Índice   >   Índices de dioses   >   Ficha

 

Xaratanga.

Diosa de Tariaran.

Xaratanga llegó a ser una de las diosas principales del panteón tarasco aunque originalmente no era una diosa de los chichimecas. Según cuenta la Relación, cuando Vapeani y Pauacume eran señores en Vayameo, la diosa Xaratanga ya tenía un templo en Mechuacan (Tzintzuntzan) a donde los chichimecas le llevaban leña. Asimismo, los sacerdotes de Xaratanga, los vatarecha, acostumbraban llevar leña al templo que tenía Curicaueri en Vayameo. Un día, Taryaran, el señor de Mechuacan que tenía a Xaratanga, y sus sacerdotes se emborracharon en una fiesta de la diosa y se pusieron los collares y pulseras (sartales) de chile, frijol y maíz que acostumbraban ponerle a ella. Ésta, enojada, hizo que les cayera mal la bebida y, para quitarse el malestar, los sacerdotes, Quahuen y su hermano menor llamado Camejan, enviaron a sus hermanas, Pazinuaue y Zucuraue, a buscar pescado en la laguna. Pero la diosa lo escondió y las mujeres sólo encontraron una culebra. La llevaron a sus hermanos quienes de todas formas se la comieron y entonces se transformaron ellos mismos en culebras. Luego se fueron a la orilla del lago, al lugar donde las mujeres habían encontrado la culebra, se metieron al agua y nadaron hacia Vayameo. Desde allí las vieron los chichimecas y tomaron el asunto como un augurio. Debido a ello, los chichimecas se dividieron en cinco grupos, cada uno de los cuales pobló un lugar con su propio dios: Chanshori se fue a Curinguaro con el dios Hurendequavecara, Mahicuri con el dios Tiripeme caheri pobló Pareo, Ypinchuani fundó Pechataro con el dios Tirepenie xugapeti, y Tarepupanguaran se fue a Ylamucuo llevando al dios Tirepeme turupten. Por último, Vapeani y Pauacume también abandonaron Vayameo con su dios Curicaueri y, después de pasar por diversos sitios, se asentaron en Honchequaro.

Por la misma razón, los sacerdotes de Xaratanga, Cuyupuri y Hoatamanaquare, abandonaron Mechuacan y llevaron a la diosa por diversos lugares. Primero al sitio donde las mujeres habían tomado la culebra (Uncuçepu, a un lado del monte Tariacherio), luego a Sipixo en donde construyeron templos, un baño y un juego de pelota y en donde permanecieron algunos años. Después se fueron a Uricho, a Viramangarun, a Vacapu y finalmente a Tariaran acueciçan harocotin.

Probablemente fue un poco después de la llegada de la diosa Xaratanga a Tariaran cuando ésta ayudó a Zurunban, un habitante de Xaraquaro que se había ido a Tariaran durante una hambruna y allí lo habían hecho esclavo, para que se convirtiera en señor del pueblo. Como Zurunban acostumbraba llevar leña al templo de la diosa, ésta lo hizo primero sacerdote mayor y después el dios del infierno, a través de un topo que salió de la tierra y se le apareció en el camino, lo hizo señor de Tariaran y le dijo que tomara a la diosa Xaratanga.

Siendo Zurunban señor de Tariaran, Tariacuri fue a verlo con el propósito de conseguir una nueva esposa. Tariacuri pasó una noche en Tariaran y, al día siguiente, en la mañana, llevó a Zurunban a la troje donde guardaban a Xaratanga y allí hizo un pacto con él. Le sugirió que atacara los pueblos de sus enemigos (Hurechu, Cacangueo, la Guacana y Cuerapan) para capturar esclavos para el sacrificio y, con el fin de evitar que éstos le hicieran la guerra, le propuso que dijera que era Tariacuri quién hacía las entradas y que éste le daba algunos de los cautivos. Además, Tariacuri le comentó a Zurunban que en esos pueblos podría conseguir plumas de pájaros colorados con las que se hacían los atavíos de Xaratanga, entre otros muchos productos (tomates, chile, melones, algodón y ciruelas).

Para cuando Hiripan y Tangaxoan regresaron a Pátzcuaro, Zurunban, viejo y ciego, ya no se ocupaba correctamente del servicio a Xaratanga. Por lo menos, tal como le cuenta Tariacuri a sus sobrinos cuando les explica por qué sólo ellos serán señores, no castigaba a su hija Mauina quien se ponía en un pabellón o tienda (llamado xupaquata) en el mercado como acostumbraban poner a Xaratanga, y hacía que le llevaran allí jóvenes hermosos para "juntarse" con ellos.

