sin volver más al segundo o al primero.
24. Cuantos pensamientos sobrevengan dentro de la oración, aun los impuros, o contra Dios y los Santos, contra la fe y los sacramentos, si no se fomentan voluntariamente y ni se rechazan con algún acto de la voluntad, sino que se toleran con indiferencia y resignación, no impiden la oración de fe: más aún, la vuelven más perfecta, porque el alma está más resignada a la divina voluntad.
25. Aunque sobrevenga el sueño y se duerma, sin embargo, totalmente se ora y se hace contemplación actual: porque la oración y la resignación, la resignación, ciertamente también se continúa la oración.
26. Estas tres vías: purgativa, iluminativa y unitiva, es máxima necedad que jamás será distinguida en la misma mística, ya que no hay más que una vía única, ésto es, la vía interna.
27. El que desea y abraza la devoción sensible, éste tal ni desea ni busca a Dios, sino a sí mismo: y el que por vía interna avanza, mal hace deseándola, o pugnando por tenerla, ya sea en los lugares sagrados, o en los días solemnes.
28. Bueno es el tedio de las cosas espirituales, porque así somos purificados del amor propio.
29. Cuando el alma interna se fastidia del razonamiento de Dios y de las virtudes y permanece fría, sin sentir que es inflamada de fervor, es buena señal.
30. Lo que de sensible se percibe en la vida espiritual, todo eso es abominable, sórdido e inmundo.
31. El que medita no ejerce aquellas verdaderas virtudes internas, que no pueden ser conocidas por los sentidos, sino que en realidad las pierde.
32. Ni antes, ni después de la comunión es necesaria otra preparación o acción de gracias (ésto por las almas internas), sino que se mantengan en pura resignación pasiva: porque en ésta se encuentra el amor, que suple de modo más perfecto que todos los otros actos de las virtudes que pueden hacerse y son hechas en la vía ordinaria. Y si en esta ocasión común sucedan movimientos de humillación, petición, o acción de gracias, deben reprimirse, cuantas veces no se conozca que son especiales impulsos de Dios: porque de otra manera son impulsos de la naturaleza aún no muerta.
33. Mal hace el alma, que por esta vía interna avanza, si en los días solemnes quiere hacer algún intento particular para tener algún sentimiento de devoción: porque para las almas internas todos los días son iguales, todos de fiesta. Y lo mismo es de los lugares sagrados, porque para estas almas todos los lugares son iguales.
34. Dar gracias a Dios con la lengua y con las palabras no es de las almas internas, de las cuales es mantenerse en silencio, sin poner a Dios impedimento, para que obre en ellas: y cuanto más se abandonan en Dios, tanto más experimentan la impotencia de decir: Padre Nuestro.
35. A las almas de esta vía interna no conviene que hagan operaciones, aún virtuosas, por propia elección y actividad: de otra manera no estarían muertas. Ni deben hacer actos de amor hacia la Santísima Virgen, los santos y la Humanidad de Cristo: porque como estos sean objetos sensibles, tal es el amor hacia ellos.
36. Ninguna creatura, ni la Santísima Virgen, ni los santos deben tener asiento en nuestro corazón, porque Dios solo quiere ocuparlo y poseerlo.
37. En ocasión de las tentaciones, aún vehementes, no debe el alma hacer actos explícitos de las virtudes opuestas, sino mantenerse en el supradicho amor y abandono.
38. La cruz voluntaria de las mortificaciones es grave y sin fruto y, por lo mismo, debe ser omitida.
39. Las obras santísimas y las austeridades que sufrieron los santos, no bastan para librar el alma, ni siquiera de una tentación.
40. La Santísima Virgen nunca hizo una obra externa y fué la más santa de todos los santos: luego, puede llegarse a la santidad sin obra externa.
41. Dios para humillarnos y para hacernos llegar a la verdadera transformación permite y quiere, en algunas almas perfectas, aún no sublimadas, que el demonio obre violencia en sus cuerpos y las haga cometer actos carnales, aún en la vigilia y sin ofuscación de la mente, moviéndoles físicamente las manos y otros miembros, contra su voluntad. Y lo mismo debe decirse en orden a otros actos por sí pecaminosos. en cuyo caso no son pecado, porque no hay consentimiento.
42. Puede darse el caso que estas violencias hacia actos carnales existan al mismo tiempo por parte de dos personas, ésto es, de un hombre y de una mujer y se siga el acto por parte de ambos.