riendo, que todo está desierto y oscuro como niebla, por eso decía que [tachado] era costumbre que hobiese mucho humo, que ansí tienen e- llos sus casa humosas, porque no se les pudra la paja. Decía más en su razonamiento aquel sacerdote: "pues vosotros caciques que estáis aquí de todas las partes, no nos apartemos dél, ayudémosle en los cargos que tenemos a tener, y esperar sus mandamientos en vuestros pueblos para la leña que os mandare traer, para los qúes de la madre Cuerávaperi y de los dioses celestes engendradores, y los dioses de las cuatro partes del mun- do, y los dioses de la man[o] derecha y de la mano izquierda, con todos los de- más, con el dios del infierno. Que él ha de tener cargo en nombre de Cu- rícaberi y sus hermanos y la diosa Xarátanga, de hablar sobre esta le[ña]. Mirá, caciques, que no le quebréis nada desto. Mas estad apercibidos cuando os lo hiciere saber, porque el rey ha de despedir la gente de guerra con la leña que se pondrá en los fuegos, para oración y rogativa a los dioses que nos ayuden en las guerras. Y no solamente para esto es el rey que agora tenemos, mas para otras munchas cosas, para todos los trabajos [que] mandare en que entendamos. Y los tinientes y gobernadores de los caciques, cuando ellos no estuvieren en los pueblos, atiendan y esperen lo que les inviare a mandar el rey y que no será una sola cosa, sino muchas. Sea esto ansí como se os ha dicho, caciques, y no os apartéis del rey, mas sed obidien- tes. Y vosotros, señores de Mechuacan y de Cuyacan y de Pázcuaro y caciques del medio de la provincia, estad todos aparejados para obedecer. Y ahora íos todos, señores, a vuestras casas. Ya habéis visto cómo nos queda rey, que yo le he metido en esta casa; id alegres y contentos a vuestros pueblos." Acabado su razonamiento, asentábase y levantábase en pie otro señor muy principal, que debía de ser su gobernador y tornaba amonestar a todos los señores y caciques, que obedeciesen el cazonçi y que estuviesen apercibidos para lo que les inviase a mandar, y que no lo traspasase ninguno, que por eso era rey y estaba en lugar de su dios Curícaberi, y asentábase. Y estaba[n] to- do un día los señores haciendo sus razonamientos a la gente, que obedecie- sen al cazonci nuevo todos aquellos señores que estaban puestos en las
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