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Pazcuaro (Çacapu hamucutin Pazquaro, Pazquaro, Pazcuaro, Pascuaro ).
Pátzcuaro, al sur del lago de Pátzcuaro.
Coordenadas geográficas: 19° 30.9" N , 101° 36.4" W . |
Pátzcuaro fue uno de los principales asentamientos tarascos, especialmente durante la época de Tariacuri. Cuando Vapeani y Pauacume, tío y padre de Tariacuri respectivamente, vivían en Honchequaro fueron acercándose, durante sus incursiones de caza, al lugar en donde después edificarían Pátzcuaro. Luego se asentaron en Tarimichundiro, futuro barrio de Pátzcuaro, en donde al parecer nació Tariacuri.
Después de una breve y frustada estancia en Xaraquaro, Vapeani y Pauacume regresaron a Tarimichundiro y al explorar los alrededores descubrieron el lugar, llamado Çacapu hamucutin Pazquaro, elegido por los dioses para que construyeran sus templos. El signo de que ese era el lugar señalado por los dioses fue un conjunto de peñas, llamadas petazequa ("asiento de cu", de acuerdo con la traducción dada por el autor de la Relación), que, según creían, envíaba el dios del infierno para que sobre ellas se construyeran los templos. El lugar estaba cubierto de encinas y como no había camino Vapeani y Pauacume siguieron el curso de un arroyo. Así llegaron a un manantial (la futura fuente de Vasco de Quiroga) que estaba más arriba, en el cerrito llamado Cuiris quataro, en donde posteriormente se edificó la primera catedral. Después descendieron hasta un lugar que más adelante se llamó Caropu hopansquaro en donde, ya en la ciudad colonial, don Pedro Cuiniarangari tuvo su casa, y al ver los ojos de agua que allí había confirmaron que ese era el sitio elegido por los dioses. Entonces regresaron al lugar en donde estaban los peñazcos llamados petazequa, en un lugar alto (en donde se iba a edificar la catedral [hoy básilica de la Salud] cuando se redactó la Relación), los cuales eran "unas piedras alzadas como ídolos por labrar" que Vapeani y Pauacume reconocieron como los dioses Zirita cherengue, su hermano mayor Vacusecha, Tingarata y Mivequa ajeva, cuatro dioses de los chichimecas. Luego fueron a otro lugar en donde había otros peñazcos y, convencidos de que ese era el lugar señalado por los dioses, cortaron todos los árboles del sitio para limpiarlo y después contruyeron "tres cúes y tres fogones, con tres casas de papas, en un patio que hicieron después a mano, de tierra, sacando por algunas partes las paredes de piedra para igualarle y allanarle" (f. 73). Posiblemente en esa misma época, o quizás cuando Tariacuri vivió allí, se construyeron unos altares a la entrada de Pátzcuaro a donde eran llevados los cautivos tomados en las guerras. Vapeani y Pauacume siguieron viviendo en Tarimichundiro pero fueron enterrados en Pátzcuaro.
Tariacuri también permaneció en Tarimichundiro durante su infancia hasta que, siguiendo las enseñanzas de Chupitani, Nuriuan y Tecaqua, los viejos que lo educaron y prepararon para ser señor, comenzó a llevar leña a los templos que su padre y su tío habían edificado en Pátzcuaro (uno de los templos se llamaba Ziripemeo y quizás los sitios llamados Quaraco hoato y Yongoan también eran templos) y aparentemente fue entonces cuando se fue a vivir allí. En todo caso, cuando Zurunban expulsó a Zetaco y a Aramen de Vacananbaro, Tariacuri ya residía en Pátzcuaro porque allí volvió después de refugiarse brevemente en Çacapu hacurua (un monte de Pátzcuaro). Pronto, sin embargo, tuvo que abandonar de nuevo el sitio y esta vez no volvió hasta años después.
Mientras Tariacuri intentaba en vano asentarse en otros lugares, siempre perseguido por sus enemigos, Pátzcuaro fue ocupado por gente de Curinguaro, de Tariaran y de Xaraquaro. Finalmente, a petición de los isleños de Xaraquaro, Tariacuri regresó a Pátzcuaro; llegó primero a un cerro del pueblo llamado Arizizinda en donde hizo sonar un silbato que simulaba el silbido de las águilas y los intrusos abandonaron a una el lugar. Allí permaneció Tariacuri hasta que, de forma algo inexplicable, dejó el señorío de Pátzcuaro en manos de su hijo Curatame. Finalmente, Tariacuri mandó matar a Curatame, volvió a Pátzcuaro, fue señor allí hasta su muerte y, como Vapeani y Pauacume, fue enterrado al pie de los templos que éstos habían construido.
Tal como había dispuesto Tariacuri antes de morir, su hijo Hiquingaje se convirtió en el nuevo señor de Pátzcuaro. Y también en el último, pues ninguno de sus hijos sobrevivió para sucerdele. Uno de ellos, también llamado Hiquingaje, murió de un rayo y a los otros, que eran muchos, los mandó matar Hiripan (o quizás el mismo Hiquingaje padre) por "ser malos y que se emborrachaban y mataban a la gente con unas navajas y se las metían por los lomos" (f. 138). No obstante, Pátzcuaro siguió siendo un lugar importante y siempre se le consideró el asiento del dios Curicaueri. Como aclara el autor de la Relación, "decía el caçonzi pasado [Zinzicha] que en este lugar, y no en otro ninguno, estaba la puerta del cielo por donde descendían y subían sus dioses. Y de continuo trujeron aquí sus ofrendas, aunque se mudó la cabecera a otras partes..." (f. 73). Los señores o principales de Pátzcuaro también siguieron jugando un papel relevante pues en diversos discursos se hacía referencia a ellos, y al parecer nunca dejó de considerarse que el reino tenía tres cabeceras: "porque nuestro dios Curicaveri tiene su señorío en tres partes" dice el señor de Pátzcuaro avalando la arenga del señor de Cuyacan (Ihuatzio) antes de partir a la guerra (f. 18).
Después de la conquista española, Pátzcuaro, relativamente libre de la injerencia española, sirvió como una especie de refugio. Cuando Cristóbal de Olid llegó a Tzintzuntzan las mujeres de la capital se refugiaron en Pátzcuaro; después, cuando unos indios mataron al intérprete de Caycedo, Zinzicha se encontraba en Pátzcuaro lo cual hasta cierto punto lo eximió de culpa y, más tarde, los indios lograron enterrar en Pátzcuaro parte de las cenizas de Zinzicha siguiendo el antiguo ritual (con una rodela de oro, bezotes y orejeras, con todas las uñas y cabellos que le habían cortado desde niño y con todas las sandalias y camisetas que había tenido cuando era pequeño). En algún momento después de la conquista, los españoles saquearon la tumba de Tariacuri (en la cual no encontraron muchas joyas porque había sido enterrado cuando apenas comenzaba la conquista de lo que sería el reino), y luego una parte de los tesoros que se guardaban en Pátzcuaro fue enviada a Nuño de Guzmán con la esperanza de que liberara a Zinzicha.
Notas: Sitio 012 de Gorenstein y Pollard (1983). Ver otra descripción de Pátzcuaro en "La posesión que se tomó en Pátzcuaro para la traslación de la Iglesia", 6 y 7 de agosto de 1538, en Nicolás León, El Ilustrísimo señor don Vasco de Quiroga, 1903, pp. 265-269.
Cerro Blanco
El Tejocote
Infonavit Pátzcuaro
Loma San José
La Mula
Pátzcuaro
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