le Cando: "vamos que yo iré contigo un poco y iré por leña para los cues". Di- jo la mujer: "vamos señor". Y fueron y [fué la] mujer por sus mantas que traía para da- lle, y él por su camiseta, que bailaban desnudos no más de una manta por los lomos. Y salió la mujer y vino Cando detrás della y díjole: "pues, ¿qué hay, señora? Quiero ir contigo". Y bebía toda la gente un brebaje o bebida lla- mada puzqua. Y asióla de la mano y salieron del patio de los cúes, de la cerca que estaba allí de leña, y salieron allí al camino y entraron en unos herbazales y díjole Cando: "anda acá, señora, y estenderémonos un poco". Y apartáronse del camino y dijo ella: "señor, es aquí cerca, quizá sal- drán; vamos allá bajo", por apartalle del camino. Y andovieron un ratillo y dijo ella: "señor, aquí estaremos". Y estaba allí un peñasco grande. Y conocióla allí. Y dormióse Cando y estaba boca arriba, y levan- tóse muy paso la mujer y apretóse las nauas y cortólas hasta la rodilla por poder aguijar. Y desató sus navajas, que llevaba envueltas en la man- ta, y con una mano tomó la navaja y con otra le trastornó la cabeza, para extendelle más el cuello. Y puso la navaja por la garganta y corrióla y cor- tóle la cabeza y hízolo tan de priesa, que no pudo dar voces. Y púsole la una mano en el pecho y tomándole, como quien desuella, cortóle de todo la cabeza y quedó solo el cuerpo hecho tronco. Y tomó la cabeza por los cabellos y vínose a su pueblo y llegando a los términos del pueblo, estaba allí un altar don- de ponían los cativos o los traían alrededor, cuando los traían de la guerra. Puso allí la cabeza en un lugar llamado Pirúen y vínose a su casa a Taríacuri y contóle lo que le había acontecido y hicieron todos grande regocijo. Y díjole Taríacuri: "ya has dado de comer a los dioses; echen la culpa a quien quisieren; no se nos dé nada; atrebúyanlo a quien quisieren". Esto dice esta gente que aconteció en Corínguaro, pueblo de sus enemigos. Y así lo puse aquí segud su relación y manera que me lo contaron.
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