proferidas por el hombre involuntariamente. 4. El horóscopo, cuando se hace por la situación, o el movimiento de los astros. 5. La oniromancia o interpretación de sueños, cuando por los sueños. 6. Metoposcopía, cuando por las señales de la frente. 7. Espatulomancia, cuando por los signos de los huesos de los animales. 8. Quiromancia, cuando por la inspección de las manos y de sus líneas, como, en España, adivinan los egipcios, que llamamos gitanos, porque se dice de Chiros que es mano. 9. Fisiognomia, cuando buscamos el conocimiento de un evento futuro, por los rasgos del cuerpo humano entero. De las cuales se trata en: c. 1. 26. q. 3. c. 14. 26. q. 5. S. Thom. 2. 2. q. 95. art. 3. La vana observancia, es una superstición por la que se procura algún efecto, v. gr. la salud o la ciencia por algún medio desproporcionado y no instituido por Dios, S. Thomm. 2. 2. q. 96. art. 1. et 2. y se hace también por un pacto con el demonio. Difiere de la adivinación, en cuanto que ésta se ordena al conocimiento de las cosas ocultas, la vana observancia, en cambio, a algún efecto externo.
253. La magia, que es el arte de obrar cosas admirables, una es natural, otra supersticiosa. La natural es aquélla que por causas naturales produce algunos efectos admirables. Acerca de la magia natural, escribieron P. Castrillo, Gaspar Schot y otros, algunos tratados muy curiosos. La supersticiosa es, cuando tales cosas se obran por acción del demonio: invocándolo o expresa o tácitamente, por medio de signos que no tienen ninguna conexión natural con el efecto. Si tiende a dañar a otro, se llama maleficio, o hechicería. Alguna vez se hace para conciliar un amor y se llama filtro amatorio, o hechizos, como atestigua Nebrija, y a veces se hace para excitar el odio, L. 2. tit. 23. p. 7. Y para que tales hombres engañen más fácilmente, con apariencia de piedad, suelen mezclar palabras o signos sagrados, v. gr. las palabras de la consagración, el símbolo de la fe y otras de este modo, pero como se toman fuera de la costumbre de la Iglesia y sin adecuación al fin intentado, son tenidas por supersticiosas, v. gr. que la señal de la cruz debe formarse con caracteres desconocidos, o si se adoptan palabras peregrinas, cuyo significado se ignora S. Thom. 2. 2. q. 96. art. 1. et 4. y, por tanto, oraciones por otra parte piadosísimas, han sido condenadas, por el pacto implícito con el demonio, que se sospecha, si tienen mezclados nombres desconocidos, como son: gob, gaber, gahir, gadebru, etc., Carena de Offic. Inquisit. p. 2. tit. 12. n. 55. Alguna vez, se mezclan cosas falsas o apócrifas, v. gr. que Cristo tuvo fiebres o espasmos, etc., o algunas circunstancias vanas, por ejemplo, que la misa debe ser celebrada, precisamente, con tantos cirios, que la imagen de algún santo sea arrojada al río, que las mujeres ensalmadoras apliquen oraciones y bendiciones para quitar una enfermedad, que en tal día porque es infausto, o aciago, no se trate un negocio y, mil cosas de esta clase, todas las cuales, por la desproporción de los medios con el fin, indican claramente que son supersticiosas, S. Thom., 2. 2. q. 96. art. 2. Sánchez in Dec. l. 2. c. 40. Muy ampliamente escribieron acerca de ésto: Pedro Ciruelo, Martín Delrío en Disquisition. Magic. y Francisco Torreblanca, de Magia, et de Jure Spirit., donde tratan ampliamente de brujerías, hechizos, encantos y, acerca de mujeres que curan con fórmulas y hechizos y de otras muchas cosas: De brujas, hechiceras, saludadores, ensalmadores, zahoríes, etc. Para juzgar y discernir en todas estas cosas, se debe proceder con gran cautela, porque algunos difícilmente creen que en ciertos efectos se oculte un pacto con el demonio, otros por el contrario, todo lo que no captan con el discernimiento, lo atribuyen al arte del demonio. Oigamos lo que dice Prudencio, acerca de la magia: El arte dañino supo evocar, con mágico conjuro, figuras sutiles y, hacer salir centellas sepulcrales y, aun despojar a otros de la vida. Y Petronio: La febea Circe, con mágicos conjuros transformó a los compañeros de Ulises. Proteo suele ser lo que quiere: Diestro, pues, en estas artes, haré brotar arboles frutales y haré retornar los ríos a las cimas más altas. Ahora, hay que decir brevemente que las mujeres encantadoras, que se dicen: ensalmadoras o santiguadoras, que curan con cánticos, o con ciertas hierbas, por lo regular son sospechosas, sobre todo, si añaden palabras desconocidas. Lo mismo hay que decir de los curanderos, que curan la rabia, por la mordida de un perro, pero, en verdad, pueden tener el don de curaciones, conforme a la doctrina del Apóstol, I Cor. 12, v. 9. Pero por sus frutos los conoceréis. Los zahoríes no pueden, sin el arte del demonio, ver las entrañas de la tierra, u otras cosas semejantes. El polvo simpático que, mezclado con la sangre del herido, cura la herida reciente del hombre a trescientos pasos, por lo menos es sospechoso, igualmente, la vara adivinatoria, para encontrar metales y fuentes. En suma, cuantas veces el efecto no tenga una causa natural que lo contenga en su virtud y, por otra parte, no conste de que tal efecto provenga sobrenaturalmente, existe una gran sospecha de que es hecho por pacto del demonio, Sánchez in Decal. l. 2. c. 38. et 40. Lacroix l. 12. p. 1., ex n. 27.