cap. 5. D. 45. Ni el juramento otorgado por miedo se invalida, cap. 8. cap. 15. de Jur. jur. Más aún, ni el mismo matrimonio contraído por un miedo intrínseco, o proveniente de una causa necesaria, o por un miedo leve es inválido. Y cierto es que tal miedo disminuye la voluntariedad y quita la espontaneidad y, por consiguiente, tal matrimonio, no obstante ese miedo, es válido por derecho natural. Y por lo mismo este impedimento fue introducido precisamente por el derecho eclesiástico. Y así lo sostienen Silvestre, Tabien., Navarro, Soto, Henríquez, Sánchez de Matrim. lib. 4. D. 14. n. 2. Suárez de Relig. tom. 2. lib. 1. de Vot. cap. 8. n. 9. et alii, contra Escoto, Covarrubias, Molina de Just. tr. 2. D. 326. n. 14. Ponce de Matrim. lib. 4. cap. 14. num. 4. González in cap. 15. h.t. n. 5. Quienes sostienen que tal matrimonio es inválido por derecho divino y natural, y parece opinar así S. Thom. in 4. D. 29. q. unic. art. 3. q. 1. Mas cuando el miedo no es infundido para obtener por la fuerza el matrimonio, sea que provenga de una causa natural o libre, aun gravísimo, no vuelve inválido el matrimonio, porque entonces el hombre no está forzado por otro al matrimonio sino por sí mismo, ya que nadie le exige matrimonio sino que el mismo contrayente elige voluntariamente el matrimonio como un medio para evitar un peligro del alma o del cuerpo, así como el voto, hecho con un miedo semejante, es válido, cap. 17. de Regular. conclusión que llama firmísima en todos los autores Sánchez de Matrim. lib. 4. D. 12. n. 3. De donde concluye que es válido el matrimonio contraído con la concubina por el miedo a una muerte inminente por enfermedad, naufragio o por consejo del médico, para evitar una muerte que se teme sobrevendrá debido a una hemorragia; o si un condenado a muerte se casa con una meretriz para evadir la muerte; o si otro le ofrece inmunidad si se casa con tal mujer; o si un médico no quiere curar a un enfermo, a menos que el enfermo tome a su hija como esposa; o si un príncipe sitiado ofrece al sitiador a su hija para que retire el sitio, y otros casos de este jaez. El matrimonio contraído por miedo grave infligido injustamente, es nulo en ambos foros, porque no hay el consentimiento requerido para el mismo, cap. 14. h.t. et in cap. 2. de Eo, qui duxit. Al que después que contrajo por miedo con una, luego se casa con otra, se le da la facultad de volver con la segunda; facultad que no se le podría dar, si el primer matrimonio hubiera sido válido en conciencia. S. Thom. in 4. D. 29. q. un. art. 3. quaestiunc. 1 in corp. Soto, Navarro, Sánchez de Matr. lib. 4. D. 12. n. 18. contra alios apud ipsum.
38. Un matrimonio contraído bajo tal miedo no se confirma ni aun con un juramento añadido. Más aún, el juramento no vale, ni produce siquiera una obligación de religión, cap. 2. de Eo qui duxit. Porque el matrimonio se invalida no tanto por la utilidad particular de los contrayentes cuanto por la pública. Y por el miedo los contrayentes se vuelven inhábiles, y por lo mismo, ni el juramento confirma el contrato, ni el mismo es válido; arg. cap. 12. de Foro comp. principalmente porque el juramento sigue la naturaleza del contrato al cual se añade. Gloss. in cap. 2. de Eo, qui duxit. V. Tanta. el Abad, Silvestre, Sánchez de Matr. lib. 4. D. 20. num. 12 et alii, contra Richard. et alios, que se basan en el cap. 22. 22. q. 4. Allí dice: Pregunté qué debías hacer con Hubaldo, tu feligrés, porque cautivo e impulsado por el temor de la muerte aseguró con juramento a su concubina que la tomaría por su cónyuge y echaría de su casa a su propia madre con sus hermanos y que nada les daría jamás para sus alimentos; pero, puesto que no es pecado tomar por cónyuge a la que ya antes había tenido como concubina, sea el matrimonio firme y estable en Dios. Pues respondo que en este caso debe distinguirse entre el juramento de contraer con la concubina y el juramento de echar a su madre de su casa. El primer juramento es de una cosa lícita y por lo mismo puede cumplirse, si, purgado el miedo por un subsiguiente consentimiento, quiere él contraer matrimonio con ella, en lo cual no hay ningún pecado. Pero el segundo, ya que es de una cosa ilícita, no puede cumplirse, pero no se dice que necesariamente deba cumplir el primer juramento, aun persistiendo el miedo. Otros aportan otras soluciones con Sánchez de Matrim. lib. 4. D. 20. num. 13. El matrimonio contraído por miedo puede revalidarse, purgado el miedo, cap. 21. h.t. L. 15. tit. 2. p. 4. Y no sólo cuando expresamente consta del consentimiento, sino también si consta de un consentimiento tácito, como lo nota Gregorio López ibid. Si después del matrimonio contraído eclesiásticamente por miedo sigue una cópula espontánea, ya que por ella se presume el consentimiento conyugal, el matrimonio se confirma también después del Tridentino, cap. 21. cap. 30. h.t. mas no si la cópula también fue hecha por miedo. Sánchez de Matrim. lib. 4. D. 18. ex el num. 10. Del mismo modo si los cónyuges cohabitan después de un matrimonio contraído por miedo, habiendo conocido la nulidad