no vernían aquí por ellas y las llevarían y pasarían la laguna, que no en una sola parte suelen llevar las mujeres a morar lejos, fuera de sus pueblos'. Esto les diréis y nosotros entonces estaremos en celada a la orilla de la laguna. Y vernán los chichimecas. No dejarán de venir por- que no son discretos y ansí los mataremos. Diréisles más a los isleños: que si aquí trujesen su pesquería a Corínguaro, llevarían maíz a sus islas, a la laguna". Y fueron con este mensaje a los isleños y respondieron: "Que nos place, ciertamente que iremos". Y los isleños trujeron un presen- te de pescado y pasaron la laguna y llegaron donde estaba Vápeani y Pauácume y asentáronse, y estaban haciendo flechas y dijéron- les: "seáis bien venidos, isleños, ¿qué es a lo que venís?". Respondieron ellos: "Señores, vuestros suegros y padres nos envían y dijéronnos: 'Id a nuestros yer- nos y decidles que éstas, nuestras hijas, nos dan mucha pena y estamos tristes por ellas, que están todo el día llorando. Pues decir ahora, ¿qué, riñe- ron alguna vez con ellas?. No riñeron, sino que eran buenos casados, ni tam- poco bebiendo vino, nunca se asieron de los cabellos; paresce que se trataban bien. ¿Cómo no vendrían por ellas?. Que no es de ahora que las mujeres se lle- ven lejos a morar. Esto es a lo que venimos, señores". Y dijo Bápeani a su hermano: "hermano, sin duda que habemos de ir". Dijo Pauácume: "vamos en- tram[b]os". Y compusiéronse, entiznáronse y pusiéronse sus guirnal- das de cuero en la cabeza, que usaban, y sus aljabas a las espaldas en- cima unos jubones de guerra y pusiéronse unas uñas de venados en las piernas; tomaron sus arcos e flechas en las manos. Y como los viesen adrezar para el camino los sacerdotes de los cúes llamados Chupítani, Nuríuan, Tecaqua, dijéronles: "hijos, ¿qué haceis?,¿a dónde queréis ir?". Respondieron ellos: "vinieron de la laguna e dicen que vamos por las mujeres". Dijeron los sacerdotes: "qué decis, hijos. Mejor sería que no fuésedes,
|