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ofrezca ambas, y consagre, y consuma, aunque no esté en ayunas. O si la misa se celebra en un lugar público, en donde asisten muchos, para evitar el escándalo, pueden poner vino con agua, y hecha la oblación como arriba, consagrar, e inmediatamente consumir y proseguir lo demás,
Si alguien advierte antes de la consagración, o después de la consagración, que todo el vino esta avinagrado, o de otro modo echado a perder, hágase lo mismo que arriba, como si se advirtiese que no se había puesto vino, o que sólo el agua se había puesto en el cáliz. Pero si el celebrante antes de la consagración del cáliz advierte que no fue puesta el agua, póngala inmediatamente y diga las palabras de la consagración. Si lo advierte después de la consagración del cáliz, de ningún modo la ponga ya que no es de la necesidad del sacramento. Si la materia que debe ser puesta por razón del defecto, o del pan, o del vino, no se pudiese
obtener de ningún modo, si esto fuese antes de la consagración del pan, o del vino, no debe seguir adelante. Pero si después de la consagración
del pan, o del vino se advierte el defecto de una especie, estando ya una consagrada, entonces,
si de ningún modo se puede reponer, se debe seguir y terminar la misa, pero de tal modo que se pasen por alto las palabras y los signos que pertenecen
a la especie que falta. Pero si aguardando un poco puede obtenerse lo que falta, se ha de esperar
para que el sacrificio no quede imperfecto. Si el celebrante no recuerda haber dicho las cosas que comúnmente se dicen en la consagración, no debe turbarse por eso. Pero si ciertamente le consta que omitió algo de las cosas que son de la necesidad del sacramento, esto es, la forma de la consagración, o una parte, reasuma la misma forma y prosiga las demás cosas por orden. Pero si duda con mucha probabilidad de que haya omitido algo esencial, diga una vez más la forma, por lo menos bajo condición tácita. Pero si no es de la necesidad del sacramento, no la reasuma, sino siga adelante. Si el sacerdote piensa que sólo tiene una hostia y después de la consagración advierte
que estaban dos juntas, consuma al mismo tiempo ambas. Pero si lo advierte después de la sunción del cuerpo y de la sangre, y aun después de la ablución, que hay algunas partículas consagradas,
consúmalas, ya sean pequeñas, o grandes, porque pertenecen al mismo sacrificio. Pero si se encuentra una hostia íntegra consagrada, póngala
en el tabernáculo con las otras. Si esto no puede hacerse, déjela en el altar sobre un corporal decentemente cubierta para que el sacerdote que ha de celebrar allí la consuma junto con la que va a consagrar. O si ninguna de estas cosas puede hacerse, en el mismo cáliz, o en la patena decentemente
consérvela, hasta que la pueda poner en el tabernáculo, o ser consumida por otro. Pero si no tiene cómo pueda conservarla honestamente, puede él mismo consumirla. Si en la misma celebración de la misa el sacerdote se acuerda que está en pecado mortal, arrepiéntase con el propósito de confesarse y satisfacer. Si se acuerda de que está excomulgado, o suspendido, o de que el lugar está entredicho, igualmente arrepiéntase con el propósito de pedir absolución. Pero antes de la consagración, en los predichos casos, si no se teme escándalo, debe dejar la misa comenzada. Si se comiese los restos del alimento que permanecen
en la boca, no le impiden la comunión, ya que no se pasan como alimento, sino como saliva.
Lo mismo se ha de decir, si al lavarse la boca se pasan alguna gotas de agua, accidentalmente. Si celebra varias misas en un solo día, como en la Navidad del Señor, en cada una de las misas lávese los dedos en un vaso limpio, y sólo en la última se toma el agua de la purificación.
384. Si estando celebrando el sacerdote, la iglesia queda violada antes del canon, deje la misa; si después del canon, no la deje. Si se teme al ataque de los enemigos, o un aluvión, o la ruina del lugar donde se celebra, antes de la consagración
deje la misa; si el celebrante no puede proseguir después de la consagración de sólo el pan, antes de la consagración del vino, o una vez consagrados ambos, que la misa sea completada por otro sacerdote, desde donde aquél se quedó. Y en caso de necesidad, también por uno que no esté en ayunas. Pero si no muriese, sino quedase enfermo, pero de tal modo que pudiese comulgar,
y no hubiese otra hostia consagrada, el sacerdote,
que suple la misa, divida la hostia y una parte désela al enfermo, y consuma la otra. Pero si comenzando a decir la forma de la consagración
del pan, muere el sacerdote, puesto que no está hecha la consagración, no es necesario que la misa sea terminada por otro. Pero si muriese, comenzando a decir la forma de la consagración del vino, entonces otro prosiga la misa y sobre el mismo cáliz repita íntegra la forma desde donde dice: Simili modo postquam coenatum est. O podría
sobre otro cáliz preparado decir la forma íntegra, y la hostia del primer sacerdote y el cáliz consagrado por él mismo consumirlos y al final, consumir el cáliz que quedó medio consagrado. Pero si alguien, fuera de este caso de necesidad, no consumiese íntegros los sacramentos, peca gravísimamente. Si cayere una mosca, araña, o alguna otra cosa en el cáliz, antes de la consagración,
arroje el vino en un lugar decente, y ponga otro en el cáliz,
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