La propia diosa se quejó del poco servicio que le hacían en Tariaran cuando se le apareció a Tangaxoan en el monte Pureperio -en donde éste había encendido un gran fuego para amedentrar a sus enemigos-- mientras dormía debajo de una encina. Xaratanga, en forma de una vieja canosa vestida con mantas "bastas" y una falda de hierbas, despertó a Tangaxoan y le pidió que fuera por ella a Tariaran porque allá ya no le temían y no llevaban leña para sus templos. Asimismo, le pidió que le renovara sus atavíos (las plumas que tenía en la espalda y en la cabeza y sus vestidos) y le dijo que limpiara el lugar en donde antes había estado (en Mechuacan), en el cual todavía se encontraba el asiento de sus templos, su casa llamada casa de las plumas de papagayos y otra casa llamada de las plumas de gallina, el juego de pelota, a la mano derecha, donde la diosa debía dar de comer a los dioses a medio día, y el lugar llamado puque huringuequa, en medio, donde debían estar sus baños para hacer sacrificios a los dioses de la mano izquierda (los Viranbanecha). A cambio de tales servicios, Xaratanga le promete a Tangaxoan hacerlo señor, construirle una casa en donde tendrá mujeres y viejos, así como trojes con mantenimientos y darle todas las insignias de señor (orejeras, brazaletes de oro, etc.). Tariacuri emocionado por la revelación que tuvo su sobrino, le ordena escombrar el templo de la diosa, echar incienso allí y encender fuegos para que Xaratanga los oliera cuando regresara a su antiguo asiento.

Poco después, Tangaxoan, acompañado de sus primos Hiripan e Hiquingaje, visita a Hiuacha, hijo de Zurunban y ya para ese entonces señor de Tariaran, aparentemente con el fin de planear una batalla para obtener esclavos para el sacrificio, pero éste les dice que él ya no pelea para conseguir esclavos sino que los compra con mantas. Tangaxoan, Hiripan e Hiquingaje, enojados por la respuesta de Hiuacha y más aún porque no les ofrecen de comer, regresan a Mechuacan y después le cuentan a Tariacuri cómo les fue con Hiuacha. Entonces éste consigue ayuda de otros señores (de Pareo, de Pechataro, de Erongariquaro y de Cumanchen) y planea la conquista de Tariaran. Los ejércitos se reúnen en Viramu angaru, atacan el pueblo, capturan a Hiuacha y a su gente y los sacrifican en Pátzcuaro. Aunque el texto no lo dice, se puede suponer que tras la victoria sobre Tariaran los chichimecas se apropiaron de Xaratanga y la llevaron de vuelta a Mechuacan, donde Tangaxoan había limpiado previamente sus antiguos templos tal como ésta lo había pedido. Sin embargo, cuando Hiripan discute con sus primos acerca del lugar en dónde deberían guardar las joyas que habían ido obteniendo en las conquistas, sugiere que se las lleve Hiquingaje (es decir, que se lleven a Pátzcuaro) para que "moraran" con Curicaueri y con Xaratanga en un sitio donde las pudieran ver los dioses del cielo, la diosa Cuerauaperi, los dioses de las cuatro partes del mundo y el dios del infierno. Finalmente deciden guardar el tesoro en Cuyacan donde construyen una casa especial para ello y posiblemente entonces también se trasladó allí a Curicaueri y, junto con él, a Xaratanga. En todo caso, en vísperas de la conquista española ya había en Tzintzuntzan un templo para Xaratanga pues allí sacrificaban a los cautivos tomados en las guerras y allí sacrificaron también a los mensajeros mexicanos que fueron a pedir ayuda para combatir a los españoles. Hiripan, Tangaxoan e Hiquingaje, los bisabuelos del cazonci (Zinzicha), también habían guardado joyas y plumajes en la isla Apupato dedicados a Curicaueri, a Xaratanga y al hijo de ésta, Manovapa: "diez arcas de plata fina en rodelas, en cada arca doscientas rodelas y mitras para los cativos que sacrificaban, y mil e seiscientos plumajes verdes Curícaberi; otros tantos la diosa Xarátanga y otro su hijo Manóvapa, y cuarencta jubones de pluma rica y cuarencta de pluma de papagayos".

Al parecer Xaratanga pertenecía al grupo de dioses terrestres que Cuerauaperi había envíado a la tierra con las "mieses y semillas" (en el relato del agüero de las culebras se dice que los sacerdotes "empezaron a escoger de las mieses que había traído Xarátanga a la tierra"). Xaratanga habría traído los chiles rojos, verdes y amarillos, los frijoles rojos y negros, y el maíz rojo, blanco y pinto. Por eso con ellos se le hacían pulseras y collares para adornarla y con ellos también se ataviaban sus sacerdotes. Xaratanga era, pues, una diosa relacionada con la agricultura.

