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Datos para citar este texto:
Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Moisés Franco Mendoza (coord.), paleografía Clotilde Martínez Ibáñez y Carmen Molina Ruiz, México, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 2000, p.355
Folio p en ediciones
55 v 355

que tenía, pidíale oro al cazonçi y decía que le dejaría salir. Y pagábaselo
cada vez que había de salir, le daba dos tazas de oro y otras dos de pla-
ta, y no le dejaba salir más de a la puerta a hablar con sus prencipales
y después le hacía entrar dentro. Tornó a inviar el cazonçi y dijo a los pren-
cipales: "id otra vez a mi hermano don Pedro y decilde: ¿qué tengo de hacer? ¿Cómo,
no soy hombre? que me tienen ansí. Que traiga más oro". Y vinieron los mensaje-
ros y hiciéronlo saber en Mechuacan cómo estaba el cazonçi, y dijeron los
prencipales: "¿qué haremos? ¿Dónde lo habemos de haber? Busquémoslo por ahí." Y busca-
ron cuatrocienctas rodelas de oro y otras tantas de plata, y lleváronlo a
México y mostráronlo al navatlato Pilar, como les tenía mandado, y tomó
secretamente cien rodelas de oro y ciento de plata, y dijéronle los pren-
cipales: "señor, ¿qué haremos?, pues que tú tomas todo esto. ¿Cómo, no hablarías por noso-
tros y iríamos con nuestro señor el cazonçi a una casa fuera de aquí, en la
cibdad, donde nos habemos de ir? Díselo a Nuño de Guzmán." Díjoles el navatla-
to: "vamos, no tengais miedo, yo se lo diré," Y mostraron el otro oro y plata a
Guzmán y díjole al cazonçi: "¿por qué traéis tan poco? ¿No tenéis vergüenza?
¿Cómo, no soy yo señor?". Díjole el cazonçi: "¿dónde lo habemos de haber? ¿Es otra cosa
de por ahí? ¿Ya, no lo han traído todo?". Díjole Guzmán: "mucho hay". ¿Eres, tu, señor pequeño?
Si no me lo traes, yo te tractaré como mereces, que tú eres un bellaco y desuellas los
cristianos. Pues sabiendo yo esto, ¿cómo te he tractado? ¿para qué quieres el oro? Tráe-
lo todo porque los cristianos todos están enojados contra ti, que dicen que les hur-
tas de los pueblos los tributos y les robas los pueblos y dicen que te ma-
te por la pena que les das. Yo no los creo. ¿Por qué no me crees esto que te digo? ¿quieres
morir?". Díjole el cazonçi: "pláceme de morir." Dijo Guzmán: "bien está,
metelde allá dentro que quiere morir, y no salga fuera. ¿Por ventura ríeste de
lo que te digo, porque no te he maltratado?". Y metiéronle dentro, en un aposento
donde él estaba. Y empezó a llorar y dijo: "¿qué haremos? Id otra vez a don Pedro, mi her[mano],
que pida el oro questá en Vruapa, lo que ofresció a los dioses mi agüelo, y lo questá en
Çacapu y lo del pueblo de Naranjan y lo de Cumanchen y lo questá en Ványqueo,
porque aquello es mío y no se lo tomo a los caciques. Quizá los caciques desos
pueblos no mirarán la miseria en que estoy y no lo darán sabiendo lo que dicen
que robo los pueblos de los españoles, que aquí se han quejado a Guzmán". Y llega-