Índices > Índice completo > Ficha Categoría social
Cautivos
(cativos)
.
Categoría general: Esclavos.
Tanto las guerras de conquista como las entradas tenían el fin primordial de capturar gente en los pueblos enemigos. Las mujeres, los viejos, los heridos y los niños eran sacrificados en los pueblos conquistados pero a los hombres se les llevaba a la ciudad de Michoacán, y quizás a otros lugares, para ser sacrificados en los templos, excepto los más jóvenes que se ocupaban de las labores domésticas o agrícolas. Con unas cañas en el cuello y atados con unas sogas, que supuestamente los dioses del cielo le habían dado al dios Curicaueri para ese fin, los hombres cautivados eran trasladados en procesión hasta unos altares que se encontraban a la entrada de la ciudad (en la época de Tariacuri también había un altar a la entrada de Pátzcuaro a donde se llevaban los cautivos). Allí los recibían los sacerdotes llamados curitiecha y los opitiecha quienes, cantando, los llevaban delante del cazonci. Después de darles de comer los metían en la cárcel, llamada curuzequaro, donde permanecían encerrados hasta la fiesta en que habían de ser sacrificados.
Antes de las fiestas, los sacerdotes seleccionaban a los cautivos que serían sacrificados en esa ocasión y los ataviaban para tal efecto. Les ponían unas "mitras" de plata en la cabeza, un disco de plata en el pecho, cascabeles, plumas o banderillas de papel y otros efectos que quizás variaban de acuerdo con el dios al que estaban dedicados. Los señores velaban con los cautivos en la casa de los papas y bailaban con ellos, a veces durante varios días. Al parecer también les daban de beber hasta que se embriagaban. Finalmente, el día de la fiesta, eran llevados a lo alto de los templos en donde los sacrificadores les extraían el corazón y les cortaban las cabezas.
Los cautivos sacrificados eran el alimento de los dioses, por lo cual, en cierta medida, eran tratados como seres sagrados. Los guerreros ayunaban, oraban, velaban, se flagelaban y se abstenían de tener relaciones sexuales para poder cautivar enemigos en las guerras. Al parecer, los propios cautivos se sentían de alguna manera "halagados" o, por lo menos, consideraban que al ser capturados ya habían sido comidos irremediablemente por los dioses y por ello no osaban regresar a sus pueblos (además de que en éstos tampoco los recibían de vuelta, considerando que ya habían sido comido por los dioses y también para evitar el riesgo de que regresaran como espías). Algunos, sin embargo, lograban comprar su libertad a cambio de plumajes u otras joyas (véase el caso de Parangua y el de Tamapucheca) y, aparentemente, podían librarse de ser sacrificados si se sujetaban al cazonci (véase el caso de Zapiuatame, el de Viquixu y en general el de los caciques).
Si hemos de creer en las cifras que proporciona el autor de la Relación, en las guerras de conquista podían capturarse entre 8000 y 16000 hombres, mientras que en las entradas se podían obtener de 100 a 120 cautivos.