saltó de presto por una pared y fuese huyendo por el monte y e-
chóse al pie de una encina, herido, e allí murió. Y los isleños asie-
ron de sus hermanas y sacáronlas de casa y atáronlas a todas y me-
tiéronlas en la laguna, a la isla de Xaráquaro. Y saludóles Caríca-
ten, y díjoles: "¿Matástesle?". Respondieron ellos: "señor, no, mas
solamente le flechamos y no sabemos dónde huyó, y traemos
todas sus hermanas". Y enojóse Carícaten con ellos y deshonrólos y
díjoles: "¿quién os dijo que trujesedes sus hermanas? ¡Llevadlas al cu
de Purúaten y sacrificaldas y echaldas en la laguna a las bella-
cas, malas mujeres! Sabiéndolo Taríacuri, sintiólo mucho, y lla-
mó a sus consejeros llamados Chupítani y Tecaqua y Nuríuan
y dijo: "dad acá un plumaje rico y iréis a Curýnguaro, al viejo
Chánshori, y llevadle este plumaje, que destas plumas hace ata-
víos para su dios Huréndequavécara. Tiene ochocientas plumas
y mil e doscientas de papagayos y de otras plumas coloradas
en medio, mil e doscientas, y de otros pájaros dos mil y quatro-
cientas. Y diréis al viejo Chánshori que le ruego yo que me dé pasaje
para mí y mi gente, por su tierra, para ir donde está Máhiquasi, señor
de Condénbaro, que dicen ques muy valiente hombre, que tengo necesidad
de su ayuda. No quiero más, que me dé pasaje para ir a Condémbaro".
Y partiéronse los mensajeros y llegaron donde estaba el señor
de Condénbaro y saludóles e díjoles: "seáis bien venidos, chichi-
mecas". Y ellos a él así mismo saludaron y pusieron allí el plu-
maje y dijéronle: "taríacuri, nuestro señor nos envía". Y contáronle
su embajada y respondió el señor de Corínguaro: "¿qué dice nuestro hijo Taría-
curi? ¿A dónde ha de ir? ¿Al señor de Condénbaro? ¿Es esto de valiente hom-
bre? Que es un loco Máhiquasi. Que a los que vienen por el camino les
da en la cara con las mantas revueltas y si se enojan los lle-
va a sacrificar; y tien[e] un atabal de un muslo de hombre
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