Sin embargo, es muy probable que a partir del momento en que fue adoptada por los chichimecas Xaratanga se haya convertido en una diosa guerrera. Así, en tiempos de Zuangua y probablemente desde antes, cuando se preparaban las grandes batallas para destruir y eventualmente conquistar algún pueblo, el capitán general llegaba al "real" en donde estaban reunidos todos los caciques con su gente de guerra, precedido de cinco sacerdotes de Curicaueri y cuatro sacerdotes de Xaratanga. Al describirse el atuendo de la gente de guerra (o quizás de los sacerdotes que llevaban a los dioses en la guerra), se menciona que unos se ponían penachos blancos hechos con plumas de garzas, otros penachos de plumas de águilas y otros más "plumajes de papagayos colorados" (f. 16). Tal vez los primeros representaban al dios Curicaueri y los que llevaban penachos rojos representaban a Xaratanga (véase arriba el comentario sobre los atavíos de la diosa). Las rodelas de plumas que llevaban los guerreros también eran, unas, las de Curicaueri, de plumas de garzas blancas; y otras, posiblemente las de Xaratanga, de plumas de papagayos coloradas (había otras de plumas de colibríes, doradas y verdes). Pero la participación de Xaratanga en la guerra se pone claramente de manifiesto en la arenga que el capitán general dirigía a la gente, en la cual decía que Xaratanga y Curicaueri habían "dado sentencia" contra el pueblo enemigo. Luego organizaba la disposición de los ejércitos de acuerdo con un plan supuestamente ordenado por los dioses a Curicaueri cuando lo engendraron, según el cual Xaratanga debía ir en medio, los dioses primogénitos a la mano derecha y los Viranbanecha a la mano izquierda. Junto con los valientes hombres que se ponían en la frontera iban, además, los sacerdotes que llevaban a Curicaueri y los que llevaban a Xaratanga con otros sacerdotes que llevaban a los otros dioses "mayores". El rango superior de Xaratanga, considerada de la misma categoría que Curicaueri, es patente también porque ella era una de las diosas que intentó contradecir a la diosa Cuerauaperi cuando ésta anunció la llegada de otros hombres a la tierra. Finalmente, los cautivos tomados en la guerra, eran llevados a la ciudad de Mechuacan (Tzintzuntzan) en donde se sacrificaban en los templos de Curicaueri y Xaratanga.

Sobre la participación tardía de Xaratanga en la guerra conviene recordar que, cuando Tariacuri le recomienda a Zurunban hacer entradas hacia la tierra caliente, le explica cómo debe hacer la ceremonia de la guerra velando por lo menos dos noches mientras los sacerdotes echan los olores. No está claro si Zurunban ya tenía esta costumbre o si Tariacuri estaba conminándolo a que la adoptara, pero ciertamente su hijo Hiuacha no la tenía pues, en lugar de hacer la ceremonia susodicha, contaba los días (según un calendario igual o similar al de los mexicanos) para determinar el día de la batalla y, aparentemente, el propósito de la guerra no era ya el de capturar esclavos para el sacrificio los cuales se obtenían por intercambio (a cambio de mantas).

La integración de Xaratanga al panteón tarasco se manifiesta también en los diversos discursos en los cuales se repite una fórmula que agrupa a los dioses celestes, a Cuerauaperi, a los dioses de las cuatro partes del mundo y al dios del infierno. Es notorio que solamente a partir de la tercera parte de la Relación, en donde se describen las costumbres de los tarascos en vísperas de la conquista española, junto con estos dioses se incluye también a Xaratanga, a los dioses primogénitos o de la mano derecha y a los de la mano izquierda o Viranbanecha (véase por ejemplo la descripción de la elección de un nuevo cazonci en la cual, además, éste ya está a cargo de "hablar" sobre la leña, no sólo en nombre de Curicaueri, sino también de sus hermanos y de Xaratanga).

Conviene distinguir entonces por lo menos dos momentos en la "historia" de Xaratanga. El primero, desde su residencia inicial en Mechuacan hasta su regreso al mismo sitio pasando por su larga estancia en Tariaran; y el segundo, cuando se convierte en diosa de los chichimecas. En la primera etapa se le asocia claramente con la agricultura y sus atavíos (pulseras y collares de maíz, frijóles y chile) estaban relacionados con su carácter agrícola. Asimismo está asociada con el juego de pelota y los baños. Se destaca, además, su intervención para que ciertas personas de "baja suerte" se volvieran señores (además de hacer señores a Zurunban y a Tangaxoan, Xaratanga "favoreció" también a Cauiyancha para que fuera señor de Tacanbaro) así como su papel protagónico en la explicación mítica sobre el origen de varios pueblos (Pareo, Curinguaro, Pechataro, Ylamucuo y Tariaran, además de otros lugares relacionados con el agüero de las culebras como Sipixo, Uricho, Viramangarun, Vacapu, Uncuçepu o Quahuen ynchazuquaro); en la cual, por otra parte, se le presenta como una diosa que de alguna manera controlaba el acceso a los peces del lago. En la segunda etapa se le asocia sobre todo con la guerra y sus atavíos principales parecen haber sido las plumas rojas de papagayos (aunque no se puede saber, con la información disponible, si éstos suplieron a los anteriores). También se asocia con otras aves pues en sus fiestas se sacrificaban patos y codornices (que se encargaba de recoger el oficial llamado curu hapindi). En cambio, su asociación con los dioses de la mano derecha y con los de la mano izquierda se mantiene en ambas etapas. En la primera por la referencia explícita de que el juego de pelota de Mechuacan estaba a la mano derecha y de que en el baño la diosa hacía sacrificios para los dioses de la mano izquierda; y en la segunda, por la referencia al orden dispuesto para la guerra y por la inclusión de los dioses de la mano derecha y de la mano izquierda en el conjunto de dioses normalmente mencionados en las arengas y discursos.