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De aquí que se celebra en día no impedido por fiesta doble de 1a. clase. Y se dice gloria y credo, una sola oración y al final el evangelio de San Juan. Y no se hace conmemoración de la fiesta, vigilia o feria que ocurra, Lacroix lib. 6. p. 2. n. 499. Después,
los nueve días que preceden a la Natividad de Cristo Nuestro Señor y por las mismas causas, se celebra la misa del tiempo de adviento y hay concedida una indulgencia plenaria para los que asisten a estas misas, que llamamos de aguinaldo,
por Sixto V, según Grijalban. Además, la S. Cong. de R. prohibe absolutamente las misas no aprobadas por la S. Cong. de R. y principalmente las misas llamadas de San Gregorio por los vivos y los difuntos, de los quince auxiliadores, la misa del Padre Eterno y cualesquiera otras, semejantes, no aprobadas, exceptuando, sin embargo, las misas del Rosario, y del Monte Carmelo, que les son permitidas a algunos regulares y sólo a ellos. Y no pueden ser celebradas por otros aun en las iglesias de los mismos religiosos. Lo que fue aprobado
por Urbano VIII, como consta al principio del misal. Sin embargo en todos los casos debe atenderse a las concesiones especiales, para dirigirnos
según ellas. Finalmente antes cuando por costumbre secular alguien se purificaba de alguna calumnia, se celebraba la misa que se llamaba de juicio, de cuyos ritos y ceremonias habla Macri, Hiero-Lexico V. Missa judicii. Y que así fue hecho se lee de Santa Cunegunda y de otras mujeres calumniadas dolosamente.
366. Ahora, para la práctica, es necesario que conduzcamos como de la mano al sacerdote para celebrar la misa. En el misal romano en efecto
se dice in Tit. de Praepar. Sacerd. celebrat.: El sacerdote que va a celebrar la misa, previa confesión sacramental, cuando es necesaria, y por lo menos habiendo terminado maitines con laudes, se dará un poco a la oración, y las oraciones puestas abajo las dirá según el tiempo se lo permita. Es obligación de precepto, sin lugar a dudas que el sacerdote que está en el mísero estado de pecado grave, lo expie por la confesión cuando hay abundancia de confesores, Trid. sess. 13. cap. 7., las demás cosas son más bien de consejo que de precepto, de lo cual disputan los doctores. El sacerdote, pues, que va a celebrar la misa entra a la sacristía que también se llama sagrario, para que se revista de las vestiduras sagradas, que han de ser limpias
e íntegras. Porque este lugar representa el vientre virginal, donde el Verbo divino tomó nuestra naturaleza, según Durando y otros. Y no es lícito tomar del altar los paramentos, ya que esto le compete sólo al obispo ya sea que celebre solemne o privadamente; pero no a los inferiores que tienen uso de pontificales, a no ser cuando celebran en misas pontificales. Como declaró la S. Cong., aprobó Urbano VIII y consta en el principio
del misal. Donde no hay sacristía, como acontece alguna vez, puede el sacerdote revestirse de los ornamentos cerca del altar, y ciertamente debe quedar decentemente vestido, de tal modo que la veste superior le llegue al talón del pie, en cuanto pueda hacerse cómodamente. Igualmente debe celebrar calzado, no con los pies desnudos, porque como dice Durandus, por los pies se entienden
convenientemente los afectos y así deben los sacerdotes tener afectos y deseos calzados, que no se manchen con el polvo de las cosas terrenas o temporales. También el calzado simboliza la moderación de los pasos, que no se apresuren a las cosas ilícitas. Los prelados en las pontificales usan sandalias y con ellas significan aquello que se dice de la encarnación del Señor, en el Salmo A Idumea, extenderé mis pasos. Esto es: haré conocer de las naciones mi encarnación. El Pontífice usa sandalias rojas y en el pie derecho lleva una cruz de oro, Calderón, de Eccles. Romae. fol. 133. Pero no es necesario que los zapatos o sandalias sean bendecidos, ya que la costumbre de esto sólo fue introducida por cierta conveniencia. Pero en los obispos son necesarias las sandalias como quizá lo fueron antiguamente en los sacerdotes: el sacerdote que va a celebrar se lava las manos, lo que se hace en significación de la inmundicia espiritual y corporal; después se reviste de las vestes sagradas que se usan a semejanza de la ley antigua, Exod. 18: Y harás a Aarón tu hermano vestiduras sagradas para gloria y ornamento. Lo que a su modo estaba en uso también entre los gentiles, según aquello de Virgilio; Y el sacerdote en la veste pura.
367. 1. Primero, pues, toma el amito con el cual antes se cubría la cabeza y que el Pontífice tenía en lugar del efod o del superhumeral y del racional, según algunos, y de lo cual se hablará después. Amito, según Alcuiano, viene de cierta palabra griega que significa Me visto. Este simboliza
el velo con el que en la noche de la pasión los soldados cubrían el rostro del Redentor y la corona
de espinas puesta sobre su cabeza, o también la humanidad con la cual estaba cubierta la divinidad
y, por lo mismo, significa la confianza o esperanza con la que debe el sacerdote acercarse a ofrecer a Dios tan grande sacrificio. De aquí (al ponérselo) que diga: Imponme, Señor, el casco de la salvación. Porque el casco de la salud significa metafóricamente la esperanza; pero bajo la esperanza
se entiende la fe, ya que es la substancia de las cosas que se han de esperar.
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