se pone cerca de las puertas de la iglesia para que con ella al entrar a la iglesia purificados con un corazón limpio digamos nuestras preces ante la divina majestad. En las iglesias que van a ser bendecidas y en los altares que se van a purificar utilizamos el hisopo como, antiguamente, en el viejo testamento, se usaba tal hierba en las bendiciones, y con ella somos advertidos de limpiar nuestras conciencias, porque como dice San Ambrosio: El hisopo es una hierba humilde que nace en la piedra, por la cual se significaba humildad de Cristo. Y de aquí que el aspersor entre nosotros se llame hisopo. Los griegos empleaban ramas de albahaca, porque en el lugar donde estaba sepultada la cruz de Cristo crecía la albahaca. Al superior de la iglesia no se le rocía agua bendita con el hisopo, sino que éste se le pone en la mano besándolo antes. Y a la entrada de la iglesia si hay un clérigo o un sacerdote, éste, y no un seglar, debe entregar el hisopo a los magnates. También en las casas privadas se tiene piadosa y laudablemente agua bendita, ya que es útil para alejar los demonios, ahuyentar las enfermedades y principalmente borrar los pecados veniales. También, justamente, ya desde el tiempo de los apóstoles, prevaleció en la iglesia el uso de imágenes y pinturas, ya que son lecciones y escrituras de los laicos, porque lo que las letras dan a los que las leen, dan las pinturas a los que las miran, ya que una pintura mueve más el alma, aun del sabio, que un escrito según aquello de Horacio: Más tenuemente excitan los ánimos las cosas percibidas por el oído, que las que se ofrecen a la fiel mirada de los ojos. El uso de las imágenes ciertamente tiene su principio en el Antiguo Testamento, porque en Exod. 25., así mandó Dios a Moisés: Harás dos querubines cincelados en oro: cada uno arrancará de un extremo de la placa, estarán uno frente al otro. Y aunque en el Concilio de Elvira se diga en el canon 37, que Se juzgó que en la iglesia no debía haber pinturas. Ni se pintara en las paredes lo que se venera o se adora. Esto ciertamente se entiende de pinturas no transportables sino de las que están fijas pintadas en la pared, a causa de los peligros de las persecuciones, para evitar que las pinturas venerables se expusieran al ludibrio de los infieles. Lo cual ya actualmente cesó por completo. Así Azor, Belarmino y Platel. En la iglesia los varones deben estar separados de las mujeres. L. 1. tit. 2. lib. 1. R. C. donde dice: Y encargamos a nuestros jueces, que no consientan, que en las Iglesias, y Monasterios, los hombres estén entre las mugeres, ni hablando con ellas, cuando los dichos Oficios y Horas se celebraren. El hombre no debe cubrirse la cabeza puesto que es la imagen y gloria de Dios; la mujer debe cubrirse la cabeza por los ángeles, como dice el Apóstol en 1. Cor. 11. Ni el sacerdote en la celebración de la misa puede usar solideo sin licencia de la Sede Apostólica, no obstante que exista alguna costumbre contraria, c. 57. de Cons. D. 1. Entre los chinos es lícito celebrar con la cabeza cubierta, porque entre ellos cubrir la cabeza es signo de honor. Tampoco es lícito celebrar con cabellera postiza o peluca, Lacroix lib. 6. p. 2. ex n. 400. También los misioneros chinos de la Compañía de Jesús pueden en aquel imperio celebrar las misas con la cabeza cubierta pero no por un vulgar y común solideo, sino por uno apropiado y si se pudiese del mismo color de los ornamentos, Paulo V. 26 de Marzo de 1615. Y aunque los fieles puedan en la iglesia estar de pie o sentarse, siempre deben portarse circunspecta, modesta y devotamente. En la misa, durante el tiempo que Cristo está presente en el altar, no sólo deben doblar una, sino ambas rodillas. Y del mismo modo adoraban San Pedro y San Pablo, Act. 9. v. 40, et cap. 10. v. 36. Y San Esteban, doblando también ambas rodillas, clamó con grande voz diciendo: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Act. 7. v. fin.
376. Una lámpara, debe siempre arder en la iglesia, donde se reserva la sacratísima Eucaristía. Porque así se dice in Exod., 27. v. 20. : Manda a los israelitas que te traigan aceite de olivas molidas para alimentar continuamente la lámpara. En el tabernáculo de la reunión, del lado de acá del velo tendido delante del testimonio Aarón y sus hijos la prepararán para que arda de la noche a la mañana en presencia del Señor. Ciertamente, para que la misa pueda celebrarse dignamente en la iglesia, se requieren las siguientes cosas: 1) El altar, y éste consagrado, o por lo menos, que tenga el ara consagrada y debe estar adornado con un frontal de seda, de plata, de lino o de mármol. Como en otro tiempo le fue mandado a Moisés que adornara el altar, Exod. 25. 2) Por lo menos dos candelabros en el altar con velas encendidas y puestos a uno y otro lado del altar, a semejanza de los candelabros que Salomón puso en el templo. 3. Reg. 7. v. 49. Y de los cuales a menudo se hace mención en la Escritura. Las velas deben ser de cera, sin embargo, en una necesidad, si no hay escándalo, basta una candela aunque sea de cebo, o un candil, o lámpara de aceite, pero nunca es lícito celebrar sin ninguna luz, c. fin. h. t. al grado que la misa se debe dejar, aunque hubiere la necesidad de consagrar el viático para un moribundo, si antes de la consagración se acabase la luz y no se pudiera conseguir otra. Esto lo aseguran Fagundes, Quintanadueñas y otros. 3) Debe haber en el altar una cruz, según la rúbrica, para celebrar la misa en memoria de la pasión.