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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.373
Folio p en ediciones
77 v 373

te decimos. Dichoso aquél que ha de ser rey. O éste que lo ha de ser. Qui-
zá no es señor mas de baja suerte y uno del pueblo, por la mucha
leña que habrá traído a los cúes de Curícaueri, ¿y será algún pobre o
algún miserable el que ha de ser rey?. Y tu cabeza estará enton-
ces alzada sobre algún varal donde te mataren si no eres el
que debes. Trae leña para quemar en los cúes, para dar de comer a los
dioses celestes y a los dioses de las cuatro partes y al dios del
infierno. Harta de leña a todos cuantos dioses son. Mira que
es muy liberal Curícaueri, que hace las casas a los suyos, y ha-
ce tener familia y mujeres en las casas, y viejos que hacen fuego
y hace tener alhajas y esclavos y esclavas, y hacer poner en las
orejas orejeras de oro, y en los brazos brazaletes de oro, y a la gar-
ganta collares de turquesas y plumajes verdes en la cabeza. Trai
leña para los cúes y sacrefícate las orejas. Dichoso el que ha de ser rey".
Y diciéndole esto asíanle de la oreja, diciéndole: "señor, señor Ta-
ríacuri, ¿cómo, no eres ya hombre?. Acuérdate de vengar las in-
jurias. Mira, señor Taríacuri, que nos oigas, ¡pobre de ti, si no nos oyes!.
Porque mirarás a los otros cómo comen, alargando el pescuezo para
mirallos y quizá andarás por ahí con una manta hecha pedazos.
¿Cómo, no entiendes esto que te decimos?. Mira que somos viejos. Dicho-
so quien fuere señor de la gente. Quizá no es señor, mas uno
del pueblo. Dichoso tú, señor Taríacuri, óyenos esto que te decimos".
Y los viejos nunca cesaban de avisalle. Quizá por ser valientes hom-
bres y continuos del servicio de los cúes, por eso le dicen todo esto.
Estaban todo el día e la noche avisándole y nunca cansaban sus
bocas. Y eran ya hombres sus primos, hijos de Vápeani, el uno lla-
mando Cétaco, el mayor y el menor Aramen. Y había días que se andaban