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y la sangre de Cristo realmente se contienen en este Sacramento. 2.- No queda nada de la substancia del pan y del vino después de la consagración, y esta conversión la Iglesia católica la llama convenientemente transubstanciación. 3.- Todo el cuerpo
y la sangre de Cristo se contienen bajo cualquier
especie y bajo cualquier parte separada. 4.- En este sacramento están el mismo cuerpo y sangre de Cristo, no sólo mientras se consumen, sino también antes y en las hostias que quedan después de la comunión. 5.- Anatematiza a aquel que dijere o que el principal fruto de la Santísima Eucaristía es la remisión de los pecados, o que de ella no provienen otros frutos. 6.- Definió que debe ser adorada con latría y que se ha de celebrar
una fiesta propia de ella y que se ha de llevar en las procesiones. 7.- Que lícitamente se conserva
en el sagrario y se lleva a los enfermos. 8.- Que Cristo presente en la Eucaristía, no sólo se come espiritualmente, sino también sacramental y realmente.
9.- Que los adultos están obligados a comulgar
por lo menos una vez al año. 10.- Que el sacerdote celebrante lícitamente se da a sí mismo la comunión. 11.- Que no basta la sola fe para comulgar bien. Los herejes que contra este misterio
vomitó el infierno, ampliamente los señala Belarmino y otros; brevemente Lacroix lib. 6. p. 1. ex n. 405. Así pues el sacramento de la Eucaristía no es su consagración o sunción, ni sólo el Cuerpo
de Cristo, sino el Cuerpo de Cristo contenido bajo las especies, de modo que tanto las especies consagradas como el Cuerpo y la Sangre de Cristo
intrínseca y esencialmente constituyen este sacramento.
Sin embargo la sunción es la aplicación
o la condición ad hoc para que de este modo el Sacramento cause su efecto. Y ciertamente cualquiera de las especies, y más aún: cada partícula
de especie es todo el Sacramento, sin embargo
moralmente, y en razón del Sacramento es un único Sacramento por la especie ínfima, porque se ordena a un único fin por la especie ínfima, y es un solo signo de la cosa consagrada. Porque, físicamente hablando, tantos son en número los sacramentos cuantas son en número las especies, o también, las partes de las especies; sin embargo, lo que se pone a modo de uno solo y se consume, como se refiera a una sola refección espiritual, moralmente se tiene numéricamente un solo sacramento.
Porque si el sacerdote consume al mismo tiempo muchas hostias o también, partes de las especies, o una dividida en muchas partes, sin embargo no se dice por eso que haya recibido muchos sacramentos numéricamente. Pero las hostias que están en diversos altares se conciben rectamente como distintos sacramentos. Porque entonces en cualquier parte se verifica que está el Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies consagradas: lo cual constituye la esencia del sacramento.
De esto proviene el rechazar al Uvaldense
que enseñó que en solo el Cuerpo y Sangre de Cristo está el sacramento: porque en cuanto está contenido no es cosa sensible. Porque el Trid. enseña que el Cuerpo y la Sangre de Cristo se contienen en este sacramento. Igualmente, se han de rechazar Escoto y Marsilio que sostienen que las solas especies constituyen este sacramento:
porque la Eucaristía es alimento celestial, y además se debe adorar con culto de latría. En este sacramento, como en los otros, se encuentra una doble materia, es decir, la próxima y la remota, pero en orden inverso. Porque en los otros sacramentos
la materia remota es la cosa permanente y la próxima es su uso, que pasa. En la Eucaristía la materia remota pasa, es decir, el pan y el vino, y la próxima permanece, es decir, las especies de pan y vino. Pues la materia remota de la Eucaristía
es el pan, es decir, de trigo, no de cebada o de algún otro grano. Y debe estar hecho con agua elemental, no de rosas u otra clase; cocido al fuego,
no con aceite o manteca, etc. Además es materia
de este sacramento el vino, es decir, de vid, no agreste ni avinagrado ni algo semejante. Como según Mat. 26. Luc. 22. c. 1. de Sum. Trinit.
Trid. sess. 22. de Sacrifi. Miss. cap. 1. l. 52. tit. 4. p. 1. creen los católicos. Debe ser vino por precepto no divino sino eclesiástico que obliga bajo grave; no para el valor del sacramento sino para su licitud, y debe mezclársele agua en cantidad
muy pequeña, esto es, una o dos gotas, de tal modo que sea sensible, y por otro lado, no exceda de la tercera parte del vino. Lo cual se hace para significar el agua que salió con sangre del costado de Cristo, c. 6. h. t. , o la unión de los fieles con Cristo. c. 7. de Cons. D. 2. Trid. sess. 22. de Sacrifi.
Missae. cap. 7. donde dice: Recuerda el S. Sínodo
que hay un precepto de la iglesia para los sacerdotes:
que mezclen agua con el vino que van a ofrecer en el cáliz: ya porque así se cree que lo hizo Cristo, ya también porque de su costado salió, al mismo tiempo, agua con sangre: el cual sacramento se recuerda con esta mezcla, y como los pueblos se consideran como el agua en el Apocalipsis de San Juan, se representa la unión del mismo pueblo fiel con su cabeza de Cristo. 1. 52. tit. 4. p. 1. En la iglesia latina debe hacerse la consagración con pan ázimo; en la griega con pan fermentado. L. 52. tit. 4. p. 1. donde dice: E este pan, a que llaman
hostia ha de ser fecho de farina de trigo, amasada
tan sólo con agua, sin
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