se a sus casas y no supo más. Y vino luego una pestilencia de viruelas e
cámaras de sangre por toda la provincia y murieron todos los obispos
de los qúes y todos los señores y el cazonçi viejo Zuangua murió de las vi-
ruelas. Y quedaron sus hijos Tangáxoan, por otro nombre Zinzicha, que
era el mayor, Tirímarasco, Hazinche, Cuyni. Vinieron, pues, otra vez o-
tros diez mexicanos a pedir socorro, y llegaron a la sazón que toda la gen-
te lloraba por la muerte del cazonçi viejo y hicieron saber a Zinçicha, hijo
mayor del cazonçi muerto, la venida de aquellos mexicanos. Dijo: "llevad-
los a las casas del pobre de mi padre." Y lleváronlos y dijéronles: "seáis bien
venidos. No está aquí el cazonçi ques ido a holgarse." Invió el hijo del cazonçi
a llamar los señores y dijo: "¿qué haremos a esto que vienen los mexicanos? No
sabemos qué es el mensaje que traen; vayan tras mi padre a decillo allá adon-
de va, al infierno. Decídselo que se aparejen, que se paren fuertes, questa
costumbre hay." Y hiciéronlo saber a los mexicanos y dijeron: "baste que lo ha mandado
el señor; ciertamente que habemos de ir. Nosotros tenemos la culpa. Ea, pres-
to mándelo, no hay donde nos vamos, nosotros mismos nos venimos a la muerte."
Y compusiéronlos como solían componer los cativos y sacrificáronlos en el
cu de Curícaberi y de Xarátanga diciendo que iban con su mensaje al ca-
zonçi muerto. Decían que les trajeron armas de las que tomaron a los españoles
y ofresciéronlas en sus qúes a sus dioses.
[XXIII]
COMO ALZARON OTRO REY Y VINIERON TRES ESPAÑOLES A MECHUACAN
Y COMO LOS RECIBIERON
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