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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.342
Folio p en ediciones
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sus antepasados, muchos tiempos había. Y saliéronle los señores a rescibir y
diéronle flores y mantas ricas y dijéronle a él e a otros prencipales que
iban con él: "bien seáis venidos, chichimecas de Mechuacan. Ahora nuevamen-
te nos habemos visto, no sabemos quién son estos dioses que nos han destruído
y nos han conquistado: ¡mirá esta Cibdad de México nombrada de nuestro díos Zinzú-
viquixo, cuál está toda desolada! A todos nos han puesto naguas de mujeres.
¡Cómo nos han parado tambien! ¿Os han conquistado a vosotros
que érades nombrados? Sea ansí como han querido los dioses. Esforzaos en vuestros co-
razones. Esto habemos visto e sabido nosotros que somos muchachos. No sé qué
supieron y vieron nuestros antepasados. Muy poco supieron. Nosotros lo habemos
visto y sabido siendo muchachos." Respondióles don Pedro y dijo: "ya, señores, me
habéis consolado, que lo que nos habéis dicho, ya nos habéis visto, ¿cómo nos viéramos
y visitáramos si no nos tractaran desta manera? Seamos hermanos por muchos
años, pues que ha placido a los dioses que quedemos nosotros y escapamos
de sus manos, sirvámoslos y hagámosles sementeras. No sabemos qué gen-
te vendrá, mas obedezcámoslos. Baste esto y tornémonos a Cuyacan, al
Marqués, pues habemos visto a México". Y diéronse unos a otros mantas
ricas y otras joyas y volvió don Pedro con los suyos a Cuyacan y envió el
Marqués que los saliesen a rescibir. Y habían traído una cartas de la Cibdad
de Mechuacan, que decían haber hallado al cazonçi, y llamó el Marqués a don Pedro y
díjole: "ven acá: ¿por qué me dijiste que era ahogado el cazonçi? Que
dicen questá en el monte escondido. Que dos prencipales amedrentaron y ellos
lo descubrieron." Díjole don Pedro: "Quizá ansí es como dicen; quizá salió alguna
parte de la laguna en alguna isla pequeña y se iría huyendo y no le vimos
cuando se fué." Y empezó a llorar de miedo que le habían de mandar matar.
Y díjole el Marqués: "no llores, ve a tu tierra, mañana te daré una carta y de
aquí a tres días te irás." Díjole don Pedro: "sea ansí, señor, bien es lo que dices." Y al si-
guiente día diéronle una carta y dióle muchos charchuys y turquesas para él y
díjole: "di al cazonçi que venga donde yo estoy, que no tenga miedo, que
se venga a sus casas a Mechuacan, que no le harán mal los españoles. Y vendrá-
me a visitar." Y despidióse y vino a Mechuacan y juntáronse los señores y
caciques, y contóles cómo les había ido y lo que decía el Marqués y holgáronse