estos vasos y ornamentos. El amito, el alba, el cíngulo, el manípulo, la estola y la casulla deben bendecirse. Lo mismo se dice del corporal y del copón de la eucaristía. Y la bendición de las cosas predichas le pertenece por derecho al obispo, y por privilegio a los guardianes y rectores a los cuales se les hubiese concedido por los provinciales. Inocencio X, año de 1654. A los regulares se les prohibe consagrar los vasos sagrados y los altares, en los cuales es necesaria la unción del crisma. Sin embargo, nuestros presbíteros, que son enviados por el prepósito general a remotísimos lugares, desde los cuales no se puede acceder a la Sede Apostólica, pueden bendecir en los lugares, donde no hay obispo, las vestes sacerdotales, las palias, los corporales, los cálices, los altares, las iglesias, los cementerios y todos los paramentos eclesiásticos. Así Paulo III, 16 de Octubre de 1549, Urbano VIII, 10 de Abril de 1634. Y consta en Comp. privileg. Soc. V. Benedictio. Donde se añade: Esta facultad pueden usar los provinciales y los demás superiores con su licencia. Pero si aquellas cosas que van a ser bendecidas, sean de extraños, no se bendigan, a no ser que inste alguna grave necesidad o alguna otra causa de gran utilidad. El agua, los huevos, los frutos, los rosarios, las ramas y otras cosas semejantes pueden ser bendecidas por cualquier sacerdote. Además los romanos pontífices suelen, en el domingo cuarto de cuaresma, bendecir una rosa de oro y después de las solemnidades de la misa donarla a algún príncpe que esté en Roma, o si, allí no está, mandarla a algún rey o príncipe, con la aprobación del Sacro Colegio. Como también en la noche de la Navidad suelen dar una espada bendita, con un capelo ducal, adornada con blancas perlas en forma de paloma a algún gran Príncipe.
372. Una vez que tenemos al sacerdote adornado con las vestes sagradas, vayamos al lugar de donde revestido sale al público, como Cristo procediendo del seno de la Virgen vino al mundo. Pero antes de que comience el sacrificio, es conveniente, por lo menos de pasada por la iglesia, conocer sus partes, ya que en ella y en sus paredes, columnas, vigas, piedras, puertas, techo, pavimento, ventanas, torres y otras, se encierran muchas significaciones místicas. La torre, en los templos, significa la iglesia militante, sus prelados y predicadores, según aquello del Cant. 4. v. 4. : Como la torre de David es tu cuello, construido con sillares. Y como nota Titelman: por este cuello de la esposa entendemos aquella invicta fortaleza e insuperable constancia de la iglesia. Por los sillares podemos entender a los mismos santos Apóstoles y a sus sucesores, a los obispos y doctores y a los demás prelados de la iglesia, que son como sillares de la iglesia. Más aún, cada uno es como una torre. El pináculo de la torre, representa la vida del prelado y su mente que tiende hacia lo alto, según Durando que añade que el gallo puesto sobre la iglesia simboliza a los predicadores, porque el gallo vigilando distingue con su canto las horas de la profunda noche, despierta a los que duermen, avisa que el día se acerca, pero antes a sí mismo se excita agitando las alas para cantar. No careciendo cada una de estas cosas de misterio. Porque la noche es este siglo, los que duermen son los hijos de esta noche que yacen en pecado. Gallos son los predicadores que distintamente predican a éstos que duermen, para que dejen las obras de las tinieblas, gritando a éstos que duermen: levántate tú que duermes, anuncian la luz que vendrá mientras predican el día del juicio y la futura gloria. En la torre se coloca el reloj, mediante el cual se conocen las horas, significa la diligencia que los sacerdotes deben de tener para rezar las horas a su debido tiempo. Allí también están puestas las campanas, que son instrumentos de bronce, inventados primero en Nola de Campania, y así se llaman mayores las de la región de Campania, pero las menores son de la ciudad de Nola, según Durando, lo que puede por lo menos entenderse de su mayor perfección, ya que se cree que desde muy antiguo existió su uso. Y ciertamente fueron introducidas en la iglesia a semejanza de las trompetas que Dios mandó a Moisés que hiciera, Números: 10, 1-10, donde se describe su uso y la variedad de sus sonidos. Las campanas simbolizan a los predicadores, que, a semejanza de las campanas, deben llamar a los fieles a la fe. En los tres días de la semana mayor no se tocan las campanas, sino los matracas de madera en señal de tristeza, y porque los Apostóles, a los cuales representan las campanas, en la pasión del Salvador callaron por miedo. En la parroquia y en las iglesias de los regulares no pueden tocarse las campanas el Sábado Santo para el Gloria antes que en la iglesia matriz, bajo pena de cien ducados, según la Const. de León X del año de 1518, Y la S. Cong. de R. 19 de Febrero de 1608. Una campanilla se debe tocar en la elevación de la Hostia en la misa y cuando se lleva la Eucaristía a los enfermos para que el pueblo sea advertido de la adoración del sacramento de Cristo, Macri. V. Campana. Pasando al interior de la Iglesia en la cabecera o en la parte más eminente de la iglesia se coloca el altar mayor que