a nuestro dios Curícaueri". Y respondieron los otros señores: "¿qué de-
cís, señor?, ¿cómo, no tenemos nosotros arcos y flechas y las
traemos con nosotros para matar venados?". Díjoles Yreti Ti-
cátame: "¿qué decís?. He aquí mis flechas que yo las conozco". Y fué-
se al venado y sacóle una flecha que tenía en el cuerpo y díjo-
les: "mirá esta flecha que yo la hice". Y los otros, enojándose de oir
aquello, empujáronle y dieron con él en el suelo. Y Ticátame,
como quien era águila, Vacúseecha, enojóse y sacó una fle-
cha de su aljaba, armó su arco y tirósela a un cuñado
suyo de aquéllos y hirióle en las espaldas y luego a otro
y tornóse a su casa. Y saludóle su mujer y díjole: "seáis bien ve-
nido señor, padre de Sicuírancha". Y él, así mesmo, la saludó y
díjole: "toma tu hato y vete a tu casa, a tus hermanos, y no lleves
a mi hijo Sicuírancha que yo le tengo de llevar comigo, que
me quiero mudar a un lugar llamado Zicháxuquaro y llevaré
allí a Curícaueri: vete a tu casa". Respondióle su mujer y
dijo: "¿qué decís, señor?, ¿por qué me tengo de ir?". Y díjole Tica-
tame: "no, sino que te has de ir porque he flechado a tus hermanos". Díjo-
le ella: "¿qué dices?, ¿por qué los flechaste?, ¿qué te hicieron?". Díjole Ticá-
tame: "¿qué me habían de hacer?. No fué más de que me llegaron a un
venado, que les había avisado [en blanco] que no
me tocasen a los venados que yo flechase. Sube en la troj y en-
tra dentro y saca a Curícaueri, que le quiero llevar". Díjole
su mujer: "señor, yo no me quiero ir a mis hermanos, mas contigo
me tengo de ir. ¿Cómo, no se hará hombre mi hijo Sicuýrancha y
quizá me flecharán con los mios?". Y díjole Ticátame: "sí andacá,
vámonos". Y sacando el arca donde estaba Curícaueri, lióla y
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