grandes y aposentáronse en las casas de los papas que tenían diez varas,
que ellos llaman pirimu, en ancho y en los qúes; questaban las entradas
de los qúes y las gradas llenas de sangre del sacrificio que habían hecho.
Y aún estaban por allí muchos cuerpos de los sacrificados. Y llegábanse
los españoles y mirábanles si tenían barbas. Y como subieron a los qúes
y echaron las piedras del sacrificio a rodar, por las gradas abajo, y a un dios
questaba allí llamado Curita caheri, mensajero de los dioses. Y mirábalo la gente y
decían: "¿por qué no se enojan nuestros dioses?, ¿cómo no los maldicen?". Y trujéron-
les mucha comida a los españoles y no había mujeres en la cibdad, que todas se habían
huído y venido a Pázquaro y a otros pueblos. Y los varones molían en las piedras
para hacer pan para los españoles y los señores y viejos. Y estuvieron los es-
pañoles seis lunas en la cibdad (cada luna cuenta esta gente veinte días) con
todo su ejército y gente de México. Y a todos les proveían de comer pan
y gallinas y huevos y pescado, que hay mucho en la laguna. Y desde ha cuatro di-
as que llegaron, empezaron a preguntar por los ídolos y dijéronles los señores
que no tenían ídolos. Y pidiéronles sus atavíos y lleváronles muchos pluma-
jes y rodelas y máscaras, y quemáronlo todo los españoles en el patio. Después
desto, empezáronles a pedir oro y entraron muchos españoles a buscar oro a las
casas del cazonçi.
[XXVI]
DEL TESORO GRANDE QUE TENIA EL CAZONÇI Y DONDE LO TENIA
REPARTIDO Y COMO LLEVO DON PEDRO AL MARQUES DOSCI-
ENTAS CARGAS DE ORO Y PLATA,
y de cómo mandó matar el caçonzi unos principales porque le habían querido matar.
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