has dicho, señor, ¿qué habemos de decir nosotros? Basta tu parescer que es bueno". Y como concertó de dársela por mujer a Taríacuri, llamó unos viejos y díjoles: "llevá esta mi hija a Taríacuri, de mi parte". Y mandóles lo que habían de decir y dijo a la hija, a- visándola: "oyeme lo que te quiero decir: No te apartes de tu mari- do, mas está de contino con él y, trátete como quisiere, no le digas nada. Y placerá a los dioses que tuvieses un hijo dél y así le quitaríamos a Curícaueri, ques muy gran dios, que fueron engen- drados Vréndequavécara, nuestro dios, y él juntos". Y llevaron aque- lla señora los viejos a Taríacuri, y como los vió Taríacuri, díjoles: "seáis bien venidos". Y estaba a la sazón Taríacuri, en un lugar llamado Zinbani haciendo flechas y saludáronle los viejos y dijéronle: "tu padre Chánshori nos envía, y díjonos: 'Ve- ní acá y llevaréis esta mi hija a Taríacuri para que le reciba el arco y flechas cuando veniere de fuera. Y como andará tra- yedo leña todo el día, cuando vuelva a casa le recibirá la hacha y el petate de las espaldas, y hará mantas para Curíca- ueri y después para él, y ofrendas a Curícaueri y después hará para él, porque tenga fuerza para ir a los dioses de los montes'. Para esto traemos esta señora que está aquí". Respondió- les Taríacuri: "traigáisla en buen hora y esto que me habéis dicho, no lo habéis dicho a mí sino a Curícaueri, nuestro dios. Asentaos y daros han de comer". Y trujéronles de comer y pidieron licencia. Díjoles Taríacuri: "esperad y buscaréos algunas mantas y camisetas que llevéis vestidas; y decidle a nuestro padre cómo la rescebí". Y vol- viéronse los mensajeros. Y la señora entró en casa de Taríacu- ri. Y después de algunos días hízose preñada aquella señora.
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