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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.586
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rebeldes en el camino, ques que los matarán si tuvieren en poco esto que
les ha sido dicho. Por eso, aparejaos a sufrir, vosotros caciques.
¿Dónde habemos de morir? Sea aquí donde muramos, porque la muer-
te que morimos en los pueblos es de mucho dolor. Sea aquí nuestra mu-
erte. ¿Dónde habéis de haber vosotros los bezotes de piedras de tur-
quesas y guirnaldas de cuero y los collares de huesos de pescados
preciosos, sino aquí? Paraos fuertes en vuestros corazones, no miréis
a las espaldas, a vuestras casa. Mirá que es gran riqueza que mu-
ramos aquí como hermanos. Sentí esto que os digo, vosotros
gente de los pueblos". Y asentábase. Levantábase el señor de Páz-
cuaro y decía a la gente: "ya habéis oído lo que os dijo el que
está en lugar del cazonçi, y lo que os dijo el señor de Cuyuacan. E
yo apruebo los que os han dicho, porque nuestro dios Curícaveri tiene
su señorío en tres partes. Mirá caciques, que no [o]s halláis como de
burla en esta batalla. Mirá que no sea responder todos a bulto, que
traéis todos vuestra gente, que quizá serán más valientes hombres nuestros
enemigos. Basta esto que os he dicho". Y asentábase en su silla. Des-
pués déste, se levantaba el señor de Xacona que estaba en una fron-
tera y decía a la gente: "ya habéis oído al que está en lugar del
cazonçi y estos señores, y esto que os decimos aquí, en esto no
oís a nosotros, sino al cazonçi, al que trujo leña para los qúes hasta
este lugar. Ya habéis traído a nuestro señor y rey Curícaveri, al cual
tenemos por riqueza, de estar a sus espaldas. Mirá con cuánto
dolor y trabajo han andado las espías quebrando el sueño
de sus ojos y con el rucío por las piernas, por mirar y bus-
car las sendas por donde ha de ir nuestro dios Curícaberi a dar ba-
talla a este pueblo. Mirá que no os halláis como de burla, si no ca-
tiváredes o matáredes los enemigos, no será sino por el olvi-