¿qué hay?". Dijo Chupítani: "señor, no hay nadie aquí: ya son idos".
Enojóse Taríacuri y dijo: "qué es lo que dicen éstos? ¿Por qué los dejas-
tes ir? ¿Dónde dicen que partieron?". Dijo Chupítani: "señor, dicen
que de Paréo". Díjoles Taríacuri: "Id en riendo el alba por ellos".
Y antes que amanesciese fueron por ellos y llevaron mantas y
tomáronlos en los brazos a ellos y a su madre y hermana y trujéron-
los a Taríacuri. Y él, desque los vió, lloró muy fuertemente y echó-
les los brazos encima y díjoles: "¡Ay, señores, seáis bien venidos!".
Y abrazándolos lloraba con ellos y ellos le saludaron y díjo-
les Taríacuri: "señor Hirepan y señor Tangáxoan: ¿Por dónde fuis-
tes?". Y contáronle todo su camino y toda su vida que habían
tenido, por dónde andovieron y cómo habían vuelto. Y díjo-
les Taríacuri : "seáis bien venidos, señores". Y contóles él todos
sus trabajos y persecucionis de sus enemigos y su vuelta,
y dijo de sí: "¿qué he hecho yo, Taríacuri? ¿Por qué no me dejan de per-
seguir? Ya me han dejado de perseguir mis enemigos, los de Cu-
rýnguaro, y ahora tengo persecuciones de mis parientes los
chichimecas, los que se llaman Cuézeecha y el otro llamado Sy-
mato y otro llamado Querique y otro Quacángari y otro An-
guáziqua y otros muchos parientes que tenemos, que nos persi-
guen por vernos desfavorescidos, que os persiguen a vosotros y a
mí. Seáis bien venidos, hijos. Todos seremos a una y mura-
mos todos juntos". Dijéronle ellos: "no estés triste, señor; ven-
ga quien viniere nosotros seremos espías de la guerra". Y trujé-
ronles de comer y comieron y fuéronse a sus casas que
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