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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.511
Folio p en ediciones
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y doblególas y aquel árbol estaba comido de carcoma o gusanos y [que-]
brantóse y vino abrazado con las ramas y cayó con ellas tendido en el sue-
lo, boca abajo, y amortecióse. Y como le vio su hermano Tangáxoan, dijo:
"¡ay, ay, que es muerto mi hermano". Y llamó a Hiquíngaje y vinieron allí todos los isle-
ños y cercáronle todos en rededor, y aún no se levantaba questaba
todavía tendido. Y llegóse a él Tangáxoan y tomóle de un brazo y Hiquín-
gaje de otro y levantáronle y estaba asentado y teníanle por las espal-
das Tangáxoan y Hiquíngaje. Y levantóse en pie Hiripan y dijo muy enoja-
do de sí: "¡oh Hirepan: aunque soy de tal estatura y tan pequeño, y aunque tengo
la cabeza redonda, que no es de valientes hombres, nunca me tengo de ol-
vidar de aquella injuria de Hiuacha!". Y dijo a su hermano Tangáxoan:
"¿cómo tiene las manos Yuacha de quebrar ramas para los fuegos de los cúes?
Mírame las manos, qué de callos tengo. Si las tiene así Ybacha: ¡qué tanta
leña cuesta y qué tantos olores ha de costar y cuán alta ha de ser la leña
que ha de cortar! Nunca olvidaré esta injuria". Acostumbraba esta
gente de traer leña para los cúes y echar olores, los sacerdotes,
llamados andúmuqua, en el fuego, porque los dioses les diesen vencimiento contra
sus enemigos. Y allí, en la oración que hacían al dios del fuego, nom-
braban todos aquellos señores contra quien hacían aquellos hechizos
de aquellos olores. Por eso dice aquí Hiripan que ha trabajado tanto en
traer leña para los cúes, que tiene callos en las manos, los cuales no tenía
Hiuacha; y que ya él merescía que los dioses les diesen vencimiento contra él,
por aquella leña que había traído para sus cúes, o que él trairía tanta pues
que ya tenía callos hechos, que fuese bastante de vencer a Hiuacha, aun-
que era valiente hombre. Que era de pequeña estatura y tenía la cabeza re-
donda. Que los que la tenían de tal manera no los tenían por valientes
hombres, y por eso a los señores les allanaban las cabezas y se las asenta-
ban y hacían como tortas. Y díjole Tangáxoan a Hiripan: "h[ermano],
tú no estás tan enojado como yo. Yo estoy más enojado que tú: pues
que soy de chicos pies y delgado de cuerpo. Vámoslo a hacer saber