no son unas cañas y unas varillas puestas en ellas? Y estas piedras ¿no se las halló por ahí?. Y los que dicen que son plumajes verdes, son sino plu- mas de colas de águila y de halcones que hendió y puso en estas flechas. Todo lo que dice que son plumajes ricos, y éstas, pinturas son y no oro ni plata. Dice lucuras en lo que dice, yo nunca le oí decir ta- les cosas haciendo flechas, ni les ponía tales nombres". Y dijeron sus hermanos: "así debe ser". Y tomaron las flechas y hízolas pedazos todas y echáronlas en el fuego y quemáronse. Y como era muy viejo su padre llamado Chánshori, traíanle de los brazos y entró donde estaban sus hijos y díjoles: "¿Pues qué hay, hijos? ¿Qué habéis hecho?". Y habían traí- do estas flechas. "Mejor fuera que no las quemárades, sino que buscá- ramos un cuero o carcaj y las pusiéramos en él y se las pusiéra- mos a nuestro dios Vréndequavécara, porque deben tener alguna deidad estas flechas y viniera nuestro dios algunos días con ellas. Pues que ya es hecho, hijos, sea así. Yo, que soy viejo, he oído esto ya, ahora me huelgo de no haber muerto por oír esto". Y res- pondiéronle sus hijos y dijeron: "mirá con qué viene este viejo me- droso. ¿Por qué nos ha de flechar Taríacuri? ¿Quién nos ha de hacer guerra? ¿Nosotros estamos solos aquí?, que somos tantos, que no hay quien ose venir contra nosotros". Pasándose algunos días, los de la isla de Pacandan fueron a Taríacuri, y él les preguntó a qué venían y dijéronle: "señor, envía[n]nos los isleños, que tuvie- ses por bien de tornarte a tu casa de Pázquaro porque te to- man todo aquel asiento y no hacen sino reñir unos
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