ron a otro lugar, donde hay otros peñascos, y conoscieron que era el lugar
que decían sus dioses y dijeron: "escombremos este lugar". Y así cortaron las
encinas y árboles que estaban por allí, diciendo que habían hallado el lugar
que sus dioses les habían señalado. En este susodicho lugar, tuvieron sus
antepasados, en mucha veneración y dijeron que aquí fué el asiento
de su dios Curícaueri. Y decía el caçonzi pasado, que en este lugar,
y no en otro ninguno, estaba la puerta del cielo por donde descendían
y subían sus dioses. Y de contino trujeron aquí sus ofrendas. Aun-
que se mudó la cabecera a otras partes, aquí había tres cúes y tres fo-
gones, con tres casas de papas, en un patio que hicieron después a
mano, de tierra, sacando por algunas partes las paredes de piedra
para igualarle y allanarle. Y pasándose algunos días
dijeron los de Curýnguaro: "no miráis cómo faltó poco que no matamos a
los chichimecas y ellos como son chichimecas, por ventura, ¿saben olvi-
dar la injuria?. No la saben olvidar: Id y lleváldes este mensaje
y decidles: 'traed ofrenda de leña a los dioses para contra nosotros y
el sacerdote eche los olores en el fuego y el sacrificador, para la oración a
los dioses para contra nosotros y nosotros también traeremos leña y el
sacerdote y sacrificador, echará los olores. Y al tercero día nos jun-
taremos todos y jugaremos en las espaldas de la tierra y veremos
cómo nos miran de lo alto los dioses celestes y el sol y los dioses de las cua-
tro partes del mundo'. Esto diréis a los chichimecas, que esto suelen decir
a los señores, que éste es su oficio y andan por destruir los pueblos y se ale-
gran esperando pelea". Esto que dice arriba, que trujesen leña unos
y otros y los sacerdotes que echasen olores en el fuego, tenían esta costumbre
antes que fuesen a la guerra, de hacer estas cerimonias para que sus dioses
los favoreciesen y les ayudasen en las batallas. Y allí nombraban
los señores contra quien los habían de ayudar. Y fueron con el mensaje
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