quí y espérame, y iremos juntos, que tengo de ir a la guerra. Envía por el oro que tienes allá en Mechuacan." Díjole el cazonçi: "señor, no tengo oro, ya lo trajo todo Tapia." Díjole Nuño de Guzmán: "¿por qué se lo distes?". Díjole el cazonçi: "porque nos lo pidieron como agora tú." Díjole Nuño de Guzmán: "¿por qué creístes a Tapia?". Díjole el cazonçi: "también irá don Pedro y enten- derá en buscar si ha quedado algo para traerte." Díjole Nuño de Guzmán: "aquí has de quedar tú, entre tanto, y un cristiano ha de estar contigo, que te guarde; no tengas pena; cómo, ¿no estás aquí en tu casa estando en la mía?". Díjole el cazonçi: "mejor sería que fuese a otra parte a posar." Díjole Guz- mán: "no quiero que vayas; bien estás aquí en mi casa. Si quisieres ir alguna parte, paséate por ese terrado." Díjole el cazonçi: "bien, basta lo que dices." E metióle un español en un aposento y despidió a don Pedro y díjole: "ve, hermano, allá a nuestra tierra; gran cosa es ésta, no lo quiere haber con nosotros mansamente y despacio, busquemos un poco de oro que le demos. Pregunta allá quién tie- ne oro y envíalo aquí para que le demos." Díjole don Pedro: "señor, ¿dónde lo habe- mos de traer?". Dijole el cazonçi: "allá lo platicareis vosotros." Y dispidió- se del cazonçi y díjole: "señor, quédate en buen hora; esfuérzate, come, que de nosotros es padecer y que nos traten desta manera." Díjole el cazonçi: "Ansí será, vete en buen hora". Y vino a Mechuacan y hizo saber lo que pasaba, a los prencipales, y empezaron a llorar todos y buscaron oro y plata, y llega- ron seiscientas rodelas de oro y otras tantas de plata y dábale priesa un in- térpetre de Guzmán llamado Pilar, al cazonçi, porque no traía el oro y díjole: "cuando lo traigan muestrámelo a mí primero." Y como llevaron todo aquel oro y plata a México, mostráronlo primero al nabatlato susodicho llamado Pilar, y tomó secretamente sin sabello Nuño de Guzmán, doscienctas rodelas de aquellas, ciento de oro y ciento de plata. Y díjoles a los prencipa- les: "seáis bien venidos. Yo hablaré por el cazonçi, no tengais miedo." Y mostra- ron el otro oro a Nuño de Guzmán y dijo al cazonçi: "¿por qué traéis tan po- co? ¿Eres muchacho? Envía por más." Y era de noche cuando se lo llevaron. Y dijo que lo metiesen dentro en su aposento, y no dejaban entrar ningún pren- cipal donde estaba el cazonçi. Y estaba allí Abalos solo con él, por nabatlato, y nunca salía fuera el cazonci y el carcelero español o aquella guarda
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