oraciones que se dicen en plural, c. 61. de Cons. D. 1. El ministro debe ser varón, no mujer, c. 1. de Cohabit. Cleric. Las monjas pueden responder desde el coro, pero el varón, aunque no sepa responder, debe estar cerca del altar. Cuando hay necesidad grave, v. gr., el día de fiesta, o de dar el viático puede el sacerdote contestarse a sí mismo. Igualmente, cuando, la misa ya comenzada, el ministro se va y habiéndolo esperado por algún tiempo, no vuelve, entonces puede proseguirse sin ministro, Lacroix, lib. 6. p. 2. ex n. 185. Finalmente, sobre el altar, dice la rúbrica, no se ponga absolutamente nada que no pertenezca al sacrificio de la misa, o al adorno del mismo altar. Poner flores la devoción de los fieles ya lo hizo costumbre. Y San Jerónimo lo recomienda, según Gavanto, in Rubric. Misal. p. 1. tit. 20.
378. En la misa, pues, que se va a decir debe el sacerdote, quienquiera que sea, y en cualquier iglesia que celebre, seguir del todo las rúbricas y la dirección del misal romano editado por mandato de San Pío V, aunque las mismas iglesias estén de cualquier modo exentas por indulto de la Sede Apostólica, por costumbre, privilegio, por juramento, por confirmación apostólica, o estén protegidas por cualesquiera otras facultades, a no ser desde la misma primera institución aprobada por la Sede Apostólica, o por la costumbre, la cual, o la misma institución haya sido asiduamente observada sobre doscientos años de celebrar las misas en las mismas iglesias, por las cuales se invoca la constitución de celebrar, o la costumbre. Cosa que de ninguna manera se quita como dijo San Pío V, en la constitución que está en el principio del misal. El griego guarda su rito, como el latino el suyo. El sacerdote de rito romano no puede, ni siquiera en la iglesia de los regulares, usar el misal propio de tal orden. Tampoco las misas que no están en el misal común, o las concedidas sólo para ciertos religiosos, o en ciertos lugares, pueden ser dichas por otros, o en otro lugar, ni siquiera en las iglesias de dichos religiosos. S. Congr. 19 de Nov. de 1622. El peregrino que usa el misal romano, sea secular o regular, lícitamente usa el misal de la diócesis en que está, Lacroix lib. 6. p. 2. ex n. 367. En la capilla pontificia la epístola y el evangelio se leen en latín y griego. Y lo mismo sucede con las profecías del Sábado Santo, Macri. Algunas veces en España se celebra en rito gótico, o mozárabe, así llamado como mixto de árabe, ya que entonces los cristianos estaban mezclados con los árabes, o como costumbre árabe, que da lo mismo. Y yo vi en Toledo y en Salamanca celebrar en tal rito. Los sacerdotes chinos, nacidos allí mismo, pueden administrar los sacramentos y celebrar las funciones sacras en la lengua erudita, de China, según el rito de la Santa Iglesia Romana, por concesión de Paulo V, 26 de Marzo de 1615, como consta in Compend. privileg. Soc. V. Missa. Y así llegamos a la explicación de las partes más importantes de la misa. Antiguamente este sacrificio consistía en la consagración y en la oración dominical, pero después los Apóstoles añadieron la epístola y el evangelio y los sumos pontífices añadieron las demás cosas sucesivamente, según la necesidad de los tiempos y de la iglesia. Ante el altar empieza el sacerdote la misa, el cual si es regular, cuando dice la confesión, añade el nombre de su Santo fundador, si tiene este privilegio de la Sede Apostólica, como varios dicen que lo tienen. Y se dice que por privilegio pueden los españoles decir el nombre de Santiago. Y lo mismo por correlación podrá hacer el ministro. Sube el sacerdote al altar. Y en el lado izquierdo empieza por el introito, que se llama así, porque se canta mientras el sacerdote ingresa al altar. Después sigue el Gloria, o himno angélico, así llamado porque en la noche en la cual nació nuestro Redentor lo entonaron los ángeles: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Luc. 2. v. 14. Los griegos lo llaman doxología, esto es, glorificación. Antiguamente el Gloria era cantado sólo por los obispos, en los domingos y fiestas de los mártires (que entonces eran más solemnes); y por los sacerdotes sólo en el día de Pascua. Hoy el Gloria se dice cuando en el oficio se recita el Te Deum Laudamus. A no ser el Jueves Santo de la Cena del Señor, y en el Sábado Santo, en los cuales se dice Gloria, aunque en el oficio no se recite el Te Deum. Después del Gloria sigue la Oración, que también se llama colecta, porque se dice en nombre de todo el pueblo reunido en uno, o porque reúne compendiosamente las peticiones de todos, o porque por ella se reúnen las voluntades de todos ante Dios. Por lo que el sacerdote dice antes: Oremos. Y es una sola, tres, cinco y a lo sumo siete. Y después de la oración se dice: Amén, que significa: así sea. Después sigue la epístola así llamada por la palabra griega que significa carta, mandato, o comisión y por tradición apostólica se dice en la misa. Y aunque epístola habría que llamar sólo a las lecturas de los Apóstoles, actualmente con este nombre vienen todas las lecturas que se leen antes del evangelio. Antiguamente, cantar la epístola era el oficio del lector, lo que ahora hace el subdiácono. Terminada la epístola, se dice el gradual, que por algunos es llamado membrana. Se llama