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Don Pedro o Cuyniarangari .

Gobernador de Pátzcuaro cuando se redactó la Relación, uno de los principales informantes del fraile.

Cuynarangari, bautizado con el nombre de Pedro y enoblecido con el título de don después de la conquista española, fue uno de los principales informantes del fraile que elaboró la Relación de Michoacán. Poco antes de que llegaran los españoles a Michoacán, Zinzicha, que había mandado matar a sus hermanos y se había quedado prácticamente solo, casó a una de sus mujeres o hijas con don Pedro para conseguir su ayuda y la de su hermano mayor Huizizilzi.

Don Pedro era isleño, posiblemente de Xaraquaro, y era descendiente de los isleños que se habían aliado con Hiripan, Tangaxoan e Hiquingaje (Zapiuatame, Zanneta, Chapata y Atiache hucane). Era hijo de un sacerdote y, puesto que el cargo era hereditario, es posible que él también lo fuera. Cuando Cristóbal de Olid llegó a Taximaroa, don Pedro y Huizizilzi se encontraban entre los consejeros de Zinzicha. Aparentemente el cazonci también había tenido que buscar substitutos para cubrir el vacío que había dejado la muerte de sus viejos, quienes habían muerto a causa de la epidemia de viruela al igual que su padre. Habiendo decidido enfrentar militarmente a los españoles, el cazonci envió a sus consejeros a hacer gente de guerra y don Pedro, junto con Muçundira, fue el encargado de hacerlo en Taximaroa. Antes de llegar se encontró con Quezequapare, otro de los consejeros de Zinzicha, quien muy asustado le dijo que el pueblo de Taximaroa estaba destruido, no obstante lo cual don Pedro continuó su camino y allá fue detenido por los españoles. En la plática que tuvo con Cristóbal de Olid le aseguró que no había gente de guerra esperando darle batalla, pero cuando presenció una misa y vio que el cura tomaba el caliz pensó que era como los médicos o hechiceros tarascos que podían descubrir la verdad mirando en el agua y creyó que su mentira sería descubierta. Por eso, cuando Olid lo mandó de vuelta a Tzintzuntzan con un mensaje para el cazonci (Olid quería que Zinzicha saliera a recibirlo a un lugar llamado Quangaçeo), don Pedro se separó de los mexicanos y otomíes que lo acompañaban y fue a los lugares en donde estaban los ejércitos tarascos para deshacer los contingentes y evitar que los españoles los vieran. No sólo la misa que presenció don Pedro y su interpretación de ella influyó en la actitud que éste tendría hacia los españoles (y por su intermediación los otros señores); también la conversación que tuvo con el intérprete de Olid, Xanaqua, fue importante en la valoración que don Pedro hizo de los españoles.

Cuando don Pedro llegó a Tzintzuntzan con el mensaje de Olid se encontró a Zinzicha preparado para ahogarse en el lago de Pátzcuaro convencido por Timas quien argumentaba que los españoles los harían esclavos y que era preferible morir. Don Pedro se dio cuenta de que más bien Timas y otros señores querían aprovecharse de la situación para su beneficio y después de discutir acremente con Timas convenció al cazonci de huir mientras él y su hermano Huizizilzi esperaban a los españoles. Habiendo quedado más o menos al mando de la situación es muy posible que haya sido él quien ordenó el sacrifició de ochocientos esclavos que tenían presos para evitar que se unieran a los españoles. Don Pedro también fue el encargado de decirle a los diez mexicanos que envió Olid a la ciudad que Zinzicha se había ahogado y después, cuando Olid se acercaba a Tzintzuntzan salió a recibirlo, junto con Huizizilzi y todos los caciques, quienes en paz introdujeron a los españoles a la capital.

Don Pedro parece haber actuado como señor durante los primeros días o semanas que los españoles estuvieron en Tzintzuntzan y quizás los reclamos de las mujeres que veían a los conquistadores saquear la casa del cazonci fueran contra él. Después fue el encargado de llevar las cargas de oro y plata que Olid había juntado en Tzintzuntzan y fue el primero en entrevistarse con Cortés (aunque posiblemente Huizizilzi había ido antes a México porque Cortés lo conocía). Don Pedro le notificó a Cortés que Zinzicha se había ahogado, le explicó que ni él ni su hermano eran parientes del cazonci y aceptó la sugerencia de que Huizizilzi fuera el nuevo señor como proponía Cortés. Luego lo llevaron a ver la destruida ciudad de Tenochtitlan y al parecer entonces comenzó finalmente a disiparse la vieja enemistad de los tarascos con los señores de México. Cuando regresó a Coyoacán, en donde se encontraba Cortés, éste le notificó que habían hallado al cazonci vivo y don Pedro nuevamente tuvo miedo de que, enterados de que había mentido, los españoles lo mataran. Llorando argumentó que quizás el cazonci no se había ahogado y saliendo del lago por algún otro lado había huido. Tranquilizado por Cortés, don Pedro regresó a Michoacán con una carta que éste mandaba (quizás para Olid) y el mensaje para el cazonci a quien Cortés solicitaba ver. Don Pedro se encontró con Zinzicha en Pátzcuaro, le contó cómo le había ido en México y le dijo que Cortés quería verlo.

