tar. Yo me ahorcaré mañana o esotro día, que sois muy avarientos los que venís y codiciosos los que me venís a matar". Díjole don Pedro: "¿dónde me has inviado tú que haya robado a nadie? Tú eres el que robaste al cazonçi y a sus hermanos y mataste todos los señores. Por qué tienes vergüenza de mo- rir?". Y entróse aquel prencipal en un aposencto de su casa y hízolo saber a sus mujeres y quemaron mucho hilo y de sus alhajas, para llevar consi- go, y mató una de aquellas mujeres, para llevar consigo. Y tornó a salir donde estaba don Pedro y la gente que le venían a matar y empezóles a dar de beber. Y tomó el vino don Pedro y arrojólo en el suelo y díjole aquel prenci- pal: "¿por qué lo derramaste? ¿qué tenía?". Díjole don Pedro: "¿vínete yo, por ventura, a vi- sitar para que me dieses a beber? Yo hambre tengo y no sed". Díjole aquel pren- cipal: "¿quién no sabe que eres valiente hombre y que conquistaste a Çacatula?". Y díjole don Pedro: "burlas en lo que dices que conquisté yo a Çacatula. ¿No la conquis- taron los españoles?". Y llegóse a él con todos los que llevaba consigo y asieron dél y decía: "paso, paso". Y acogotáronle con las porras y quebráronle la ca- beza, y lleváronle arrastrando antes que muriese y no supieron sus mujeres de su muerte, que pensaron que no le matarían tan presto. Y todos los que estaban con él, huyeron de miedo. Y entraron a su casa de los indios que llevaba don Pedro consigo y empezaron a quictar las mantas a las mu- jeres, porque aquella costubre era cuando mataban alguno, que le ro- baban todo cuanto tenía en su casa. Y díjole don Pedro: "¿por qué les qui- táis las mantas?". Dijeron ellos: "esta costumbre es, señor". Y mandóselas tornar y tornáronles sus mantas y empezaron a llorar sus mujeres a a- quel prencipal muerto y a decir: "ay, señor; espéranos que queremos ir contigo". Y díjoles don Pedro: "no lloréis, quedaos aquí que a él sólo ma- tamos, no vais a ninguna parte, estaos con su hijos y no hayais miedo". Y trujeron su hacienda y enterraron aquel principal en un lugar lla- mado Cápacuero. Y tornóse a la cibdad y tornóle a inviar el cazonçi a matar los otros prencipales que le habían quisido matar y quitóles toda su hacienda. Y fueron luego los españoles a conquistar a Colima y hasta las mujeres les llevaban las cargas. Y fué por capitán de la gente
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