del Señor, a saber: en los días de fiesta a las nueve de la mañana, hora en que Jesús fue crucificado por las lenguas de los judíos, y el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles; en los días no festivos a las doce medio día; hora en que el crucificado estaba en manos de los soldados; los días de ayuno a las tres de la tarde ahora en que clamando con una gran voz, entregó su espíritu. Por misa solemne siempre entendemos, dice Suárez, aquella misa que se llama Misa del día, no cualquier misa que se dice con canto. Ya que ésta, según varias costumbres y devociones, casi indiferentemente puede decirse como privada en todo el tiempo en la mañana.
362. Aunque antiguamente se pudiesen celebrar
muchas misas en el día, c. 11. de Const. D. 2. Como también el Papa León celebrase nueve, alguna vez, en un solo día, después se restringió la facultad a pocas y finalmente fue restringida a una sola. c. 53. de Cons. D. 1. donde dice: Baste al sacerdote celebrar una sola misa en un solo día, porque Cristo una sola vez murió y todo el mundo redimió. Porque no es cosa pequeña celebrar una sola misa. Y muy feliz es quien puede celebrar dignamente una sola. c. 12. h. t, L. 49. tit. 4. p. 1. allí dice: ¡Bienaventurado es el que una puede decir dignamente! Basta una sola porque Cristo una sola vez padeció y a todo el mundo
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