de plata en rodelas, empezaron a hurtar de las cajas, que debían de ser algunos mozos, y metíanlas debajo las capas y viéronlos las mujeres del cazonçi, y salieron tras ellos con unas cañas macizas y empezá- ronles de dar de palos. Aunque estaban con sus espadas no les osaron hacer mal. Mas ponían las manos en las cabezas por defenderse de los palos y a unos se les caían por huir, otros las llevaban. Y estaban por allí los prin- cipales y las mujeres empezáronlos a deshonrar diciéndoles que para qué traían aquellos bezotes de valientes hombres, que no eran para defender aquel oro y plata que llevaba aquella gente, que no tenían vergüenza de tra- er bezotes. Y los prencipales dijéronles que no les hiciesen mal, que suyo era aquello, de aquellos dioses que lo llevaban. Sabiendo Cristóbal de Olí de aquellas arcas, hízolas sacar fuera y lleváronlas a las casas de los papas, donde ellos posaban, y abriéronlas y empenzaron a escoger las rodelas más finas; y las que no eran tancto, poníanlas a otra parte y partíanlas por me- dio con las espadas. Y pusiéronlas en unas mantas y hicieron doscientas car- gas dellas, y mandó el capitán Cristóbal de Olí a don Pedro que llevase todo aquel oro y plata a México, al gobernador, el señor Marqués del Valle. Y dijo que fue- sen de veinte en veinte indios que se viesen unos a otros por el camino, y pusiéron- les unas banderillas encima de las cargas y dijéronles a los tamemes que se viesen unos a otros por el camino y que viesen aquellas banderillas. Y llegó don Pedro y unos españoles que iban con aquellas cargas y presenctáronlo al Marqués, que estaba a la sazón en un pueblo de México llamado Cuyacan. Y contaron las cargas. Y preguntó el Marqués a don Pedro que dónde estaba el cazonçi, que don- de había ido. Díjole don Pedro: "señor, ahogóse en la laguna, pasándola, por venir de presto a saliros a rescibir." Díjole el Marqués: "pues ques muerto, ¿quien será señor? ¿no tiene algunos hermanos?. Díjole don Pedro: "señor, no tiene hermanos." Díjole el Marqués: "Pues, ¿qué se ha hecho de Huzizilçi? ¿qué parentesco tiene con él?". Díjole con Pedro: "señor, no tiene parentesco con él, yo y él somos hermanos de un vientre." Díjole el Mar- qués: "ese será señor, seas bien venido." Entonces dióle unos collares de turque- sas y díjole: "estos tenía para dalle al cazonçi, empero pues se ha hogado, echa- lo allí donde se ahogó para que lo lleve consigo." Después que le mandó dar de co- mer, díjole el Marqués: "ve a México y verás cómo le destruímos." Y lle- váronle unos prencipales a México, que nunca había ido allá en toda su vida ni
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