Poco después el cazonci partió para México acompañado por una enorme comitiva de señores, entre ellos don Pedro y Huizizilzi. A esas alturas Zinzicha ya no sabía en quien confiar y creía que don Pedro y Huizizilzi lo estaban engañando. Éstos en vano le aseguraban que Cortés no iba a matarlo y le reiteraban su lealtad. El cazonci estuvo cuatro días en México agazajado, a petición de Cortés, por los señores mexicanos. Visitó la ciudad destruida y lo llevaron a ver a Cuauhtemoc a quien le habían quemado los pies. Aparentemene aceptó con facilidad ya no pedir más tributos a los pueblos y volvió féliz a Michoacán en donde más o menos siguió gobernando.

Mientras que Huizizilzi parece haberse dedicado a servir, como capitán de guerra, a los españoles, don Pedro siguió siendo la mano derecha del cazonci. Éste lo envió a Zacatula, acompañando a los españoles, con unas anclas que Cortés le había pedido llevar allá. Cuando llegaron cerca de Zacatula, los españoles le pidieron que se "compusiera" para que lo vieran los indios (posiblemente que se pusiera el atuendo de guerrero con el fin de asustar a los enemigos). De Zacatula regresó con un cargamento de cacao para Olid. Después Zinzicha le encargó a don Pedro que matara a Timas y a los otros principales que lo habían incitado a ahogarse y al parecer don Pedro mató a Timas cuando llevaba una carta a Colima. Más tarde a don Pedro también le tocó acompañar a Zinzicha a México cuando Nuño de Guzmán acababa de llegar como presidente de la Audiencia. Luego, mientras el cazonci permaneció preso en México, fue el encargado de conseguir el armamento que Guzmán solicitó para emprender la conquista de Jalisco y de reunir las remesas de oro y plata que pedía. Ya en Tzintzuntzan, Guzmán dio de espaldarazos con su espada a don Pedro porque le parecieron muy pocos los jubones y las armas que éste había reunido (Guzmán creía que habían hecho más pero que las habían llevado a Cuynao en donde se preparaban para atacarlo), lo metió en prisión junto con Zinzicha y le dieron tormento para que confesara en donde estaba el tesoro, si había gente de guerra en Cuynao y por dónde se llegaba allá. Detenido el tormento gracias a la intermediación de fray Martín de Jesús, don Pedro y Zinzicha fueron llevados al aposento de Guzmán hasta que partieron hacia Jalisco.

Durante el proceso judicial que Guzmán siguió en contra del cazonci, don Pedro fue nuevamente torturado y habría sido sentenciado a muerte por Guzmán si no fuera porque el contador Albornoz envió una carta advirtiéndole que la provincia de Michoacán podría perderse si lo mataba. Don Pedro acompañó a Guzmán a la conquista de Jalisco. Antes de llegar a Acuyçeo, Guzmán se valió de él para que verificara si no había guerreros tarascos esperándolo. Guzmán lo mantuvo preso en Jalisco hasta que fray Jacobo de Testera y fray Francisco de Bolonia le pidieron que lo liberara. Don Pedro, con los otros señores que Guzmán tenía presos, volvió a Tzintzuntzan y al parecer desde entonces quedó como gobernador indígena de la ciudad de Michoacán.


Una de sus primeras acciones como gobernador fue reestructurar la organización de los barrios repartiéndole a cada ocanbecha veinticinco casas. Cuando se hizo la Relación de Michoacán, don Pedro tenía su casa en Pátzcuaro, junto al ojo de agua llamado Caropu vta en donde, mucho tiempo atras, se habían lavado los collares de los cautivos tomados en la conquista de Tariaran. Al parecer don Pedro no tenía hijos. Por lo menos no los tenía cuando Cortés le sugirió al cazonci que enviara a México a sus hijos y a los hijos de otros señores para que se educaran con los franciscanos.