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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.369
Folio p en ediciones
75 v 369

que esas palabras no son de los de la laguna; mas son de los de Curýnguaro.
Mirá que si vais nos veremos en trabajo. Si queréis ir algún cabo a holgar,
id a otra parte y no allí". Dijeron ellos: "no, mas allá hemos de ir". Dije-
ron los viejos: "pues id, hijos, y cada uno de vosotros tome un mancebo gran
corredor y vayan delante por el camino y vosotros id atrás bien lejos, por-
que no os veáis en peligro en alguna parte". Y dijeron ellos: "así será, ya nos
vamos". Y partiéronse para ir y venieron por un lugar llamado Cuçapu ha-
cúrucu y iban algún tanto delante los corredores, y abajaron a lo ba-
jo de la cuesta donde se turbaron, porque los de Curínguaro, que estaban
en celada, se levantaron todos a una. Entonces Vápeani y Pauácu-
me paráronse y no pasaron más adelante y dijeron: "así es la verdad,
que las palabras eran de los de Curínguaro". Dijo a su hermano: "tornémonos". Y torná-
ronse a sus casas.
Pasados algunos días dijeron los de Curínguaro:"Muchas injurias
les habemos hecho a los chichimecas. ¿Cómo olvidarse han dellas los señores?
Id a nuestros hermanos los isleños y diréisles que les lleven este mensaje a los
chichimecas. Estas nuestras hijas nos dan mucha pena y hacen estar tristes
porque por amor dellos no quieren comer, y se mueren de hambre, y pónen-
se en lo alto del cu llamado Purúaten, y nunca hacen sino llorar todo
el día, mirando los humos de los chichimecas y nunca hacen sino mi-
rar allá y nunca quieren comer. Y no crean que hay en alguna parte peligro
como el pasado, cuando nos quisimos flechar, que no supimos cómo venie-
ron los de Curínguaro y se pusieron en celada y nosotros los hallamos a-
llí. Y decidles que no lleguen aquí a la isla, que nosotros les sacaremos
fuera las mujeres a un lugar llamado Xanóato hucazio y allí se
las trairemos y que vengan allí por ellas y que las lleven, si quisieren, por-
que las mujeres van a morar lejos. Y nosotros les diremos un poco que nos que-
jaremos a ellos, de los de la isla de Pacadan, que ponemos nuestras redes
a la orilla a secar, y nos las rompen, y las canoas nos las hacen pedazos
y los remos. Así nos tratan. ¿Quién son ellos para hacer esto, siendo tan