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Cuerauaperi (Cuerauaperi, Cueravaperi, Cuerabaperi, Cuerapaperi).

Madre de los dioses terrestres. Hacía llover.

Cuerauaperi era una de las principales diosas del panteón tarasco. Por un comentario del autor de la Relación se sabe que la primera parte del documento contenía un recuento de las "fábulas" referentes a Cuerauaperi en las cuales se explicaba cómo había mandado a los dioses a vivir a la tierra, a quienes había dado las "mieses" y semillas. Quizás por esta razón se le consideraba la "madre de todos los dioses de la tierra", aunque es imposible determinar quiénes eran estos dioses. Los indios creían, inclusive, que el trigo, las semillas y el vino traido por los españoles se los había dado la diosa Cuerauaperi "cuando vinieron a la tierra" (aparentemente asociando a los españoles con dioses).

Se creía que Cuerauaperi mandaba las nubes (y en consecuencia la lluvia) desde el oriente, específicamente desde Araro donde se formaban por el vapor que salía de las fuentes termales que hay allí. En tanto que Cuerauaperi envíaba la lluvia y con ella las mieses y semillas, también era capaz de provocar sequías y por lo tanto era la causante de las hambrunas.

Tenía templos en varios pueblos pero los principales parecen haber estado en Araro y en Zinapequaro. En este último lugar, además, se encontraba el ídolo principal de la diosa, en un templo construido sobre un cerro cuyos restos, ya derribados, eran observables todavía cuando se elaboró la Relación.

Como para otros dioses, para Cuerauaperi se hacían sacrificios humanos. A veces ella misma escogía a los hombres que serían sacrificados metiéndose en su cuerpo con lo cual quedaban "amortecidos" y luego iban ellos mismos a que los sacrificaran (véase el caso particular de la mujer de Ucareo que presenció el concilio de los dioses). Su principal alimento era la sangre humana y por eso a las personas que "tomaba" la diosa se les daba a beber sangre.

La única hoja de la primera parte de la Relación que aún se conserva contiene la descripción de las ceremonias que en la fiesta llamada Sicuindiro se hacían para Cuerauaperi en Zinapequaro y Araro. Cinco días antes de la fiesta los sacerdotes de ciertos pueblos (no se especifica cuáles) llevaban allá a sus dioses y junto con los bailadores (çesquarecha) y dos de los sacerdotes llamados hauiripicipecha (quitadores de cabellos) ayunaban en la casa de los papas hasta el día de la fiesta. En la víspera, los sacerdotes marcaban el pecho de los esclavos que se iban a sacrificar y al día siguiente los bailadores, que representaban a las nubes de distintos colores (blanca, amarilla, colorada y negra), bailaban con ellos. También bailaban otros sacerdotes que representaban a cuatro dioses que estaban con la diosa Cuerauaperi. Después sacrificaban a los esclavos, cuyos corazones eran llevados a Araro donde se arrojaban en una de las fuentes termales que se tapaba después con unas tablas. En las demás fuentes también se echaba la sangre de los sacrificados. Luego los hauiripicipecha perseguían a la gente y a los que lograban atrapar les cortaban el cabello con una navaja, el cual se metía en la sangre de los sacrificados y se echaba al fuego. Al día siguiente, los sacerdotes bailaban con las pieles de los hombres sacrificados y se emborrachaban durante cinco días. Posteriormente, en la fiesta llamada Cherapuzapi se llevaban ofrendas para estos sacrificados.

El fragmento que antecede al subtitulo Sicuindiro en el folio 10 del manuscrito podría corresponder a alguna de las ceremonias para la diosa Cuerauaperi que se hacía en otra fiesta. Lo que queda de esta descripción indica que al día siguiente de esa fiesta indefinida las mujeres tostaban maíz en el fuego, lo comían con miel y se emborrachaban. Luego se bailaba un baile llamado paracata uaraca en el patio o en la casa de los papas y el sacerdote de Cuerauaperi bailaba envuelto con una culebra y una mariposa hechas de papel. La diosa Cuerauaperi era llevada a Mechuacan (Tzintzuntzan) para las fiestas de Cuingo y Corindaro y en ambas ocasiones se sacrificaban esclavos para ella.

Como dice el autor de la Relación, Cuerauaperi era "tenida en mucho" y se le nombraba en todas las "fabulas" y oraciones. Y efectivamente, a lo largo del documento, se le menciona siempre en las "oraciones" o discursos pronunciados por distintos motivos. Normalmente se incluye en una fórmula muy repetida que agrupa al sol, a los dioses del cielo o dioses engendradores, a los dioses de las cuatro partes del mundo y al dios del infierno (véanse por ejemplo las palabras que Ticatame dirige a sus nuevos cuñados durante su matrimonio, lo que dicen Vapeani y Pauacume al pescador o lo que dice Hiripan cuando discuten en dónde deben guardarse las joyas obtenidas en las conquistas). En varias ocasiones se dice que la diosa Cuerauaperi, junto con los otros dioses (celestes, de las cuatro partes del mundo, el sol, etcétera) veían a los hombres desde "lo alto", lo cual distinguiría a estos dioses de los dioses terrestres enviados por Cuerauaperi.

Cuerauaperi juega un papel preponderante en el concilio de los dioses que presenció la mujer de Ucareo. De hecho, es ella la primera que anuncia la llegada de otros hombres a la tierra (los españoles) y rechaza los intentos de Curicaueri y otros dioses por contradecirla, diciendo que así está determinado, aunque parece no entender muy bien lo que está sucediendo. Luego, es ella también la que "toma" a la mujer de Ucareo y dándole un brebaje le avisa que en el camino se encontrará a un águila (al dios Curicaueri) quien la llevará a presenciar el concilio. Después de asistir al concilio, la mujer vuelve en sí y se dirige a Ucareo donde los sacerdotes de la diosa la esperan, la reciben y le dan a beber sangre como si se tratara de la diosa misma. Los atavíos que le ponen pueden ser también los propios de Cuerauaperi: unas nahuas, una camiseta, una guirnalda de trébol con un pájaro contrahecho en la cabeza y cascabeles en las piernas. Muy probablemente porque la mujer estaba poseida por la diosa, los sacerdotes de Ucareo llamaron a los sacerdotes de Cuerauaperi que residían en Araro y Zinapequaro para que recibieran el mensaje de la diosa a través de la mujer. Por tratarse de una diosa a estos sacerdotes les llamaban "madres" y no "abuelos" como a otros.

Si la diosa se comunicaba con los hombres apareciéndoseles o metiéndose en el cuerpo de algunos, también los hombres se comunicaban con ella a través de las personas sacrificadas. Así, Zurunban le dice a Tariacuri que ha sacrificado a unos malhechores de los llamados vazcata para que sus "ánimas" llevaran ofrendas a Cuerauaperi. Probablemente el color amarillo, con el que se pinta el cuerpo Zurunban en esa ocasión, estuviera relacionado con la diosa.