y dé de comer a los dioses, y nosotros tendremos nuestra fiesta e ser espías de los isleños". Hiripan y Tangáxoan tampoco fueron a la fiesta, mas fuéronse a un monte llamado Xanóato hucazio, a tener allá su fiesta en esperar sus enemigos los de la isla, mientras hacía su fiesta Curátame. Y dijeron: "ya se lo habrá hecho saber a nuestro tío. El irá a la fiesta. ¿Para qué quiere que veamos su fiesta, Curátame?". Y fuéronse con toda la gente de guerra y llevaban dos banderas. Y ya era partido Taríacuri, por otro camino, y lle- góse con los suyos al pie del monte del barrio llamado Çacapu hacúrucuyo y dijeron los viejos de Taríacuri: "tomemos algunas espías de nosotros y pondrémonos a trechos para atalayar, para ver por dónde vienen los isleños, porque no nos tomen aquí como mu- chachos, pues estamos aquí con mujeres". Y tomaron algunos que fuesen a ser atalayas. Y siendo ya hora de comer dijeron Hiripan y Tan- gáxoan, que estaban en sus celadas cerca de aquel lugar donde estaba Taríacuri con los suyos, holgándose: "levantemos a nuestro dios Curícaueri, que ya es medio día, porque no tengamos no- sotros la culpa desto". Y juntáronse todos y pusiéronse unos cobertores de hierba encima de las cabezas y venían todos en dos alas, por dos caminos, hacia el pueblo. Y viéronlos venir los viejos que estaban en atalaya y dieron voces que venían sus ene- migos, que lo fuesen a decir a Taríacuri, que se fuese delante por a- mor de las mujeres; que venían dos escuadrones y venían encubier- tos las cabezas con hierba y venían acachados. Y las mujeres, como oyeron estas nuevas, que no las habían acabado de decir, huye- ron todas por muchas partes hacia el pueblo y levantaron gran polvareda a la ida y había gran ruido en liar las alhajas
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