preces en prima, o en completas, aunque se haga el oficio del domingo o semidoble. Pero en el día de la octava es doble, y en las primeras vísperas de la octava se hace como en las primeras vísperas de la fiesta. Y como se entiende que la fiesta comienza desde las primeras vísperas, las primeras vísperas son más nobles que las segundas, y por lo tanto en la capilla pontificia sólo se cantan las primeras, lo que también observan los griegos. Las dobles de primera y de segunda clase, las dominicas mayores y de segunda clase, las dobles mayores durante el año y las ferias mayores se señalan en las rúbricas del breviario y en las especiales de cada diócesis, o en los directorios o cuadernillos, donde se encontrará lo que aquí haya faltado de explicar. Se llaman rúbricas por las letras rojas con que se escribían estas reglas. Fueron compuestas por Juan Burcardo, maestro de ceremonias del Pontífice. Y aunque algunas veces se tomen rúbrica, rito y ceremonia, como una misma cosa, sin embargo la rúbrica es la regla que dirige, el rito es el modo como se hace la función o la acción sacra, la ceremonia es la misma acción sagrada en el culto exterior de la región. Se dice ceremonia por la ciudad de Ceres de Toscana, en donde se refugiaron las vestales. De donde todo culto divino comenzó a ser llamado ceremonia por los romanos, o también así se decía del verbo careo (carecer, estar libre de). Porque San Agustín tratando de algunas observancias de los judíos, en las cuales se debían de abstener de alimentos según la ley, las llamó ceremonias casi como carimonias, ya que los que las observaban carecían de esas cosas. Las rúbricas que son sobre algo necesario para el valor del sacrificio o substancial del oficio, son preceptivas y obligan gravemente como las que se mandan bajo grave, o expresamente se dice que deben observarse bajo mortal; las otras obligan sólo bajo venial, ya que algunas de ellas sólo son directivas. Lacroix lib. 6. p. 2. ex n. 407. El que no reza el oficio según prescripción del calendario, si goza de un beneficio eclesiástico, está obligado a la restitución de los emolumentos de ese día, S. Cong. 8 de Abril de 1628. Lo que fue aprobado por Urbano VIII. El que está adscrito a alguna iglesia debe recitar el oficio, según el rito observado en el coro de esa iglesia, aunque los adscritos vivan en otra parte, 8 Septiembre de 1602. Los regulares están obligados a recitar el oficio del Santo Patrono del lugar en que viven, aunque no estén obligados a la octava de aquel oficio. En la fiesta de la dedicación de la catedral el oficio de la octava debe hacerse sólo en dicha ciudad, en donde está la catedral; en la diócesis sólo se reza el oficio sin la octava, 2 de Marzo de 1619. Finalmente se ha de tener en cuenta que cuando la iglesia se consagra o se bendice se le asigna un titular, ya sea algún misterio, v. gr. el de la Encarnación o el de la Concepción, ya algún Santo, como la Sma. Virgen, bajo cuyo título muchas iglesias están dedicadas en el orbe cristiano, o a algún Santo particular. Y el título antiguo de la iglesia no puede ser cambiado por la cofradía, como está declarado por la S. Congr. 16 de Octubre de 1604. El patrono es aquel Santo que fue elegido por la iglesia, o por el pueblo como protector, y a menudo bajo voto o juramento, por alguna necesidad o motivo.
375. Finalmente en la iglesia se llama confesión, el lugar donde se ponen los cuerpos o las reliquias de los santos. Por su parte, también, el púlpito en las iglesias para anunciar la palabra del Señor a los fieles, fue introducido quizá a semejanza del pedestal de bronce, que hizo Salomón en medio de la basílica y sobre el cual oró delante de la multitud, para que Dios oyese en este templo los votos de los que oraban, 2. Paral. 6. v. 13. Así también Esdras hizo unas gradas de madera para hablar, Esdr. 2. cap. 8. v. 4. Cerca de la puerta de la iglesia suelen ya desde muy antiguo, poner una concha de piedra donde hay agua bendita. Esta agua bendita se cree instituída por San Mateo apostol. La cual ceremonia consta in c. 20. de Cons. D. 3., donde así dice Alejo V: Bendecimos el agua con sal para la aspersión del pueblo, de modo que todos aquellos sobre los cuales ha sido rociada se santifiquen y purifiquen. Lo cual mandamos se haga por todos los sacerdotes. Porque si la ceniza mezclada con la sangre de la ternera santificaba y purificaba al pueblo, mucho más el agua mezclada con sal. Y santificada con las preces divinas santifica y purifica al pueblo. Y si con la mezcla de sal, el profeta Eliseo remedió la sequía, ¿cuánto más la sal santificada por las divinas preces remediará la esterilidad de las cosas humanas y santificará, limpiará y purificará a los manchados, y multiplicará los demás bienes, y apartará las insidias del diablo y defenderá a los hombres de los ardides de los fantasmas? Porque este saludable elemento significa la unión hipostática de Cristo: porque la sal esparcida es el misterio de la sabiduría increada, y el agua el símbolo de la naturaleza humana, que como el agua se consume. Los días domingos en la iglesia latina se bendice al pueblo con agua bendita en memoria del lavatorio del bautismo, que antes sólo en el domingo de Pascua se confería. El altar se bendice con una triple aspersión, que no se hace cuando el Santísimo está expuesto. Esta agua