de Olí: "bien está, quizás dices verdad que no tienes más; mas tú has de ir con estas cargas a México". Díjoles el cazonçi: "que me place, señores, yo iré". Y partióse para México con todos los señores y prencipales y caciques de la provincia y iba llorando por el camino y decía a don Pedro y su hermano Huizizilçi: "quizá no me dejistes verdad en lo que me dejistes que esta- ban alegres los españoles en México. Escapéme de las manos de aquellos prencipales que me querían matar y vosotros me queréis hacer matar allá en México; y me habéis mentido". Dijéronle ellos: "señor, no te habemos men- tido, la verdad te dijimos. Cómo, ¿no llegarás allá y lo verás? Mucho se holga- rán con tu venida, di esto que dices, allá, después que hayas llegado y no aquí, y allá verás si mentimos y allá crearás lo que te dijimos." Y llegó a Cuyacan, donde estaba el Marqués, y holgóse mucho con él y rescibióle muy bien y díjole: "seas bien venido, no rescibas pena. Anda a ver lo que hizo un hijo de Montezuma; allí le tenemos preso porque sacrificó muchos de nosotros." Y hizo llamar todos los señores de Mé- xico, el Marqués, y díjoles cómo era venido el señor de Mechuacan, que se alegrasen y que le hiciesen convites y que se quisiesen mucho. Y señalá- ronle al cazonçi unas casas donde estuviese. Y fué a ver el hijo de Mote- zuma y tenía quemados los pies y dijéronle: "ya le has visto cómo está por lo que hizo; no seas tú malo como él". Y estuvo allí cuatro días y hicié- ronle muchas fiestas los mexicanos y alegróse mucho el cazonçi y dijo: "cierctamente son liberales los españoles, no os creía". Y dijéronle los prenci- pales: "ya, señor, has visto que no te mentíamos; no nos apartaremos de ti. Nos- otros entenderemos en lo que nos mandaren los españoles y los navatlatos, come y huelga y no rescibas pena, veamos lo que dirán y nos mandarán". Y llamó- le el Marqués y díjole: "vete a tu tierra, ya te tengo por hermano. Haz llevar a tu gente estas áncoras; no hagas mal a los españoles que están allá en tu señorío, porque no te maten. Dales de comer y no pidas a los pueblos tri- butos que los tengo de encomendar a los españoles". Y díjole el cazonçi que ansí lo haría, que ya le había visto, y díjole: "yo vendré más veces a visictarte". Y partióse con sus prencipales y venía holgando y jugando al patol por el camino. Y llegó a Mechuacan
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